La integración con Argentina, más allá de lo económico

Mauro Goldman

Pocos hubiesen imaginado que aquel sueño surgido en 1964 de acercar a los pueblos fronterizos a través de un puente, traería tantos dolores de cabeza o quizás satisfacciones para algunos. De todas formas ya antes existía el pasaje a través de embarcaciones –autobalsa- pero el puente de hormigón Gral. Artigas incrementó exponencialmente el pasaje de vehículos.

Hace algo más de 46 años el Puente Gral. Artigas se hacía realidad, en 1975.

El Comité Pro Puente Flotante Paysandú-Colón, surgió luego de la Exposición Internacional del Río Uruguay, realizada en 1964, en el sitio que hoy ocupa la Dirección de Vialidad, junto a la remodelada Playa del Ferrocarril (hoy Playa Park).

En efecto a instancias del Rotary Club se citó a una asamblea en el Salón de Actos del Liceo Departamental, que fue multitudinaria según cuentan documentos.

Juan Bosco Oberti, uno de los tantos impulsores y entusiastas expresó en aquel momento que “no se quiso arriesgar en algo que no había suficiente conocimiento y experiencia”, y el audaz e innovador proyecto de Leonel Viera, fue sustituido por un puente convencional de hormigón armado tal como lo conocemos. Además de la oposición de las autoridades militares argentinas, dado que el puente flotante no permitía el pasaje de una columna de tanques de guerra.

Después de 11 años, se consiguió el objetivo y un 10 de diciembre de 1975, se inauguró la obra.

Nos permitimos un abordaje desde lo cultural y deportivo, apenas un recorrido.

El puente cultural, ¿funciona?

José María Brunini, músico y comunicador respondió de la siguiente manera: “tememos lesionar la objetividad, ya que somos de espíritu integracionista desde siempre. Aunque en realidad se trata de una defensa: la de la acción cultural hermanada entre vecinos de una misma región…la que Artigas soñó. La provincia de Entre Ríos y el Litoral uruguayo forman (o deberían formar) un espacio fértil para el intercambio, para los aportes de una y otra orilla. El “río de los pájaros” que suele aparecer como una separación o solamente como indicador de un límite, debe (debería) cumplir el precioso rol de unir; o mejor dicho ¡unirnos!

“Yo quiero romper mi mapa/ formar el mapa de todos”, canta Viglietti, quien también señala “o es que existe un territorio donde la sangre se mezcla”. Las naciones, aun respetando y salvaguardando sus respectivas identidades, se verían fortalecidas si, de la misma manera que beben de la misma agua como el caso regional que nos convoca, comparten la poesía, la musicalidad, los ritmos, el arte de los trovadores. Aníbal Sampayo, Mario Castro Bergara (de este lado), Linares Cardozo, Alcibíades Larrosa (enfrente), más otros nombres, claro, si se propalaran con mayor énfasis ¡incluidas las aulas!, se formaría el “mapa de todos” de Daniel.

Los puentes internacionales, muy válidos para el trabajo, el turismo, o “la conveniencia del cambio”, es recurrente que sea preocupación desde lo económico, lo comercial, área que ni se nos ocurre considerar. Aunque, si bien algunas acciones de actividades integradas se cumplen, estas deberían concretarse con mayor énfasis, con más convencimiento, con profundo compromiso. Y referimos a ¡todas las artes!, no solamente la música”.

También nos dijo que “cuando la inauguración del Puente “Gral. Artigas” y en páginas del “Libro de oro” editado en la ocasión, habíamos titulado una nota “Un puente de pentagramas”. No funcionó como lo habíamos soñado. Y hasta nos animamos a creer que, con el cruce en “Autobalsa” o en lanchas, estábamos más integrados”.

El deporte nos unió, pero sin continuidad

A iniciativa del dirigente de Remeros Paysandú, Juan Bertoni, se estableció en 1923 la disputa de una regata entre las ciudades de Paysandú y la entrerriana de Colón. Una distancia de 13 kilómetros. Se disputó hasta 1959. Se corre en gigs (bote) largo con timonel. Todas, absolutamente todas las disputadas fueron ganadas por representantes del Remeros Paysandú. Fue una muestra de la integración deportiva por aquellos años, y quizás allí estuvieron los primeros “abrazos integracionistas”.

Otro antecedente más reciente es la del equipo de básquetbol de Colón que jugó muchos años en el básquetbol de Paysandú, allá por los ´90, La Unión.

Campeón “Olímpico” en las Olimpíadas del Puente

En el libro de Julio César Damico, Nuestros Monstruos Sagrados se evocan las Olimpíadas deportivas. En los primeros meses del ´76 se realizaron Olimpíadas de los más diversos deportes, prácticamente todos, donde participan las poblaciones que están en la órbita de esta extraordinaria obra binacional. Uno de los deportes que compitió fue el vóley masculino. Tal vez en esos años este deporte tuvo la generación de voleibolistas que más han lucido a través de los tiempos. Se lograron campeonatos nacionales en mayores y juveniles venciendo en ambas finales a Montevideo. Es decir a la selección uruguaya. Tan es así que en sus conocidos actos de soberbia, los montevideanos jugaron con la camiseta celeste que nos identifica a todos los uruguayos y no a alguien en particular. Y para no ser menos ese Paysandú histórico se quedó en forma invicta con esta “Olímpica” competencia. Fue dejando atrás a Concepción del Uruguay, Colón, Concordia por el lado argentino, Salto y Soriano por el uruguayo. A la final fue Paysandú ante Colón. Fue un categórico 3 a 0 para los sanduceros.

Más acá en el tiempo equipos de básquetbol, de hockey, han competido. La pandemia interrumpió naturalmente esos vínculos. Nunca fue fácil cruzar con cierta facilidad, en lo relacionado a los trámites pero también en lo económico para las delegaciones. Naturalmente eso generó inconvenientes, en definitiva estamos tan cerca pero a veces tan lejos.

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