Escribe Darío Rodríguez
“En vez de expandirse por los valiosos espacios verdes, las ciudades deberían utilizar suelo abandonado y edificios vacíos en desuso. Los centros comerciales de las afueras de las ciudades, los polígonos empresariales y las urbanizaciones suburbanas, a los que se accede con vehículo privado, son los enemigos de una ciudad próspera”. Arq. Richard Rogers
En los territorios urbanos se expresa con claridad -aunque se la quiera minimizar- la pugna de sectores por el acceso a los mismos. En la porfía intervienen diversos actores, con pesos y capacidades de incidencia diferentes. De ahí que la intervención del Estado, regulando, se hace vital. El marco normativo asigna el rol de policía territorial a las Intendencias Departamentales. La ley de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sostenible (LOTDS) aprobada en 2008, en largo proceso, reafirma tal mandato.
“Los fraccionamientos de La Tahona y los de ruta 90 están lejos de dicho cometido y de una “ciudad compacta y sostenible con cohesión social”
En términos generales, la gestión del FA en Paysandú se plegó a las políticas sobre el OT.
Desde hace muchos años, y se viene extendiendo a otras localidades, la ciudad de Paysandú tiene su plan de OT, el que ha sido objeto de ajustes y revisiones. Estas se fueron adaptando a lo preceptuado por la LOTDS; una de las tantas interesantes herramientas legadas por los gobiernos del FA. Entre otras cuestiones, la LOTDS categoriza suelos, define usos y habilita la constitución de carteras de tierras con fines habitacionales, de generación de espacios recreativos, de encuentro y otras funciones.
“Por ejemplo, el proyecto integral de Paylana, desde su concepción, se alinea claramente con las políticas públicas de la izquierda”
La actual gestión departamental, y lo hemos señalado, demostró su sensibilidad al gestionar realojos con soluciones habitacionales dignas, -con cierto trabajo social asociado-, dio otros usos a territorios inundables, (con control del mismo), apoyó el sistema cooperativo, consolidó barrios, etc. Por ejemplo, el proyecto integral de Paylana, desde su concepción, -y más allá de su proceso- se alinea claramente con las políticas públicas de la izquierda de inclusión social, acceso a bienes y equipamientos urbanos, mejor utilización de suelo en sitio consolidado de la ciudad. Ya no más esa política de los pobres a las periferias, para que luego el Estado monte allí Escuela, Liceo, saneamiento, alumbrado, servicio de ómnibus entre otras cosas. Pero ésta muy buena política pública se da de patadas con una suerte de “urbanismo de elite”habilitado desde la IDP que compromete futuras políticas.
En su artículo 3º la LOTDS dice: “… el OT es el conjunto de acciones transversales del Estado que tienen por finalidad mantener y mejorar la calidad de vida de la población, la integración social en el territorio y el uso y aprovechamiento ambientalmente sustentable y democrático de los recursos naturales y culturales”. En el Plan de OT de Paysandú Ciudad se establece, artículo 7, literal E, que se aspira “consolidar el asentamiento de la población residente y alentar el afincamiento de nueva población en función de las áreas prioritarias que se definen al interior del área urbana”. Claramente los fraccionamientos de La Tahona y los de ruta 90 están lejos de dicho cometido y de una “ciudad compacta y sostenible con cohesión social” como se lee en dicho Plan. Los fraccionadores, que ya no encuentran espacio en Montevideo, vieron la rentabilidad del proyecto y que en el interior es más sencillo. Ahora plantean generar laguna artificial en la zona de ruta 3 y el arroyo San Francisco. En su página web la Intendencia informó que “el grupo inversor “La Tahona” prevé la ejecución de un proyecto que al cabo de 15 años invertirá alrededor de 60 millones de dólares”. Es una promesa. Matías Zanoniani, -vocero del emprendimiento- admite que el proyecto en la zona del Paysandú Golf Club es “netamente inmobiliario” y el recientemente aprobado en ruta 3 “si bien posee un componente inmobiliario se centrará en la generación de una laguna de 20 mil metros cuadrados con playa pública y privada de 7 mil metros, además de 400 lotes de residencia y turismo, con hotelería, un club, restorán y salones de eventos”. Un suculento negocio inmobiliario (hay que sumar lo que ingresará por la venta de los lotes) al que luego la comunidad tendrá que dotar de los distintos servicios. Ah, y con playa privada. Se habilita la mercantilización del espacio con fenomenal rentabilidad. Ha sido un error estratégico.
Cierta inacción histórica del Estado, en materia de OT y la enorme capacidad de lobby de fraccionadores (muchas veces operando desde ambos lados del mostrador), especuladores, agentes inmobiliarios, fueron moldeando las ciudades. El resultado: exclusión socioespacial, ciudades duales (una para pobres, otra para ricos), fragmentación, asentamientos, vaciamientos zonales y gentrificación.
En los 90, en Uruguay, pleno furor neoliberal, surgieron los llamados barrios privado, country, casas de campo, barrios privados. La denominación no era accidental, muchas veces era el expediente para sortear limitaciones. Pero estos sectores son muy creativos, máxime cuando desde el gobierno se luce permisivo. No obstante su existencia en varios departamentos (unos 60), incluyendo Paysandú, en Montevideo, bajo el gobierno del FA, no se habían habilitados. En el 2011 Zonamerica, una gran zona franca libre de gravámenes, presentó a la IDM un proyecto de barrio privado. La fundamentación, en contrario de la Intendencia, fue demoledora; aunque planteó alternativas. Se dijo, por ejemplo, no queremos crear “guetos”. Juan Pedro Urruzola, entonces Director de Planificación Urbana, sostenía en El Observador, “la idea de fondo es que la ciudad debe ser universalmente abierta en sus espacios públicos, tiene por naturaleza el encuentro de los diferentes. Por el contrario, este tipo de iniciativas genera exclusiones”. Agregando que “los guetos tienden a empobrecer, a separar, y a desalterar los tejidos sociales, que son imprescindible para construir procesos de mejora generalizada. En los últimos años se han dado procesos que alarman sobre fragmentación territorial”.De todas maneras proponía, levantando uno de los planteos en los que sustentaban la iniciativa, construir complejos habitacionales para parte de los 7.500 trabajadores de Zonamerica. No obstante el rechazo, en Montevideo existen unos 5 barrios semiprivados.
Si nos apegamos a la LOTDS sería interesante que el Corralón Municipal de Paysandú salga del actual emplazamiento y que su suelo contribuya a un proyecto integral, con interacción de públicos variados, alimentando, por extensión, una nueva centralidad asociada a centros de salud, UdelaR, pista de atletismo -refaccionada- y piscina climatizada en Plaza Deporte. Esto se armoniza con lo escrito en el PO de la ciudad. Su bondad estará dada por la compactación de la ciudad, densificar áreas, optimizar uso del suelo con todos los servicios y apostar a una ciudad incluyente, heterogénea, democrática. Adicionalmente no vendría mal realizar un relevamiento de fincas y tierras susceptibles de usar con fines habitacionales y contribuir a abatir el déficit habitacional, estimado en 4 mil viviendas. La ciudad sigue siendo un espacio en disputa sobre lo cual hay que tomar partida. El FA local debería revisar estas políticas, la oportunidad viene de la mano de la confección del plan de gobierno.