Salvador Schelotto (ª)

Mucho se ha hablado, se habla, y se seguirá hablando sobre el “Derecho a la Ciudad”. Se podría hacer múltiples disquisiciones. Se escribieron libros, artículos, tesis, declaraciones. Motivó debates apasionados y fuertes confrontaciones políticas.

Recientemente, la revista digital “Café de las Ciudades” me invitó a escribir sobre la voz “Derecho a la Ciudad”, por lo que escribí lo siguiente:

Cuando Henri Lefévbre postuló hacia 1967 el “Derecho a la Ciudad”, como “derecho a la vida urbana, transformada, renovada” probablemente no imaginó que casi 55 años después el concepto ocuparía un lugar central del debate político y social y las teorías urbanas. Movimientos sociales, investigadores y activistas vuelven a levantar en las primeras décadas de este siglo XXI esa idea, devenida en consigna de connotación anticapitalista, recreándola y resignificándola. La cuestión del Derecho a la Ciudad estuvo presente en los debates y el trasfondo de la Nueva Agenda Urbana en Hábitat.

III, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible (Quito, 2016), así como en Hábitat II se discutió desde los movimientos sociales y países en desarrollo sobre “Derecho a la Vivienda” con los países centrales, sólo 20 años antes. Más recientemente, levantan el tema referentes y autores como David Harvey, quizás el más escuchado y replicado -en modo alguno el único-. Fernando Carrión lo eleva a “categoría analítica, de movilización política, de debate público y de principio normativo o jurídico”, con especial relevancia y visibilidad en diferentes contextos, particularmente América Latina.

El Derecho a la Ciudad refiere a la reivindicación al acceso más vasto y democrático posible, en sentido amplio, a los bienes urbanos. Aún en contextos no urbanos. En ese sentido, se constituye en uno de los ejes vertebradores de la lucha emancipatoria de nuestro tiempo”.

Un gran proyecto que renovó el imaginario sanducero

 La primera conexión que tuve con lo que luego sería el “Proyecto ex Paylana” fue un día en que me visitaron en mi despacho en la DINAVI a fines de 2016 el entonces Intendente de Paysandú Guillermo Caraballo y Mario Díaz, acompañados por otros funcionarios y técnicos de esa Intendencia. Estaban manejando la posibilidad de adquirir el predio y asignarlo a algunos usos como vivienda y desarrollo económico. De inmediato apoyamos ese planteo y se lo trasladamos a la Ministra Eneida de León, quien lo apoyó en forma entusiasta. La Intendencia avanzó en la adquisición del bien para ese propósito y obtuvo la anuencia de la Junta Departamental para ello.

También propusimos convocar a un concurso nacional de ideas arquitectónicas y urbanísticas con unas Bases sólidamente elaboradas pero que permitirían una apertura de usos y programática muy grande, a los efectos de recabar propuestas que permitieran avanzar. El concurso se realizó en 2017 y fue un éxito rotundo, asignándose tres primeros premios a tres destacados equipos nacionales.

A continuación se debió “bajar a tierra” esas ideas, para lo que se realizó un intenso trabajo técnico y de consulta institucional y social.

El desarrollo de un “Proyecto Urbano de Detalle” (PUD), pensado como un desarrollo específico variación y aplicación a un ámbito urbano particular (que incluye al predio de ex Paylana pero también a otros predios contiguos y próximos, de propiedad pública y privada), constituyó una acción de implementación de planificación derivada en el marco del “Plan Paysandú”.

Para ello se trabajó en forma estrecha entre un equipo técnico de muy buenos profesionales de la propia Intendencia de Paysandú y de la DINAVI, entre los que destaco los aportes de los asesores en aquél momento de DINAVI Lucía Anzalone y Raúl Vallés, así como del arquitecto Álvaro Cayón, contratado para esta tarea puntualmente. Así como se contó con la cooperación de otras agencias y entidades públicas con la OSE (para la ejecución de las obras de infraestructura necesarias en el entorno), la ANEP, la UTEC, el BPS, entre otros.

Una conjunción de actores públicos multinivel (nacional, departamental), en la que la acción de la Intendencia dirigida por Guillermo Caraballo jugó un papel central, como dinamizadora y articuladora, con el apoyo de la Junta Departamental.

