Escribe Darío Rodríguez

Enancado en su mayoría parlamentaria, el gobierno encabezado por el Herrerismo, -que dispuso de un 29 % de apoyo electoral-, impone medidas antipopulares y, a la vez, tiene una enorme preocupación por la comunicación. Asumen lo vital que es construir relato; ganar la subjetividad de la gente.  Esto es “hacer creer que”.

Por otra parte, no es menos cierto, que al ser una coalición de gobierno conviven con algunos chisporroteos. Con excepciones, sus partidos integrantes son una máquina de colocar correligionarios en el Estado, al tiempo que se discursea sobre la optimización de los recursos y de lo paquidérmico del Estado y observamos decisiones  como las de la Intendencia de Paysandú que contrata ONGs para sortear aportes previsionales, precarizando trabajadores,  por no mencionar la contratación, en su momento, de un procesado por proxenetismo.

Es válido sostener que está pesando el próximo referéndum y que los incrementos se difieren o los absorberá rentas generales

Hay una inquina particular, más allá de la cara “amigable” que quiere trasmitir el Ministerio de Trabajo, contra el mundo laboral sindicalizado. Claramente, es una cuestión de clase y de intereses contrapuestos, aunque se oculta. De ahí a los ataques verificados desde varios artículos de la LUC; hoy cuestionados.

Desde el discurso, entonces, se habla de transparencia en procedimientos y resoluciones y se machaca desde medios hegemónicos favorecidos con distintas decisiones. Esto, más lo inédito de una emergencia mundial que llegó casi en simultáneo con la asunción del inquilino de Torre Ejecutiva, le han dado oxígeno al gobierno.

Quizás para hacer legible, comprensible lo explicitado, conviene poner situaciones/ejemplos bien concretos. Planteemos dos, de tantos.

Entonces, ¿cómo es que se dice que se debilita el programa cooperativo? La situación da margen a la construcción del relato: decir “ocultando”

Uno. El gobierno, argumentando transparentar costos de los combustibles estableció, legalmente,  una intrincada fórmula (Costo de paridad de Importación) para fijar precio de los combustibles. La fórmula fue dando aumentos sucesivos, con los consiguientes impactos en las familias y en la producción; pero se venía aplicando. Ahora, y cuando la fórmula determina un nuevo aumento, se comunicó que no corre. Algo similar pasó el mes anterior.

Sin aportar mayor información se sostiene la no aplicación en que, ahora Ancap, que no puede invertir en las plantas de Portland, tiene utilidades importantes. Es válido sostener que está pesando el próximo referéndum y que los incrementos se difieren o los absorberá rentas generales. ¿Cuál es la construcción mediática que se hace de este episodio?

En primer lugar, verbalizando que la idea es no castigar la producción y “encender la economía”. Esto tiene correlato con el hecho que los aumentos son siempre antipáticos. Queda de lado, la hipótesis de transparentar costos. En segundo lugar, sosteniendo que quienes impugnan tal discrecionalidad quieren perjudicar a la gente. Ergo: lo medular es la decisión política, aunque las derechas quieran darle a sus decisiones un cariz técnico. Además,  ¿no era que venían para hacerse cargo? Con tales ingredientes, construyen relato evitando pagar costos políticos y haciendo de la redundancia discursiva un soporte.

Dos. Aunque  medie una pugna política entre Cabildo Abierto, -una máquina de ubicar parientes militares en el Estado-, y el Herrerismo por el control de una debilitada política pública de vivienda, es paradigmática la construcción del relato “hacer creer que” desde estos espacios.

Quienes están más informados y siguen lo que sucede “en la polis” saben, y lo pueden verificar, que hubo significativos recortes presupuestales en relación a las políticas públicas. Un caso notorio es el que padece el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (MVOT)

Cada uno de los programas; cooperativas, realojos, mejoramiento  barrial y   otros que involucran a las Intendencia fueron recortados. De todas maneras, cualquier vecino sanducero o de  otro departamento podrá observar que varias cooperativas están construyendo ahora, otras fueron recientemente inauguradas y otras están escriturando. Entonces, ¿cómo es que se dice que se debilita el programa cooperativo? La situación da margen a la construcción del relato: decir “ocultando”. El MVOT tuvo un primer recorte del 15% (2020) sobre el presupuesto que venía de la administración anterior. En el quinquenal, que rige desde enero pasado, el Ministerio  rector en materia habitacional dispone desde entonces de 30 millones de dólares menos. (Aproximadamente 500 viviendas menos por año con un déficit de 70 mil) ¿Efectos concretos? Enlentecimientos de programas, revisión y/o supresión de algunos.

Así el recurrente y casi unívoco relato de las autoridades del MVOT es que no se deja de lado ningún programa, que se están viendo alternativas y que los tres fideicomisos aportarán a mitigar el déficit habitacional.

Al participar en inauguraciones y, en el paroxismo, se elogia el cooperativismo por la solución que genera y por el hecho de la participación de la gente. No obstante ni se aumenta inversión ni siquiera se sostiene la que venía. El perjuicio es enorme;  el relato trata de ocultar.

El relato obvia, y el impacto se comenzará a visualizar más entrado el quinquenio, que los complejos construidos o en construcción vienen de arrastre de los periodos anteriores. Así se camufla la realidad.

Alguien podrá decir, y ser severo con gestiones anteriores, que ahora se atenderán los asentamientos irregulares crecidos como hongos. El relato prescinde  que la asignación de recursos, sin entrar en la ingeniería lograda y los cuestionamientos que amerita,  es insignificante.

El gobierno, versión Cabildo y versión Herrerista, habla de atender los sectores más vulnerables; con lógica nacional. Por ello extendieron alcance de Mevir y hablan de los asentamientos. Además da un barniz de sensibilidad social.  En esto hay un componente ideológico no explicitado: se presupone que desde tales programas se podrá hacer clientelismo político a la vieja usanza. Basta presenciar, por ejemplo, la parafernalia desplegada desde la conducción de Mevir en ocasión de inauguraciones. Es tal el “viento en la camiseta” que, institucionalmente, ningunean a representantes electos por el pueblo. Hace pocos días se vio en Quebracho.

Es la hora de la confrontación ideológica y de un trabajo in situ, utilizando distintas herramientas. Hay que dar una  batalla cultural imprescindible.

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