Violencia en Villa Esperanza, Colonia

Daniel Roselli/EL ECO desde Colonia

“Se pasean con un 32 en la mano pero si me tocan la gurisa o a mi mujer los mato”, dice muy alterado Carlos González, quien dejó su casa en Villa Esperanza para no estar más envuelto por las amenazas y por el enfrentamiento con sus vecinos.

Allí por Ruta 1, a la altura de donde se ingresa al barrio El General, si doblamos hacia la derecha, entraremos en un camino que nos lleva a Villa Esperanza. Después de ingresar a una angosta calle se toma por una cuesta abajo y se llega a un rincón de no más de una cuadra que tiene como límite el Arroyo La Caballada.
Villa Esperanza es un rincón muy precario, con pobrezas extremas, con jóvenes cargados de violencia y sin saberlo, sin ninguna esperanza de mejorar la vida; que abusan pero que son o fueron abusados, que consumen y venden drogas, que su vida pasa por cómo conseguir dinero para consumir delinquiendo como forma de vida… Así es esta Villa, hoy un rincón de violencia y pobreza.

Transformación de Villa Esperanza
Corría el año 2018. Después de mucho tiempo y muchos reclamos se concretó el realojo de vecinos de Villa Esperanza a El General, entre otros barrios. La idea era destruir las viviendas que quedaban vacías para que no fueran ocupadas, sin embargo las necesidades y vecinos fueron mucho más rápidos que las autoridades, y personas o barras que vivían en Villa Ferrando o en Las Malvinas, se volvieron habitantes de Villa Esperanza, habitaron las casas de los realojados y la tranquilidad de la villa se fue transformando hasta que a veces las noches parecen salidas de la películas del far west. “Todo cambió. Hasta cerró el único almacén que había. De noche se escuchan los tiros, los gritos, va la policía, pero da una vuelta y se va, nada más”, dijo a EL ECO Carlos González, un vecino o ex vecino de Villa Esperanza.

“A mí si se drogan me importa un pomo, pero que me dejen tranquilo”
Carlos González (36 años) vive con su mujer (24) que está embarazada, un hijo de ella de siete años y una hija de ambos de dos años.
Denunció su caso una y otra vez ante la policía, pero ante la falta de respuesta vino a EL ECO para que la violencia que está viviendo en la Villa salga a la luz antes que pase una tragedia.
González junto a su familia vivía en la casa de sus suegros porque la situación en la villa no “daba para más”. Enfrentado con sus vecinos, prefirió dejar la casa antes que suceda una tragedia. Ésta es su historia.

“Allá abajo no se puede ni entrar, pero de alguna manera tengo que solucionar”
Esa frase es parte del relato de Carlos González que dejó su casa en Villa Esperanza al cuidado de su pitbull. Hasta que dialogó con EL ECO vivía en la casa de la familia de su compañera porque se le había hecho imposible vivir en la Villa.
Apenas divididos por un alambrado, los vecinos de Villa Esperanza se ven las caras a toda hora. Los encontronazos de Carlos González con sus vecinos comenzaron con una historia de abuso hace cinco meses atrás, donde “nosotros hicimos la denuncia correspondiente, pasó a fiscal, pero después todo quedó en la nada porque a quien denunciamos era menor y supuestamente hasta que no cumpliera la mayoría de edad no podían hacer nada”, le dijeron.
Después de la denuncia y la actuación judicial, comenzaron las pedradas en los techos, roturas de los vidrios de las ventanas, las agresiones se multiplicaron y esto pasará a mayores. “Nosotros hemos llamado a la policía, en una noche vino dos veces, pero me dicen que no pueden hacer nada porque tienen que esperar la orden del fiscal”.
En una ocasión les rompieron los vidrios de la ventana “fue un lunes de noche, y el martes de mañana después que mi señora se levantó (está embarazada), una de las drogadictas que vive allí, la agarró con un palo y a pedradas y la lastimó por todos lados. Los vecinos llamaron a la policía, se la llevaron a la comisaría, me fueron a buscar a mí y tuvimos que hacer de nuevo la famosa denuncia y quedamos a la espera”. Nada pasó.
González dijo EL ECO que esa noche le pidió al móvil policial que lo llevaran a sacar ropa, “pero me dijeron que nos llevaban pero nos dejaban ahí. Y yo pregunto: ¿cómo nos van a dejar ahí con una mujer embarazada al lado de una boca de drogas y el tipo anda armado? ¿En qué cabeza cabe? Nos tuvimos que venir a la casa de mi suegro sólo con lo puesto”.
Todo ello ocurrió el martes 7 de abril. “Después le pedí a mi cuñado que me llevara a buscar las cosas. Le apedrearon el auto y también hizo la denuncia, pero también todo quedó en nada”.

Una peligrosa realidad
Carlos González acusó de que allí funciona una boca de venta de drogas, pero “que es problema de ellos, a mí me importa un pomo, yo salgo a trabajar y punto. Pero ellos quieren que nos vayamos, para quedarse con la casa que estamos nosotros”.
Pero ahora “yo no quiero ir para allá, porque tengo familia, tengo mis gurises chicos, tengo mis padres y si llego hacer una cagada de lastimar a alguien o me lastiman a mí, los mato de un disgusto”.
“Pero si me llegan a tocar los gurises, o me tocan la mujer de nuevo, los mato enfrente a mi casa. Aunque me cague la vida”, dice indignado y su frase apunta a esos muchachos cargados de violencia, que amenazan con revólveres, cuchillos o palos a plena luz del día para “adueñarse” de ese rincón olvidado.

La construcción de la pasta y su venta
En las “bocas de ventas” de droga hay más de una oferta. Se destaca por supuesto la “pasta base” que ellos mismos fabrican con desechos de cocaína y otros “cócteles” que los basan en desechos de “pastillas”.
Porque cuando vemos a jóvenes revolviendo las contenedores de residuos, las volquetas, “lo que están buscando son remedios que tiró la gente”, dijo a EL ECO un vecino del barrio El General que ve muy de cerca lo que pasa a su lado.
Que los hospitales tengan los suficientes medicamentos para entregar a los pacientes y que no acepten su devolución, cuando el paciente cambia la medicación o se le vence, hace que los uruguayos se deshagan de las medicaciones. Por ese motivo los consumidores revuelven las contenedores buscando “remedios para drogarse”, nos dicen.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR

¿Se acaba el recreo del puente? El gobierno anunciará medidas la próxima semana

La semana próxima el gobierno dará a conocer medidas a adoptar en…

Historia del turismo en Paysandú (parte I)

Por Juan Andrés Pardo – Magister en Consultoría Turística egresado de la…

El edificio Torre de la Defensa en Paysandú demandará una inversión de más de 12 millones de dólares

Evocando el Paysandú de otrora, Mario C. Macri fue uno de los…

IAE Salto continúa apostando a la profesionalización del turismo

Esta semana culminó el primer año lectivo para el Instituto de Alta…