Articulación que se extendió a las organizaciones de la sociedad, entre ellas, de manera central, aquellas federaciones que nuclean a cooperativas de vivienda, que tienen su expresión local en Paysandú con mucha fuerza. De esta manera, y sin desconsiderar a otros actores, se debe hacer justicia al mencionar el papel de FUCVAM, de FECOVI y de la Federación de cooperativas del PVS. Estas tres organizaciones, a través de sus direcciones nacionales, y de sus referentes de Paysandú, apoyaron al proyecto y le dieron encarnadura en la gente, organizada en sus cooperativas. Esa articulación público-social se formalizó en un importante convenio multilateral suscrito entre el MVOTMA, la Intendencia de Paysandú y las 3 federaciones, por el que se perfeccionó la asignación en el marco del proyecto de lotes para la construcción de 8 cooperativas, asegurando el financiamiento inmediato de 3 de ellas.

Hoy estas cooperativas y otras ya están en obras, otras concreciones ya se implementaron (con el lugar recién inaugurado para la UTEC o la obra de la nueva escuela técnica de la UTU), mientras que algunas aún esperan (como el edificio para más de 80 viviendas para jubilados que estaba adjudicado y para iniciar obras a principios de 2020).

El PUD de ex Paylana se constituyó en una referencia emblemática de la nueva fase de la política de vivienda y hábitat en el último tramo del período de gobierno nacional de 2015-2020, al permitir la concreción, en tiempo récord, de un “Proyecto urbano habitacional” de mediana escala. Proyecto que contempla un importante conjunto de valores y atributos tales como la intensificación de un tejido urbano pericentral de la ciudad de Paysandú, la recuperación de un patrimonio industrial altamente significativo y evocador de un tiempo de esa ciudad, la mixidad de usos en el predio y en el entorno, (residenciales, de servicios educativos y de salud, actividades económicas, recreativos, etc.) y la mixidad social a la escala de barrio y ciudad y a la escala del conjunto.

Proyecto de mediana escala, complejo, compacto, sostenible. Que integra lo habitacional en y desde una mirada integral de lo urbano. Que aporta en la dirección de hacer realidad una aspiración de Derecho a la Ciudad.

Esa nueva fase de la política nacional de vivienda y hábitat se desarrolló, desde 2017, en la búsqueda de aplicar para Uruguay los acuerdos tomados por Naciones Unidas en la ciudad de Quito en 2016, con ocasión de Hábitat III, la tercera conferencia mundial sobre asentamientos humanos sostenibles, en la que se aprobó una “Nueva Agenda Urbana” (NAU). En el país, esa Agenda se tradujo en la “Estrategia Nacional de Acceso al Suelo Urbano” (ENASU) impulsada conjuntamente por DINAVI y DINOT a través de amplias consultas. El proyecto de ex Paylana a la vez anticipó y concretó los postulados de la ENASU.

Por último, quisiera dar testimonio que en los últimos años he tenido oportunidad de hablar de la política de vivienda y hábitat y de discutir sus fundamentos conceptuales y sus realizaciones en diferentes espacios. He presentado este proyecto y sus avances en diferentes espacios académicos y no académicos, en el país y en el exterior. En todos lados el proyecto ha sido muy bien recibido y considerado y se ha cosechado elogios a la forma en que se trabajaba en el Uruguay entre diferentes organismos y niveles de gobierno y con la sociedad civil organizada.

Vale esta reflexión, en momentos en que se busca explicitar señalar y aplicar a otro tipo de proyectos la idea de una intervención emblemática o señera para una ciudad.

Frente a propuestas excluyentes, exclusivistas o estratificadoras de usos y acceso, es posible demostrar que se puede (y no solamente se debe) trabajar por una ciudad más sostenible, diversa, inclusiva, amigable, un lugar para vivir y para convivir.

¿Qué mejor opción que aquella que ofrece oportunidad de acceder a una vivienda a quien no lo tiene, que genera espacios comunitarios, que propone lugares para el esparcimiento, que reserva ámbitos para la atención de la salud, para el trabajo, para instituciones educativas públicas, abiertas a toda la comunidad?

Salvador Schelotto es Arquitecto y docente universitario.

Fue Decano de la Facultad de Arquitectura, Director Nacional de Vivienda y de Ordenamiento Territorial en Uruguay y de Planificación en la Intendencia de Montevideo.

Es jurado, consultor y proyectista en urbanismo y ordenamiento territorial, habiendo obtenido por su actividad premios nacionales e internacionales.

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