Escribe Diego Cardozo
Para muchos ingresa en la mente un rasgo directo de utopía rara cuando se dice que un sueño sería robar un banco, pero un robo bien realizado sin sangre derramada. ¿Un robo bien? Pero tomar algo ajeno está mal sea como sea, aunque por momentos la apología al delito se pasea sin miedo ni vergüenza por la televisión o el cine.
Con mirar el cartel publicitario al denominado robo del siglo, haciendo mención al atraco realizado en el banco Río en la central de Acassuso en la República Argentina podemos tener conocimiento de lo que se pone como una picardía del ampa si es una picardía para muchos una operación llevada acabó con suma inteligencia.
Un grupo de hombres que ingresan a un banco simulando que las cosas se salen de control y mientras tanto retiran el botín por debajo del sistema de alcantarillado. Además no utilizan armas verdaderas y por último le dejan a la policía y al mundo una frase digna de poesía digamos bohemia como SIN ARMAS NI RENCORES.
Pero ahora bien, ¿qué pasa cuando los sueños de plata fácil se chocan con las intenciones de ocultar problemas que pueden causar un caos político?
Miremos en la línea del tiempo el siguiente caso ocurrido en España el 23 de mayo del año 1981 cuando para aquella Nación la democracia recién comenzaba a ver la luz. En la mañana de aquel 23 de mayo de 1981 un comando de diez integrantes ingresan al Banco Central de Barcelona tomando dominio del lugar y disparando al techo. Los asaltantes se dispersan en distintas posiciones y de inmediato parece que harán su trabajo rápido hasta que unidades de la policía vasca se hacen presentes, los rodean y comienza una toma de rehenes que duraría tres días.
Entre medio de lo que estaba aconteciendo los ladrones que en un principio sonaban como delincuentes comunes dejan de serlo para que la democracia Española a tres meses del intento de golpe de estado del 23 de febrero vuelva a tambalear.
Cuando del Interior del Banco el que se denomina como líder del asalto se comunica con las autoridades es enfático y dice lo siguiente. -Exigimos la liberación inmediata de nuestro teniente coronel Torrijos y todos nuestros camaradas de armas detenido.
¿Quién era Torrijos? Este último había comandado la operación de intento de golpe de tristemente célebre 23 F.
Para muchos los que estaban causando un calvario con una dramática toma de rehenes eran guardias civiles que continuaban nostálgicos al Franquismo para otros unos simples ladrones que intentan aprovechar la situación política social confusa. Lo acontecido fue de película el líder del asalto pide comunicarse con Torrijos y este le dice a la policía que él no está al tanto de lo que sucede. Cuando se le comunica al líder del asalto que su supuesto compañero de lucha no apoya su manera de actuar toma la decisión de alargar el calvario de los rehenes aunque muchos son liberados.
El número uno del robo se toma el tupé de salir encapuchado con un rehén y ante la mirada atónita de todos se pasea por la plaza que se encontraban enfrente del banco. Uno de los últimos rehenes liberados lleva un maletín que pasa desapercibido, que detalle poco interesante ¿no? Bueno veamos el desenlace final de este atraco para ver si ese maletín era un maletín más. Transcurridas las primeras horas de la tarde del 26 de mayo de aquel año 1981 la policía toma la determinación de ingresar por la fuerza al banco. Se cobran la vida de uno de los asaltantes, mientras que la salida tanto de los delincuentes como de los rehenes es totalmente desorganizada. No pasamos por alto que un hombre fue herido de un disparo en una de sus piernas por los ladrones, como manera de advertir con sangre de lo que estaban dispuestos pero la policía se decidió a seguir por el camino de las balas y dejar atrás las negociaciones.
Recordemos que la salida del Banco fue caótica y desorganizada y los rehenes fueron confundidos con los asaltantes, pero siempre lo frágil cae por débil y un agente de la guardia civil reconoce a un viejo conocido llamado José Juan Martínez Gómez alías el Rubius. Cuando parece que lo relacionado a la política se cae como móvil del caso y se comienza a ver el robo como tal un robo común. Rubios narra que fue contratado por una persona allegada al rey Juan Carlos para entrar al Banco y retirar información oculta en la bóveda que vinculaba a la corona con los golpistas del 23 de febrero.
Cuando se vieron rodeados y al notar que la información corría peligro en las horas decisivas del asalto un rehén que en realidad estaba apoyando la operación desde un principio retira los documentos trascendentes para la paz del país en un maletín, si en ese maletín que parecía irrelevante en todo lo ya mencionado anteriormente.
La picardía es utilizada para que aquel hombre del ampa pase como un ladrón que se quiere ganar un lugar importante en la historia, la guardia civil nunca encontró ese maletín pero hoy lo que parecía un delirio del Rubios toma relevancia cuando material de archivo en imágenes dejan ver a un rehén que retira ese maletín.
