Según un reciente informe1,“la CEPAL2 estima que la región perdió 325.000 millones de dólares –equivalente al 6,1% del PIB– en 2018, por incumplimiento tributario.”
Escribe David Rabinovich
¿Cómo acotar los “espacios para la evasión”? No se hará, esto es seguro, limitando los controles sobre los flujos de dinero bajo el pretexto de asegurar supuestas ‘libertades’. La LUC, que los afloja,no es el camino. ¿Cómo encarar“una reactivación de la actividad económica que permita guiar a la región hacia un desarrollo sostenible e inclusivo en un mundo post COVID-19”? La reactivación –cualquiera sea- requiere de inversiones que el sector privado nacional no tiene vocación de realizar. Su financiamiento no estará a cargo de los capitales que se fueron hacia ‘guaridas fiscales’. Son varias decenas de miles de millones de dólares ‘fugados’por un puñado de encumbradas familias orientales y no tienen boleto de regreso.Los mercados, que se ocupan de generar rentas altas y rápidas para el capital, no son mecanismos aptos para ocuparse de las necesidades y los derechos humanos. Nada encuentro en la LUC que sirva a propósitos sociales. Por lo contrario, todo aparece intermediado por los intereses del capital. Del gran capital.
Ante la crisis “los países de América Latina toman medidas de gasto público, alivio tributario y apoyo de liquidez”, sostiene el informe de Cepal. Pero lo hacen dentro de un entorno macroeconómico poco favorable y altamente incierto. La preocupación obsesiva por ‘el déficit fiscal’ no ayuda, aunque tampoco puede sostenerse un abultado desajuste entre ingresos y egresos por tiempo indeterminado. Habría que volver a la consigna -nunca bien instrumentada- y ‘que pague más quien tiene más’. Sin hijos ni entenados. De eso la LUC está lejos. Muy lejos.
Cepal afirma también: “La pandemia ha expuesto deficiencias en los sistemas de protección social, tanto en el mercado laboral como en los sistemas de seguridad social, y en la limitada provisión crucial de bienes y servicios públicos de alta calidad.”Vale señalar que mientras esa fue la norma en los países de la región, el gobierno conservador uruguayo se benefició del Sistema Integrado de Salud, de las estructuras levantadas por el Mides, de la fortaleza de las empresas públicas uruguayas, de los niveles de protección social alcanzados. Cepal enumera lo que se fortaleció con los gobiernos progresistas, cosas que el actual presidente se propone reducir a la mínima expresión, privatizar o eliminar simplemente. No está claro cómo será el camino hacia el “desarrollo sostenible que requiere la reducción de la desigualdad y el fortalecimiento de los sistemas de protección social.” Porque de eso la LUC no se ocupa más que para intentar desmantelar lo hecho por los gobiernos anteriores.“La política fiscal deberá contribuir al logro de estas metas a través de un sistema de tributación progresiva y eficiente, y de un gasto público efectivo y equitativo que dé prioridad a atender las necesidades de las sociedades de la región” agrega Cepal. Lo que aprobó la LUC y lo que se intentó aprobar, es un proyecto de derechas. Se promovió el programa del ala más conservadora del Herrero-ruralismo, aunque algunas medidas extremas contra ANCAP y ANTEL, por ejemplo, quedaron pospuestas (no fueron descartadas). La LUC, como señala Gerardo Caetano en Brecha, es una brutal embestida contra el batllismo y el legado de 15 años de gobiernos frenteamplistas.
Si algo surge como preocupación central de la LUC, en cualquiera de sus versiones conocidas, es defender la propiedad privada. El salario del trabajador es también ‘propiedad privada’ ¿Por qué no se le considera de esa forma? Es muy sencillo, porque “las leyes y Constituciones en todos los países del mundo protegen la propiedad privada de la clase capitalista no la propiedad privada de la clase trabajadora”. [Página 12]
Los reportes económicos muestran que mientras buena parte de la economía mundial se hunde, los gigantes de la economía digital trabajan como nunca. Aunque las cifras no son coincidentes, desde la aparición del coronavirus las ventas de plataformas como Amazon subieron constantemente. Google o Facebook se expande con su negocio menos visible: la venta de datos de usuarios y publicidad. Lo mismo ocurre con las app de delivery de comidas, de medicamentos y de otros bienes.
