Alejandro González

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El amor es una de las palabras más usadas y menos comprendidas por todos nosotros; siempre la usamos como amuleto cuando metemos la pata nos justificamos con: “Es que lo hice con amor” o “lo hice porque te amo”, o por ejemplo cuando esperamos que acepten un regalo feo o de mala calidad decimos “te lo compré con amor”, y si alguien es violento le decimos “es que no tuvo amor en su infancia”; y un montón de cosas más, pensando que el amor solo es un sentimiento, y en realidad es una energía tan poderosa, que limitarlo solo a un sentimiento es en realidad no comprender su real dimensión.

Tratemos primero de comprenderlo a un nivel cósmico y luego veremos de llevarlo a nuestro día a día; tomemos en cuenta que el amor dirige una gran Ley Universal que es la de Economía, que dice que todo debe tener lo necesario para funcionar. Cuando hablamos de una Ley Cósmica, no nos referimos a nuestras leyes que a veces las hacemos cumplir y a veces no; una Ley Cósmica se cumple te guste o no, es como la Ley de Gravedad, se cumple con todo el mundo; y en este caso este ley dice que a nada le puede faltar nada para funcionar, los peces tienen su agua, las plantas su tierra y todo así, al único que le faltan cosas, es al ser humano porque cree en la carencia.

Por lo tanto, en cumplimiento de esa Gran Ley, el amor es actividad, porque junta la oferta y la demanda, y para que eso ocurra debe haber movimiento; en resumen el primer mandato del amor es ACCIÓN, por eso el amor te hace mover, cuando uno ama de verdad a alguien lo va a ver, lo busca, se relaciona, el aislamiento es la energía contraria al amor, una persona aislada es una muerte espiritualmente.

La segunda característica es relacionamiento, si amas te comunicas, conversas, intercambias, negocias, escuchas los problemas ajenos, te interesas, etc; en resumen entras en acción con lo que te rodea, generando intercambios y aprendiendo para comprender lo que pasan los demás.

Como consecuencia de ese amor, uno conoce diferentes estados de consciencia y al comprenderlos se genera tolerancia, que no significa soportar al otro, sino comprender que es distinto, piensa distinto y actúa distinto; no es necesario que aceptes o copies sus comportamientos, pero si que reconozcas que pueden ser distintos al tuyo.

Por lo tanto, si el amor es una energía natural en el cosmos y en nosotros, solo debemos cuidarnos de no destruirla o entorpecerla; y para eso debemos cuidad tres cosas contrarias al amor: juzgar, criticar y condenar; si solamente nos abstuviéramos de juzgar a los demás, dejando que cada quien decida por su cuenta, si no criticáramos al que hace y al que no hace, y si nunca condenáramos a nadie, porque no sabemos sus motivos; entonces dejaríamos de escribir tantos poemas y canciones sobre el amor y amaríamos verdaderamente mucho mas; poniendo en práctica lo que enseñó el Nazareno: “No juzguéis para no ser juzgados”, “por que criticas la paja en el ojo ajeno y no ves la viga que está en el tuyo” y “el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”.