Lo cierto es que el intento frustrado de asalto quedó en la memoria colectiva española durante años como un caso muy peculiar y para algunos, gracioso al ver que los ladrones de poca monta se pretendían corearse con las cicatrices políticas de España. Otros creen que si la política estuvo vinculada en aquel hecho.
Ramallo, 1981
Ahora los invito para que en la línea del tiempo me acompañen de aquel año 1981 en Barcelona para desembarcar en la Argentina más precisamente en la localidad de Ramallo para ver uno de los casos más trágicos en impactantes de todos los tiempos denominado como la vergüenza del mundo del ampa.
Era la fría mañana de un 16 de setiembre de 1999 cuando tres delincuentes con un alto prontuario ingresan a una sucursal del Banco Nación en Ramallo tomando como rehenes a el gerente Carlos Chávez, su esposa Flora Lacave y al contador Carlos Santillán.
Una vecina ve cuando los tres asaltantes ingresan al banco y advirtió a la policía la cual llegó al lugar y los arrinconó, aquí en este caso se verán de un momento inicial al final las complicidades con la policía, si ir más lejos el jefe del grupo halcón pasada tres horas de que los ladrones se atrincheran en el Banco da la orden de ingresar por las vías de conducto para reducir a los asaltantes, pero se percatan que el gerente tiene colgado de su cuello una granada y un dato muy importante y paupérrimo para la policía es que contaban con un radio que los mantenían en permanente conocimiento de los movimientos operacionales de las autoridades.
Entre que nadie se quería hacer cargo de las negociaciones aparece un juez de nombre Carlos Villafuerte Ruso quién en el año ´95 se encargó de investigar la dudosa muerte del entonces hijo del presidente de la Argentina Carlos Menem.
Haber estado al frente de las preguntas y nulas respuestas de lo que pasó con Carlitos Menem lo torna a Villafuerte Ruso en el personaje más sombrío de esta historia que lastimosamente desde un inicio entre bambalinas de los personajes vinculados tubo un final que se anticipaba rápidamente.
Los ladrones exigían la llave de la bóveda y el juez que actuaba como negociador se negaba pasaban las horas y la negociación era meramente una puesta en escena de adentro del Banco se escuchan gritos y la policía no actuaba en lo más mínimo hasta que en la madrugada del 17 de setiembre la historia policial rioplatense le regalaría a Ramallo una página dedicada a conocer las inoperancias trágicas que se cobraría vidas inocentes.
El desenlace es el siguiente, después de horas dramáticas la determinación de los asaltantes es fugarse en la oscura madrugada con los rehenes en el auto del gerente pero entrarían en una trampa mortal. La policía aprovechando que los periodistas se encontraban descansado ni bien los asaltantes y los rehenes salen del Banco comienza a disparar dejando el saldo de tres muertos en el acto, los acribillados son el gerente Carlos Chávez, el contador Carlos Santillán y uno de los ladrones Javier Hernández.
Sobreviven la esposa del gerente Flora Lacave y dos de los delincuentes Carlos Martínez quien estaba en el auto y Martín Rene Saldaña este último se había quedado adentro del Banco. Pero hoy la historia cuenta que dos sobrevivientes pueden narrar lo acontecido ya que Saldaña se quitó la vida en la celda de la comisaría, bueno entre suicidio y asesinato la duda es frágil. Ahora bien ¿quién dio la orden de disparar a quemarropa sobre el auto? Pregunta sin respuesta y más cuando Villa Fuerte Ruso como una burla es el encargado de llevar acabo el juicio.
Los años pasan y crece cada vez más una hipótesis entre las voces del pueblo argentino cuando gritan que la conocida como masacre de Ramallo se da porque los asaltantes estaban enviados por el gobierno de turno para retirar información valiosa sobre la muerte de Carlitos Menem información que estaba en la bóveda del Banco y qué fotos de algún sagaz reportero gráfico muestran que un maletín otra vez es el que se lleva la impunidad escondida otra vez igual que en el robo al banco central de Barcelona.
Como ya lo dije la masacre de Ramallo es denominada como la vergüenza del ampa.
“No queremos otro Ramallo” decía Mario Vittete al negociar como distracción mientras sus compinches realizan el robo del siglo, ese que la TV casi como broma publicita.
Para el tristísimo hechó de la ciudad de Ramallo apareció una sola condena firme entre comillas que fue a veinticinco años para el ladrón Carlos Martínez pero este caso se esconde entre tinieblas de hipocresía y poco se sabe en la actualidad se sostiene que Martínez murió en prisión o que fue liberado antes por buena conducta.
Jugo el sueño de robar un Banco y salir rápido apañados por la policía, pero también jugó y feo la necesidad de ocultar una verdad que vincula a la parte más sucia de la política, esa parte que si tiene que tirar a mansalva lo va hacer.