A 48 AÑOS DEL NACIMIENTO DEL FRENTE AMPLIO
1971-2019.
Hace 48 años, un 5 de febrero de 1971, quedó constituido formalmente el Frente Amplio como una fuerza política de cambio y justicia social, postulados que sigue reivindicando hasta hoy. Se integró por todos los grupos políticos y ciudadanos que se adhirieron a sus principios y objetivos, establecidos en su Declaración Constitutiva, en sus Bases Programáticas y en el Acuerdo Político celebrado.
Es una organización con carácter de coalición y movimiento, que se ha comprometido al mantenimiento y defensa de la unidad, al respeto a la pluralidad ideológica y a la identidad de los grupos que lo conforman. También al acatamiento de las resoluciones adoptadas por sus organismos y está abierto a la incorporación de otras organizaciones políticas y ciudadanos que compartan sus mismas concepciones.
Su nacimiento se concretó en momentos muy difíciles de la historia de nuestro país, en una circunstancia histórica marcada por factores de tensión y equilibrio entre la permanencia y el cambio.
El proceso histórico para llegar al Frente Amplio recorrió varias etapas y no podemos separarlo del contexto latinoamericano y especialmente del rioplatense. Podemos remontarlo a la década de 1930. Las consecuencias de la crisis mundial del capitalismo de 1929 y el golpe de estado de Gabriel Terra en marzo de 1933, acercaron a sectores de los partidos tradicionales a los sectores de izquierda, para enfrentar la dictadura. Se destacó ya el accionar de Carlos Quijano impulsando esta unidad de sectores blancos y colorados, independientes, socialistas, comunistas, cívicos y amplios sectores de la sociedad. Pero fue en el correr de la década del sesenta, con la caída del modelo neobatllista basado en la sustitución de importaciones, con una inflación descontrolada, que se desata una profunda crisis que dió paso al nacimiento de esta fuerza política. El deterioro del sistema de partidos, la pérdida de su centralidad política y la polarización creciente, fueron pilares fundamentales de este proceso. Los partidos tradicionales perdieron sus condiciones de liderazgo, no encontraron el camino para su renovación, ni para ofrecer nuevas propuestas en el campo político y económico. Si bien hubo algunas iniciativas de recambio, especialmente enmarcadas en el desarrollismo cepalino, fracasaron frente a la inercia y los hábitos imperantes. No se pudieron concretar ni compromisos políticos ni nuevas alianzas sociales. Las disputas a la interna de los partidos se agudizaron desde mediados de la década del sesenta, crecieron la fragmentación política, el vacío de liderazgos y las oposiciones sociales. Fueron años de polarización, de enfrentamientos enconados en diversos ámbitos de la vida nacional, con el telón de fondo de la guerra fría, que tenía como escenario privilegiado a América latina. Con el triunfo de la revolución en Cuba, con movimientos guerrilleros, con militares golpistas, pero con una sociedad que aun confiaba en que los pleitos fundamentales se podían dirimir en las urnas. Con trabajadores organizados que se constituyeron en una entidad única, la CNT, que se proyectó con fuerza abonando el campo para la unidad política. Con una fuerte movilización estudiantil.
La cada vez mayor movilización popular empujó a los dirigentes de izquierda a acordar una unidad trabajosa, sin exclusiones, venciendo los recelos, en especial hacia el Partido Comunista. En este contexto la izquierda emprendió una nueva etapa de desarrollo, con renovaciones partidarias, con un viraje en el Partido Comunista, con cambios en el Partido Socialista, en la izquierda independiente y en las corrientes cristianas y con el apoyo de sectores de la academia. Con un llamamiento ciudadano y una fuerte apelación social. Transformaciones y acercamientos basados en recorridos anteriores, pero con innovaciones significativas que buscaron ensanchar la participación de masas, mediante un frente que la posicionara mejor en la competencia electoral. Se trató de aunar a sectores sociales, clasistas, con una vertiente partidaria y electoral. En definitiva la izquierda supo aprovechar la crisis del sistema mediante su reconversión política e ideológica, a la que se sumaba una larga acumulación de fuerzas, más la centralización y politización que los gobiernos autoritarios de la época reprimieron. La izquierda dejará así de tener solo una actuación testimonial para constituirse rápidamente en “la tercera divisa”, que quebraría definitivamente el bipartidismo tradicional. Lo que para la oposición en particular, aparecía como “una colcha de retazos”, desde un principio demostró que era más que la suma de las partes, que no era una simple alianza electoral sino que adquiría el perfil de una coalición de partidos, en términos de identidad y de estructura. Tuvo la peculiaridad de crear una red de organizaciones de base – comités de base zonales y funcionales, coordinadoras – que fueron y son aún núcleos de integración y militancia. También está vigente desde sus orígenes el que en sus instancias directivas participen representantes de sus partidos miembros, pero también representantes directos de las bases frenteamplistas, con un régimen de mayoría calificada para resolver asuntos de vital importancia.
Como todo partido político el Frente Amplio tiene una historia de hombres y de ideas; de hombres y de ideas provenientes de diferentes contextos. Varios dirigentes tuvieron un papel decisivo en las negociaciones, una política de negociaciones múltiples que vencieron las resistencias del Gral. Líber Seregni, prestigioso militar de carrera, con cualidades que lo distinguían de los profesionales de la política. El Gral. Seregni emprendió entonces el liderazgo de la nueva fuerza política, que manifestaba claras intenciones de expansión nacional.
