Carlitos Páez*, sobreviviente de la tragedia de los Andes

Creo que de aquella historia y de lo que estamos viviendo hoy se sale juntos.  Ahora juntos,  pero haciendo un paralelo entre la tragedia de los Andes y la que está viviendo la humanidad hoy, y la que le toca al pueblo uruguayo en particular, EL ECO de Colonia dialogó con Carlitos Paéz Rodríguez (hijo de quien fuera un gran artista, Carlos Paéz Vilaró). Se encuentra en una nueva tragedia, la de la cordillera era “tangible”, ésta es invisible, “no sabés por dónde te va a pegar”, dijo.

-¿Qué paralelo hace como sobreviviente de la tragedia de los Andes y la situación de encierro que dicen muchos uruguayos no soportar hoy?

Nuestra cuarentena ahora en casa es una decisión propia. Nosotros tuvimos 72 días de confinamiento en la cordillera,  estábamos a 25 grados bajo cero, a 4 mil metros de altura, sin comida, sin ropa; llegamos a protagonizar la historia más increíble de la humanidad. En este  caso tenemos todas las comodidades, y está en juego la vida de cada uno.

-Pero en muchos hay como una especie de fobia al encierro, no cumplen las medidas de cuidados, ¿no son capaces de identificar el peligro?

En la historia nuestra era todo más tangible, aquí tenemos un enemigo invisible, como   no lo ves (virus). Allá  sufrías el frío, el hambre, todo, en este caso no sufrís todo eso pero tenés un enemigo que no sabés por dónde te va a pegar.

-En una entrevista dijo: “La nuestra fue una historia descomunal, protagonizada por gente común”, también la pandemia afecta a gente común.

Exactamente. Lo que pasa es que la historia de los Andes fue realmente extraordinaria, se escribieron 26 libros, se hicieron tres películas, 9 documentales. Ahora se van a hacer dos películas más. Es una historia  protagonizada por seres humanos comunes, no éramos personas como alguien que sabe escalar el Everest. Éramos un grupo que no sabía nada de la nieve y no estábamos a una altura como en los Andes. Éramos unos chicos,  en mi caso personal yo no servía para nada, tenía niñera en esa época. Es una historia tan larga que te hace ver la evolución  y la transformación del ser humano  para salir adelante.

-En términos generales, ¿cómo está actuando el uruguayo frente a la pandemia?

-No me gustan las comparaciones pero me parece que se está actuando con más responsabilidad que los argentinos, parece que no se han dado cuenta lo que es esta enfermedad.

-Otra de sus frases en referencia a la cordillera: “salimos de la muerte”  ¿y ahora qué dice?

-Nuestra historia es un homenaje a la vida y en esta situación la gente pasa por lo mismo. La historia de los Andes es como una foto donde están los sobrevivientes, y ahora con ellos los hijos y los nietos de los sobrevivientes. Somos más de los que salimos del avión. Hay que homenajear a la vida.

Creo que de aquella historia y lo que estamos viviendo hoy se sale juntos.  Ahora juntos  pero físicamente separados, pero son historias de solidaridad entre todos los seres humanos. Hoy es fundamental compartir a la distancia.   A mí me toca la cuarentena solo en casa  porque mi hija está a dos kilómetros de distancia, no la veo, no veo a mis nietos, pero bueno. Les agradezco enormemente el hecho que ellos hagan cuarentena porque lo están haciendo básicamente por mí. Los chicos la mayoría, quizá los jóvenes ni se la agarran, todo este sacrificio lo están haciendo por mí, y lo agradezco. Los adultos tenemos que agradecer lo que en este momento   hacen por nosotros los jóvenes, los niños. La cuarentena de todos ellos es por nosotros los veteranos. Los que todavía no le dan importancia a la pandemia y están como jugando con el tema  tienen que pensar en la familia, hoy tienen que cuidarse para cuidar a un padre, a un  abuelo.

-¿Le cuesta estar en cuarentena?

