En Paysandú se desarrolló la 28ª Marcha del Silencio por la calle principal, 18 de julio, partiendo desde plaza Constitución sobre las 18.30 hasta el Memorial de los Detenidos Desaparecidos, que se encuentra frente al Liceo departamental número 1.
Fueron unas cuatro cuadras de participación importante que en esta oportunidad tuvieron la presencia, la segunda de Sara Méndez y la primera en Uruguay de su hijo Aníbal Simón Méndez que vino con su familia desde Buenos Aires.
La consigna de este año fue “¿Dónde están? Nunca más terrorismo de Estado”.
Hace 52 años se secuestró al primer desaparecido dijo María Topolansky perteneciente a la Comisión de la Memoria de la Inter Social Paysandú, agregando que “no solo fueron hombres y mujeres sino también niños. Algunos restos se han encontrado pero la enorme cantidad de compañeros y compañeras continúa desaparecido”.
Consideró en diálogo con 20Once que es “una simpleza considerar que están muertos, están desaparecidos. Si están muertos, nos preguntamos dónde están sus restos. Esa es la diferencia. Hay que continuar buscándolos porque siguen estando secuestrados”.
El delito se sigue cometiendo porque continúan secuestrados, es considerado un delito de lesa humanidad y por lo tanto no prescribe.
Cada 20 de mayo se vuelve a poner en evidencia que “muchos compañeros no están, que le faltan a sus familiares, nos faltan a todos”.
Subrayan que “la responsabilidad es del Estado, porque fue el Estado el que se lo llevó de sus casas, de sus trabajos, de la calle, con sus aparatos represivos” a través de la policía, las fuerzas armadas que los mantuvieron en cuarteles o en lugares clandestinos que tenían.
Expresan que “de ahí la importancia de saber la verdad, desde el momento que desaparecieron dónde estuvieron, qué hicieron con ellos, si está vivo o muerto. Sabemos que la mayoría están todos muertos, pero ese no es un fin. Si a ese compañero lo mataron y murió en la tortura por qué no entregaron su cadáver, si fueron tan cobardes en torturarlo por qué no tuvieron la valentía de entregarlo para que los familiares puedan terminar un duelo. Todas esas respuestas las tiene que dar el Estado”.
Por su parte Sara Méndez que todos los años participa de las marchas dijo a nuestro medio que “nuestro caso fue muy particular, fue de los pocos secuestrados que siendo niño pudo encontrarse con su madre, no pudo conocer a su padre que no murió en ese período víctima de la represión sí con secuelas de ese tiempo. El tiempo de la búsqueda fue muy largo, nos encontramos con él con 26 años y yo próximo a los 60. De todas formas hemos podido generar una relación de mucho afecto, confianza y de poder entender ese período tan importante de la historia que sé que para los hijos de los luchadores sociales, ha sido difícil”.
En marzo del 2003 se encontraron por primera vez después que Simón se extrajera sangre para el análisis de ADN. La certeza llevó a que se vieran en un bar. Simón fue con su pareja Emilce y Sará con Raúl, su marido.
Agregó Sara que “yo no me arrepiento de lo que hice. Luchas contras las injusticias sociales es lo que ha marcado mi vida y estoy muy conforme de poder levantarme siempre ante una injusticia y reaccionar”.
Simón fue criado por un matrimonio, y tenía dos hermanos. Siempre se le ocultó su identidad. “Fue shockeante cuando me contaron en la casa de mi hermana la verdad, saber que había una mamá que me estaba buscando y ver si era ella. Era prácticamente una certeza”.
Con la familia que lo crió mantiene vínculos básicamente con la hermana porque los padres fallecieron. “A ellos los obligaron a callar una verdad, de alguna forma son víctimas también” acota Simón.
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