Los hechos se sucedieron: el 5 de febrero se suscribió el compromiso político del FA; el 17 de febrero se aprobaron las bases programáticas para un gran proyecto nacional; el 16 de marzo se aprobó el Reglamento de Organización; el 22 de marzo la Mesa Política aprobó por unanimidad la candidatura del Gral. Líber Seregni, dos días después lo hace el Plenario Nacional, que proclamó las candidaturas comunes: el Gral. Liber Seregni y el Dr. Juan José Crottogini. El 26 de marzo se realizó el primer acto público, con la consigna “La patria nos llama, orientales al frente”. En su simbología- su bandera roja, azul y blanca – como en su discurso, se apelaba al artiguismo, del que se consideraba legítimo heredero. Un 26 de marzo, pero de 1815, Fernando Otorgués había izado en Montevideo la bandera de la Provincia Oriental libre.
El 26 de marzo L. Seregni decía que el Frente Amplio era el pueblo en la calle, que era una necesidad popular y colectiva, que era un hecho colectivo, con razones colectivas, porque las resoluciones individuales tenían metas sociales, que tenían que ver con el destino de la sociedad uruguaya. Por eso había desencadenado tan rápidamente la adhesión, la participación y la militancia de miles de uruguayos.
“El FA es un movimiento político sin precedentes en el país, que tiene la estatura del país entero, que se daba los primeros pasos, los que faltan los daremos con zancos y la inteligencia del pueblo”. Cierra el discurso diciendo “padre Artigas, aquí está nuevamente tu pueblo”.
En ese contexto, y con el rol singular de Seregni, el Frente emergió con algunas marcas de origen que no debería desconocer ni abandonar, tales como el trabajar siempre en la construcción de una nueva cultura política, no abandonando principios fundamentales de la ética y de la tolerancia; en el saber articular las dimensiones de coalición y movimiento; el respetar la dialéctica entre la diversidad ideológica y la unidad programática y política; el tener una mirada estratégica; el poder administrar sus conflictos y saber trabajar en la construcción diaria de la unidad. Cultivar en forma permanente la relación con las organizaciones sociales, en especial con el movimiento sindical, pero manteniendo las autonomías necesarias. Y como condición esencial, trabajar por y para nuestro pueblo, en especial para los sectores más vulnerables. Mantener la utopía de una sociedad más justa, como una forma de caminar y de responder a los retos que siempre estarán presentes.
En aquella campaña electoral de 1971 pasó de todo, provocaciones y agresiones de todo tipo, climas hostiles en especial en ciudades del interior; pero fue enfrentada con entusiasmo y con el protagonismo de mucha gente joven.
A 48 años la realidad es otra, el frenteamplismo es una marca de identidad pero el contexto es diferente, a nivel latinoamericano y mundial. Hay continuidades y también diferencias con aquel Frente de 1971. El mundo es otro, son otros los desafíos a enfrentar, en lo económico, en lo socio-cultural y principalmente en lo educativo. Hay que dar respuesta a nuevas formas de trabajo en relación a la llamada “revolución 4.0”, nueva etapa de la revolución industrial.
El Frente Amplio llegó al gobierno y es una comunidad política proyectada para permanecer, pero es una coalición ampliada y enfrenta la necesidad de reconfigurar su mapa interno y afianzar nuevos liderazgos. Ha pasado por reveses, derrotas, desilusiones, divisiones, compañeros que se fueron y volvieron, otros que se fueron y no retornaron; nuevos compañeros que se integraron.
Hay que recuperar la memoria y la capacidad del relato. Saber que se enfrentan dos proyectos de país diferentes, que no todos somos iguales, que la derecha y la izquierda siguen vigentes, y que históricamente es la izquierda la que apunta a las mejores condiciones de vida para la gente. Y que en ese camino está esta fuerza política desde sus orígenes. No se trata de desconocer errores, de no aceptar que hay cosas que pudieron hacerse mejor. Pero son muchos los avances en sus catorce años de gobierno, aunque se pretenda desconocerlos. Las leyes de avance popular tienen su sello; el país es más democrático y más libre; no obstante lo cual enfrentará nuevamente una campaña electoral difícil, con provocaciones, agresiones y mentiras tendientes a denostar lo logrado.
Por eso creemos que es necesario tener presentes los pilares identitarios, trabajar por y para ellos, si se quiere mantener la confianza del pueblo y volver a acercar “a los hijos pródigos”, a aquellos compañeros que se sienten defraudados.
Desde la prisión, el 18 de julio de 1973, Seregni terminaba una carta a su esposa diciendo que el camino a recorrer era largo pero hermoso; que se pueden perder una y mil batallas; pero que lo que hay que ganar es la guerra. Y en ella triunfa el de mayor firmeza, el de mayor voluntad, y para eso siempre tener presente al pueblo, solo al pueblo. El Frente es tributario de mucha gente que asumió compromisos, que sufrió torturas, destierro y muerte. Hoy debe tener presente esto, no sólo en sus discursos sino también en su accionar. Releer a Seregni a la luz de nuevos contextos es una medida saludable, y recordar el cierre de la carta mencionada, “a templar los morenos el corazón”, y con los mismos zancos trabajar para que la causa del Frente continúe siendo la causa del pueblo.
Salud FRENTE AMPLIO !
Nelly De Agostini Pinna