Escribe Darío Rodríguez
El Partido Nacional (PN) ha cimentado su poder fuera de Montevideo controlando buena parte de las Intendencias; administrando 15 de las 19. El mismo se afirma en la constitucional mayoría automática de cada Junta Departamental (JD), -eso facilita ignorar controles y a la oposición-, conducciones clientelares y fuertes caudillismos; muchas veces gente de poder económico que deviene en político y se maneja como patrón de estancia.
Hay otros ingredientes que facilitan la perpetuación de irregularidades, corrupción, nepotismo y otras prácticas poco saludables para la democracia. La ausencia de organización social de distinto tipo, oposiciones débiles, medios y comunicadores cooptados por los dueños locales del poder dan vida a los señores feudales que se instalan en las Intendencias desconociendo la separación de poderes y las practicas republicanas.
En varios departamentos tenemos radios y/o canales asignados a correligionarios; fue prolífico, en la materia, el gobierno encabezado por el padre del actual inquilino de Torre Ejecutivo. En tales territorios, de hecho, hay un blindaje que se refuerza con la pauta que pone la respectiva Intendencia. Al ser la Intendencia uno de los principales empleadores da enorme poder al que ocupa su jefatura.
Con naturalidad se pudo observar en las recientes internas (práctica habitual) el uso de la maquinaria de Intendencias para sustentar candidatos, repartir canastas, materiales, etc.
En Artigas, en una suerte de intento de justificar la corrupción, se dice que Pablo Caram tuvo 10 mil votos en la interna; lo que es cierto. Lo que no se comenta que montó una ingeniería que consistía en que funcionarios municipales abrieran listas, so pena, de ser despedidos. El montaje llegaba a familiares de trabajadores y así se multiplicaban los apoyos. Era uno de los mecanismos, hay otros.
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