-Gracias a Dios que ustedes me llaman, así comparto mi tiempo. Porque esto también es duro. Es duro estar solo, es duro atravesar la incertidumbre. En mi caso, me han llamado de Buenos Aires, de España, de todos lados y tengo de qué ocuparme, pero a veces me despierto a las 2 de la mañana y no puedo creer lo que estoy viviendo, no la cuarentena sino la incertidumbre. Todo era más tangible  en los Andes tenía una montaña, la nieve,… era concreto, era durísimo pero concreto. Y ahora tenés un enemigo invisible que no sabés por dónde te va a pegar.

-Ustedes no tenían forma de comunicarse y ahora sí, la tecnología aporta.

En los Andes no había nada y ahora tenemos todas las comodidades. Yo me he reencontrado estos días con una cantidad de amigos en el exterior que no veía desde hacía tiempo y ahora están todos en sus casas, y es una oportunidad importante para reafirmar las relaciones, las amistades. Eso está bueno.

-¿Será ésta una oportunidad para cambiar  los uruguayos la escala de valores donde primaba lo material?

Bueno, uno tiene que valorar otras cosas. En definitiva acá el laburo dejó de importar porque importan las pequeñas grandes cosas que son las que le dan el verdadero sentido a la vida. En la cordillera peleábamos por cosas muy simples, yo quise comprar un cigarrillo a 70 dólares que era todo mi capital y no me lo vendieron. Entonces la escala de valores cambia brutalmente, de nada sirve el dinero en determinadas situaciones.

La escala de valores va a cambiar. Recién vamos unos días de cuarentena, llegará el momento que la gente comenzará a valorar otras cosas. Algo positivo tiene que quedar después de todo esto que estamos atravesando.

-¡Qué le recomienda a la gente?

-Curiosamente de esta historia, de esta situación que estamos pasando se sale sin hacer nada, más que obedecer y lavarse las manos. Pero obviamente que el tiempo ocioso hay que ocuparlo, tenemos las herramientas TV, series, WhatsApp, comunicación, yo en este momento hablando con ustedes estoy ocupando mi tiempo, y por lo menos no estoy pensando en otra cosa.

-Cuando lo ven en un avión hay gente que se sienta cerca de usted para sentirse ‘más segura’ cuando vuelan, ¿lo están llamando estos días preguntándole cómo hizo para soportar lo de la cordillera, como forma de lograr un consuelo ante la pandemia?

Sí, de todos lados. Y esto recién empieza  y sé que no paro. Hay que relativizar las dos cuarentenas.  Yo tuve una cuarentena de 70 días que fue durísima, y con 29 muertos a dos metros de distancia, y acá nos piden que estemos cómodos, nos piden que tratemos de no engordar porque todo el mundo está dedicado a comer.  Hay que valorar las cosas simples y no quejarse por cosas tontas. Me parece.

-¿Qué le diría a quien llora  porque se quedó sin trabajo, tiene pocos alimentos y teme la enfermedad?

-Nosotros no  teníamos absolutamente nada en los Andes, sólo plata pero no podía adquirir nada. El ser humano tiene una capacidad de adaptación bestial, esa es la verdad. Acá estamos peleando por la vida, si tengo que resumir esto lo hago con una foto en la que estamos los sobrevivientes con nuestros hijos y nietos. Gracias a los que vivimos hay mucha más gente de la que partió en aquel avión. Cuando festejamos los 47 años éramos como 150 personas, y eso es lo que resume esta historia y es la que va a resumir esta otra que estamos viviendo, en la medida que hagamos las cosas bien quedará  más gente viva.

Él es…

Nació en Montevideo el 31 de octubre de 1953. Es uno de los 16 sobrevivientes de la histórica tragedia  de los Andes. El avión se estrelló el 13 de octubre de 1972, él tenía 18 años, iba con sus compañeros a jugar al rugby a Chile. Sin sus familiares, sin torta, cumplió 19 años en plena cordillera el 31 de octubre, con 25 grados de temperatura bajo cero, un chiquilín, que como los restantes no sabía de nieve, de hambre, ni soledad.

El rescate de los sobrevivientes fue el 22 de diciembre de ese año. Fueron 72 días de resistencia a la muerte.

Hijo de Madelón Rodríguez y quien fuera un grande del  arte, el inolvidable Carlos Páez Vilaró.

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