Cien días…

Se cumplen 100 días de la asunción del nuevo gobierno y como integrantes de una de las mayores fuerzas políticas de nuestro país, merece un tiempo de reflexión.

El inicio de este nuevo período de gobierno se muestra más que nada incierto. Con el paso de los días, semanas y meses un inicio que quiso vestirse de firmeza y cambio se ha caracterizado por marchas y contramarchas y por cambios más orientados a las estéticas que a los contenidos.

Asistimos casi cotidianamente a hechos que marcan que la preparación y la acción no eran tales como las que se veían inicialmente presentadas y hemos estado a la altura de acompañar procesos de continuidad e intercambio que sabíamos insustituibles.

Un gobierno que más que tempranamente tuvo que enfrentarse al cimbronazo de una crisis sanitaria global, ha resuelto los problemas con los mecanismos que estimó más convenientes. Desde nuestro lugar hemos observado y puesto de manifiesto algunos elementos que resultan preocupantes.

Podemos comenzar con la introducción del proyecto de de Ley de Urgente Consideración al que como fuerza política hemos manifestado rechazo, ya no únicamente por su contenido sino ahora por la oportunidad. Entendemos que un proyecto de esta magnitud debió contar con la plena participación y aporte de todos los sectores y actores involucrados y esto se ha tornado netamente inviable ante el contexto actual.

A nivel económico vemos con franca preocupación la negativa a la instalación de una renta básica de emergencia, que pudiera garantizar un adecuado nivel de vida para un sector importante de nuestra población. Otro factor anexado fue la fuerte suba de tarifas en pleno inicio del período que impacta directamente en las economías familiares y de sectores productivos. Al día de hoy más de 150.000 trabajadoras y trabajadores se encuentran en seguro de paro y de acuerdo a actualizaciones recientes 100.000 uruguayos y uruguayas más estarían en situación de pobreza. Frente a este panorama poco promisorio nos encontramos frente a planteos del gobierno de pérdida del salario real por un año.

En otros ámbitos se observan prácticas que se asemejan a un desmantelamiento de algunas políticas sociales, no sin marchas y contramarchas. Servicios y programas que atienden a la población más vulnerable y sus trabajadores y trabajadoras han llamado la atención sobre clausuras de llamados, fechas de finalización y revisiones que parecerían ir a contrasentido en una crisis como la que vivimos.

Preocupa también que en una época vinculada al cuidado al “quedate en casa”, diferentes actores de la coalición de gobierno han vertido expresiones de desconocimiento o invisibilización en lo referente a violencia de género y generaciones. En un momento álgido para todas y todos aquellos que combatimos activamente estas formas de violencia en nuestra sociedad estas declaraciones, actitudes y falta de pronunciamientos esclarecedores preocupan ampliamente.

Aquí seguimos abiertas y abiertos al diálogo, al intercambio, seguros de que solo esto puede ser la mejor opción para todas y todos.

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