Escribe Rogelio Texeira
El Frente Amplio, le entregó al Gobierno Nacional una serie de propuestas referidas a la coyuntura que se genera por la pandemia del COVID-19. Probablemente las descarte todas, a veces parece que los actores del actual gobierno están más preocupados por diferenciarse del anterior que por hacerse cargo.
Quiero llamar a preocuparnos y prepararnos para lo que se viene luego; pero sobre todo llamar a construir una propuesta política hacia dónde orientar nuestras acciones cotidianas.
Tenemos si una red de fibra óptica que da la posibilidad de desarrollar el teletrabajo, pero fundamentalmente la educación a distancia, utilizando el desarrollo del Plan Ceibal que entre otras cosas democratizó el acceso a las TICs por parte de todos los niños del país.
Hay muchos que dicen que esto es un golpe mortal al capitalismo. Tengo muchas dudas al respecto, dado que, entre otras, la brutal crisis financiera global del 2008 no lo fue, así como tampoco lo fue la crisis del petróleo de la década de 1970. Es posible que mute un poco y presente una nueva cara, quizá un poco más humana, en especial en las cuestiones vinculadas al acceso algunos derechos fundamentales como son los servicios básicos de salud.
Pero, esta pandemia está poniendo de manifiesto otra cantidad de cuestiones que no fueron abordadas a nivel global y que hacen que Uruguay sea una isla en la región y el mundo, pero eso no es por casualidad, es consecuencia de las acciones que desde el gobierno se realizaron en estos últimos 15 años.
Está claro, que aún con los grandes avances que se produjeron en los 15 años del Uruguay progresista (2005-2020), quedaron aspectos en los que nos faltó. Y debemos reconocerlos y ponerlos arriba de la mesa, no para echarnos las culpas o cobrarnos las cuentas, sino para definir hacia dónde vamos a apuntar los esfuerzos.
Tenemos si una red de fibra óptica que da la posibilidad de desarrollar el teletrabajo, pero fundamentalmente la educación a distancia, utilizando el desarrollo del Plan Ceibal que entre otras cosas democratizó el acceso a las TICs por parte de todos los niños del país.
Tenemos un Sistema Integrado de Salud, que permite que nos brinda a todos acceso a la atención sanitaria y durante estos años se fortaleció muchísimo el sistema público, con inversiones y con mejora de la gestión.
Tenemos un Ministerio de Desarrollo Social que tiene identificado a las familias y personas más vulnerables, pero sobre todo ya tiene armado un sistema de distribución de la ayuda que funciona y en el que quienes necesitan reciben periódicamente diverso tipo de ayudas que mediante el uso de las herramientas que dio la inclusión financiera no hacen necesario el traslado de nadie hacia oficinas. Pero, sobre todo, es muy sencillo incorporar más gente para recibir más beneficios con tarjeta y sin necesidad de trasladarse, tal como está siendo demostrado al trabajar las oficinas de muchos departamentos a puertas cerradas.
Tenemos armado un sistema de impuestos a los ingresos personales, que permitiría fácilmente organizar algún aporte extraordinario de las personas con mayores ingresos.
Pero, además como país tenemos una ventaja comparativa a nivel internacional, somos productores de alimentos de excelente calidad además les hemos ido incorporando inteligencia y conocimiento a nuestros productos que nos ayudan a competir en calidad por mercados de mejores precios y dejamos más de 180 mercados abiertos para el intercambio comercial. En esta coyuntura no son un tema menor, porque los alimentos seguirán siendo, aun en las coyunturas económicas más complicados, comercializados y para hacerlo hay que tener mercados abiertos.
Y eso se complementa con una inversión record en obra pública, que permite contar con mejores condiciones para el traslado de personas y mercaderías de la historia del país.
Todos los analistas coinciden en que la situación de salida no va a ser cercana en el tiempo ni mucho menos, pero es una oportunidad para plantear algunos aspectos que entendemos importantes.
Primero, impedir que la situación económica compleja y complicada que va a dejar a nivel general esta situación, no se convierta en una oportunidad para el “vale todo”. No debemos aceptar cualquier cosa a cualquier precio. Ni desde el punto de vista económico, ni social ni ambiental.
Está claro, que aún con los grandes avances que se produjeron en los 15 años del Uruguay progresista (2005-2020), quedaron aspectos en los que nos faltó. Y debemos reconocerlos y ponerlos arriba de la mesa, no para echarnos las culpas o cobrarnos las cuentas, sino para definir hacia dónde vamos a apuntar los esfuerzos.