También se encuentran bien posicionadas las empresas que pueden operar con home-office. Quienes trabajan bajo esa modalidad saben que la jornada de trabajo resulta más larga y más intensa que en la “office-office”. Nada veo en la LUC que atienda –con sentido nacional y popular- las diferencias entre empresas nacionales y extranjeras; grandes y chicas; públicas o privadas; fundidas o enriquecidas por las sucesivas crisis que afectan el sistema y al mundo del trabajo.
A partir de 1985, el proceso político post Plan Cóndor, tiene un fuerte punto de inflexión. Los militares se retiran de la escena aunque, tras bambalinas, sus intereses de casta (a la oficialidad me refiero) están bajo control. Una derecha política tan conservadora como continuista en aspectos relevantes, se hace cargo de la administración de los asuntos públicos. La izquierda y muy especialmente la frenteamplista, sale del proceso que intentó exterminarla muy golpeada, pero mucho más fuerte de lo que pudieran suponer propios y ajenos. En la siguiente década el neoliberalismo “civil – democrático” afirma su predominio y ensaya sus recetas con varios éxitos y algunos fracasos. Valga como ejemplo las privatizaciones, que en Uruguay fueron frenadas por una sociedad consciente y movilizada. El movimiento social liderado por el Pit-Cnt, acompañado por Fucvam, la FEEU, organizaciones que promueven los DD. HHH., la gente de la cultura, protagonizan algunas batallas importantes. El “autoritarismo policíaco – militar” pierde protagonismo y legitimidad. Aunque en retirada, tiene inteligencia estratégica, goza de la mirada benévola del poder económico, cámaras empresariales, y el apoyo de los grandes medios, El País, Carve, la Rural, los canales de TV…Por eso se sostiene la Ley de Caducidad, Sanguinetti no pierde ninguna huelga y Lacalle argumenta que “hace como que les paga” a los funcionarios públicos, con el argumento que “ellos hacen como que trabajan”. La lucha de clases muta con los cambios en la sociedad, la economía y la cultura… Pero no para. En ese panorama, la izquierda afirma un proceso de crecimiento electoral en base a pactos cada vez más amplios. Con el resurgir de un cierto ‘clima’ de derechas, militares y policías ven reivindicadas las facetas más oscuras de un autoritarismo latente. También asoma la perspectiva del surgimiento de comunidades nuevas y solidarias. Contracorrientes frente alamarea atomizadora neoliberal. Es curioso, pero fue posible mantenerse en contacto gracias aherramientas de internet que consideramos nefastas para las relaciones humanas cara a cara. Buena parte de la organización y la resistencia popular circula por las redes.
El desafío es (re)crear un movimiento más humano y empático. A largo plazo, podría ser unaalternativa al negativismo de la derecha.
Hay varias estimaciones sobre el aumento de la pobreza en América Latina y Caribeluego de la pandemia. Suelen fallar, pero son indicadores de las tendencias. La Revista Nueva Sociedad consigna: “Diversos estudios aseguran que, para finales de 2020, la pobreza infantil podría aumentar un 22% en América Latina y el Caribe.” En términos de futuro ¿qué costos tiene eso? ¿Cuánta más violencia pueden soportar nuestras sociedades? ¿Cuánta injusticia y desigualdad es suficiente para generar una reacción de impredecibles consecuencias? ¿Qué aporta la LUC a la construcción de una sociedad mejor?
Los organismos multilaterales lucen debilitados cuando el mundo necesita como nunca una gestión global de la crisis. Al sueco DagHammarskjöld se le atribuye una de las mejores definiciones de la ONU: “Fue creada no para llevar a la humanidad hasta el cielo sino para salvarla del infierno”.
¿De eso se trata?
2La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) es una de las cinco comisiones regionales de las Naciones Unidas y su sede está en Santiago de Chile.