La hora de pensar en grande
Escribe Lic. Claudio Quintana
Un poco de historia
Históricamente el turismo en el departamento de Paysandú, se ha caracterizado por una concentración en determinadas zonas. Es decir, no hay turismo en todo el departamento. Éstas zonas son Termas de Almirón y su entorno, con el área protegida Montes del Queguay cómo otro de los atractivos centrales. Termas de Guaviyú y su entorno, con otro espacio cómo atractivo central que es Meseta de Artigas. Y Paysandú ciudad y su micro región, que más allá de algunos atractivos puntuales (festivales, río, puerto deportivo), no ha sido una ciudad que haya desarrollado atractores fuertes para el turismo, ni siquiera cómo ciudad misma para lo que podría ser el turismo urbano.
Dicho esto, está claro que la evolución en cada una de estas zonas turísticas del departamento, tiene su historia, sus características, sus dinámicas y sus problemáticas y, por lo tanto, el tratamiento y las propuestas que puedan plantearse para cada una de ellas no deben ser generales, aunque si consideradas en un contexto regional- nacional.
En términos de inversiones turísticas, describíamos hace unos años[1] algunas características para nuestro departamento:
- La escasa inversión en la década de los noventa, a pesar de los instrumentos legales y financieros que no tuvieron demasiada receptividad en Paysandú y una ausencia del gobierno departamental en el liderazgo y articulación con los actores privados para la inversión turística.
- La inversión durante la primera Administración FA en Paysandú, en un proceso de recuperación de la crisis económica y social que vivía el país, se concentró en inversiones tendientes a recomponer las instalaciones públicas (recuperación de moteles en Guaviyú, saneamiento en Termas de Guaviyú, plan de la costa y paseo costero en la ciudad de Paysandú, entre otras) y de apoyo a la inversión privada que se caracterizó por ser mayoritariamente local (Hoteles El Jardín y La Castellana por ejemplo)
- En el período 2010- 2015, predominó la inversión privada en turismo. El Hotel Papiros, la inauguración del ex Gran Hotel (que comenzaron en el período pasado las obras y se inauguró unos meses enseguida de asumida la administración Bentos) un apart hotel en Termas de Guaviyú (con apoyo financiero del Banco República) y el comienzo de las obras del Hotel Salinas del Almirón y la Terminal- Shopping de Paysandú ciudad. Cómo obra pública se construyó el Spa de Termas de Almirón, financiado por el gobierno central (Programa BID- Ministerio de Turismo), y luego concesionado.
- Finalmente, éste último período se ha caracterizado por una fuerte inversión turística pública, pero del gobierno central en equipamientos para Meseta de Artigas (Centro de Interpretación y Centro de Visitantes), Montes del Queguay (Centro de Visitantes) y una lancha para paseos en el río Uruguay (concretada en 2016 y aún no está en funcionamiento). Las mismas han sido financiadas por programas del Ministerio de Turismo y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el marco del programa Corredor de los Pájaros Pintados.
La gran ausencia en éstos últimos años ha sido el tan mencionado “apoyo a la inversión para los centros termales”. Sobre todo, cómo una oportunidad desde el gobierno departamental de darle solución a problemas estructurales a nuestros centros termales: mejora de equipamientos y aspectos de sostenibilidad ambiental. Desde lo local sólo se colgaron a la política nacional sin aprovechar la oportunidad para la gestión y el desarrollo de una política departamental.
Y no han finalizado siquiera obras importantes como el saneamiento de Almirón, no han concluido el acuerdo de inversión de un hotel para Guaviyú y además teniendo aprobado un fondo de 20 millones de pesos para mejoras en ese centro termal (por el FDI) lo destinaron a otras obras en la ciudad. También han realizado inversiones erróneas en términos de lugar de emplazamiento (paneles solares en Guaviyú).
Debemos señalar a todo esto, además, otros problemas no resueltos y estructurales del turismo en Paysandú. Y viene bien recordarlas en momentos electorales, en donde, elecciones tras elecciones, las promesas de salvación a las crisis son “vía el turismo”.
Desde el punto de vista institucional, la dirección de turismo de Paysandú es una organización arcaica, muy politizada, poco flexible y con poca capacidad para adaptarse de forma constante a los cambios disruptivos que experimenta el turismo. Politizada (la dirección no tiene ni idea de turismo), prima la politiquería en la toma de decisiones – rentabilidad mediática- y en la definición de acciones (no hay ni hubo espacio para la definición de una estrategia y un plan de acción). Con gestores (directores) ineficaces, como suele suceder no sólo en Paysandú, los gestores de destinos suelen ser cargos de confianza, y en muchos casos estas personas no tienen el conocimiento, ni las competencias para gestionar un destino turístico. Lo que es peor, muchos están interesados principalmente en su promoción personal.
Falta de estrategia turística. No se ha desarrollado una reflexión estratégica, seria y profesional, que establezca los pilares del futuro desarrollo turístico, con enfoque global. Fue acentuado en este último quinquenio, la cuestión de “administrar” más que gestionar y desarrollar una política turística departamental. Se sigue hablando del potencial de Paysandú para el turismo sin accionar en consecuencia, se sigue con una orientación arcaica de la promoción turística, sin procesos de digitalización. El centro debería estar en poner gran parte del esfuerzo en gestionar lo turístico. Hasta cierto punto, falta cierta valentía para hacer las cosas de una forma diferente.
El impacto en lo sanitario, en lo económico y social generado por el covid19, puede plantearnos el desafío de nuevas formas de pensar y definir las políticas públicas, con el objetivo central de revalorizar y contener la matriz de protección social departamental y la promoción de la inversión pública y privada.
Hay un gran desafío con el nuevo Fideicomiso aprobado. El Intendente electo podrá darle lugar a dos desafíos como lo son un programa para termas de Guaviyú de reestructuración que había sido aprobado por el FDI, Fondo de Desarrollo del Interior.
Se trata de 20 millones de pesos para ese centro termal en el que se procura mejorar la infraestructura, el equipamiento.
El otro gran desafío es el Distrito Park que tiene incluida una etapa para ejecutar en el fideicomiso y que tendrá impacto en el turismo.
Corrales de Abasto no fue incluido y el intendente Olivera no se ha referido al mismo.
Se podrían generar fondos para nuevas infraestructuras primarias y poder trabajar y hacer una inversión mayor para desarrollar un parque Termal, acuático, de carácter público pero de distintas características a los actuales.
Esas inversiones podrían mover la aguja en materia de atractores turísticos amén de contribuir a generar centralidades fuertes.
[1]http://claudioquintana.blogspot.com/2014/03/mitos-y-realidades-de-la-inversion.html