EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE CUARENTENA

Prof. Gabriela Arias

Dipl. Neuroeducación y Emociones en el Aprendizaje

Mayo 2020 y la palabra que más suena en el ambiente es “crisis”, crisis económica, crisis sanitaria, crisis existenciales. Dice la creencia popular que con las crisis vienen las oportunidades.

La palabra crisis tiene su origen en el griego “krísis” decisión, del verbo Krino, yo decido, separo, juzgo. La decisión radica en si se toma a la crisis como una amenaza y se actúa como tal o si se toma como una oportunidad y se decide en consecuencia.¿Qué factores inciden en esa decisión a tomar? ¿Por qué unos se paralizan frente a la amenaza que esta representa y otros la ven como el origen de grandes cambios?

Sin embargo información no es lo mismo que conocimiento. Hoy en día los alumnos tienen toda la información a un clic de distancia, aunque Google no da las herramientas y estrategias de búsquedas y aprendizaje, no enseña a discernir si esa información es válida o no, esa es la tarea del docente de hoy.

Desde mi rol de docente me enfrento con ambos casos diariamente, alumnos desbordados por tantas tareas y otros que encuentran en las aulas virtuales un lugar seguro desde donde aprender. Percibo a colegas saturados con infinidad de cursos virtuales (tienen la necesidad intrínseca de asistir a todos), con contenidos que dictar y tareas con fechas límites que corregir. Como también me encuentro con colegas que han desarrollado una magnifica creatividad para presentar sus clases sin agobiarse ni agobiar alumnos. Desde mi punto de vista de neuroeducadora este es el momento de potenciar habilidades más que de compensar debilidades.

En estos días tanto docentes como alumnos se enfrentan a momentos de estrés provocados por la incertidumbre, ese estrés trae consigo el miedo. Nuestro cerebro paleolítico no posee la capacidad aún de discernir una amenaza real (ataque de un tigre) que de una irreal (no terminé la tarea a tiempo), por lo tanto su reacción es la misma en ambos casos, prepararse para huir o luchar. ¿Cómo hacer para disminuír la reacción de miedo? Creamos un ambiente resonante en donde el alumno se sienta cómodo y motivado, en el cual el desafío planteado no sea muy superior a los recursos que el alumno posee, para no frustrarlo; ni muy inferior a esos recursos para que no caiga en el aburrimiento. El docente debe de generar entre la demanda (tarea) y el recurso (habilidades cognitivas) un estrés positivo de modo de despertar la emoción para que el alumno se motive y la realice.

¿Qué hacemos con los contenidos? El docente ha sido, aunque no lo quiera reconocer reubicado por la tecnología, ya no es el poseedor absoluto de la información. Sin embargo información no es lo mismo que conocimiento. Hoy en día los alumnos tienen toda la información a un clic de distancia, aunque Google no da las herramientas y estrategias de búsquedas y aprendizaje, no enseña a discernir si esa información es válida o no, esa es la tarea del docente de hoy. Como dice el viejo refrán “si no puedes con el enemigo, únete a él”, está en sus manos subordinar la tecnología a lo pedagógico y metodológico. El gran desafío que hoy tienen enfrente es enseñarles a los alumnos a aprender a aprender.             En este flujo constante y abundante de información es imperativo que los docentes trabajen en pos de dotar a los alumnos de competencias más que de contenidos: saber trabajar en equipo, desarrollar la empatía, formar buenos negociadores, incentivar la retórica y fundamentalmente promover el autoaprendizaje.

Esta crisis es fundamental para generar nuevos modelos de enseñanza que no se centren en el “qué” enseñar, sino en el “cómo” aprender. Las redes neuronales que se implican en el “cómo” son más complejas, organizadas y flexibles que las que se implican en el “qué”. Este es el momento perfecto para comenzar a incluir a la educación emocional, que es tan importante sino más que algunos contenidos. En palabras del neuroeducador español Francisco Mora, “el maestro es la joya de la corona de la educación de cualquier país, porque transmite humanidad y eso no lo reemplaza ninguna máquina”. Esa humanidad de cara a la alfabetización emocional ayudará a desarrollar individuos capaces de auto controlar las reacciones de miedo que mencionaba anteriormente. Ayudar a los alumnos tanto niños como adultos a generar una mentalidad de crecimiento, a cambiar el “no sé cómo hacerlo” por “lo voy a intentar una vez más” a buscar nuevos caminos ante un obstáculo y no cerrarse ante él. Esta mentalidad de crecimiento junto con la alfabetización emocional va a desarrollar individuos capaces de ver en cada crisis una oportunidad y no una amenaza.

 

 

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