En tiempos de “distanciamiento social” nos damos cuenta que aún y a pesar de los esfuerzos que se hicieron, nos faltó y le falta al Uruguay seguir trabajando en políticas de vivienda y hábitat digno para todos los compatriotas. Implica mucha inversión pública, es mucho dinero, pero habrá que buscar los mecanismos necesarios para destinarlo a ello.
Parecería que algunos recién empezaron a leer lo que dice el INE, y si, sabemos que hay muchos compatriotas, que están fuera de la pobreza porque las políticas públicas llevadas adelante en ese período lo permitieron, pero con una fragilidad que hace que si cambian las condiciones (como han cambiado con la pandemia) puedan volver a la situación anterior. Y ahí hay que estar, para sostener ahora y luego para evitar que las nuevas políticas económicas los dejen nuevamente por el camino.
Pocas horas después de la aparición del primer caso de COVID-19, la investigación conjunta de la UdelaR e Instituto Pasteur empezó a dar respuesta, planteando un sistema de diagnóstico y poniéndolo al servicio de la gente. Deja demostrado que la ciencia y el desarrollo del conocimiento nacionales, están al servicio del país y únicamente lo seguirán estando en la medida que Uruguay siga invirtiendo dineros públicos.
Por ese motivo, preocupa que dineros que están destinados al INIA y al INAC, se deriven a la atención de la coyuntura, pudiendo dejar de lado la investigación que incorpora valor a las exportaciones y hace diferencia con otros países con los que competimos en la producción.
Tenemos que pensar y resolver como va a funcionar el teletrabajo, cómo garantizamos aquellos derechos que los trabajadores han ido obteniendo a lo largo de toda nuestra historia, desde aquellos vinculados a las 8 horas y los necesarios descansos, hasta los asociados acceso a la salud o a la seguridad social, cómo evitamos la explotación de los trabajadores a cambio de que luego el Estado se tenga que hacer cargo de las pérdidas sociales.
Lo mismo en la educación a distancia en los tiempos que se vendrán, cómo garantizamos umbrales de calidad y de accesibilidad para todos.
En estos momentos, Uruguay vuelve a demostrar que tiene a su gente, y un enorme sentido de la solidaridad, cosa que queda demostrada todos los días de múltiples formas que van desde los cientos de personas colaborando en ollas populares hasta quienes se ofrecen para hacerle los mandados a los vecinos adultos mayores. Y este es otro de los aspectos a los que no debemos renunciar y que deberá seguir siendo una marca de identidad de Uruguay.
Una de las lecciones más importantes de esta pandemia, y con la cual todos los especialistas, vienen insistiendo, es que debemos cuidarnos entre todos, que cada uno de nosotros debe cuidarse a sí mismo para cuidar al otro, es que nadie se salva sólo, que nos necesitamos todos, y nos necesitamos todos por las cuestiones sanitarias, pero nos necesitamos todos por todos los otros aspectos, los sociales, los culturales, los ambientales y también los económicos.
Es por ello que entendemos que a nivel global es imprescindible la emergencia de una nueva realidad que supere la actual normalidad que es la crisis continua, en la que siempre han quedado excluidas las grandes mayorías.
Será necesario un cambio de paradigma del mundo y el uso de sus recursos con una orientación basada en la protección de la vida y el cuidado de todos; razón para que la economía esté al servicio de las grandes mayorías, y se piense con una lógica de sustentabilidad con la incorporación de la solidaridad intergeneracional pero también definitivamente la intrageneracional, que incluya a todos.
En nuestro Uruguay, eso será posible únicamente, si se hace en el marco de una discusión democrática amplia y profunda, que permita centrarnos en una serie de acuerdos básicos y de largo plazo.
La imposición por parte de un grupo o de una élite de una “nueva normalidad” dejando a las grandes mayorías fuera de la discusión no hará más que volver a dejarlos fuera del sistema y forzarlas a buscar cambiarla en la primera oportunidad.
La presentación de la LUC, calificada como inconstitucional por algunos especialistas, no ayuda a la construcción democrática de una salida entre todos y a la uruguaya.
Con la puesta en discusión de la misma, el Gobierno se arriesga a quedar para la historia como un gobierno autoritario que aprovechó la situación sanitaria para hacer aprobar una reforma que únicamente calzaba con sus intereses ideológicos.