Diálogo de sordos en la Junta Departamental

El llamado a sala al intendente, iniciado el lunes 24 y culminado el 25 de julio, por el déficit económico del ejercicio 2021 duró más de 7 horas y las conclusiones para sacar, -en el mejor de los casos- , varían según la camiseta que se pone cada uno, aunque el periodismo puede hacer un esfuerzo para entender algunas cuestiones.

Para los frenteamplistas fue un “stand up” del intendente que dice sentirse cómodo en ese territorio, que “lo disfruta”. No le escapa a la comparecencia lo que lo diferencia de su antecesor. Los blancos lo ven como algo bueno, “da la cara” dicen, mientras que también está el efecto que puede tener el de erosionar a la figura política más importante del departamento, que parece no tener muchos lugartenientes, ni pocos. Es él. Se cobra y se da el vuelto.

La cita fue en el Florencio Sánchez, atendiendo a la situación transitoria de debilidad física del intendente que no podía ir a la Junta. Es todo según quien sea porque para un comunicador no vidente, no hay una disposición de esas características. La necesidad de un ascensor y su concreción parece lejana en el deliberativo. Pero se dio aquello de ciudadanos de primera y de segunda. La accesibilidad debería ser para todos. Aunque parezca una disgresión, la disposición de las bancas en la Junta, -todos mirando como en la Escuela a alguien que preside por encima de los demás-, es algo escasamente democrático y de enorme impacto simbólico e ideológico. Llevar al remozado Florencio Sánchez la sesión reforzó lo simbólico. La sesión se amplificó por la transmisión vía streaming de la propia Junta, de su canal que no transmite todas las sesiones pero sí las que tienen la comparecencia del intendente. Es un dato. También que la radio Felicidad transmite desde hace 20 años desde la Junta. Como no recordar a Luisito Vega.

En cuanto a la interpelación se comparó desde 2016 en adelante por parte del intendente; procedimiento similar al que usa el gobierno nacional. Fue un acto político, porque se comparó la gestión anterior con la actual. Las observaciones del Tribunal de Cuentas (TC) son habituales y las mismas no obligan al Ejecutivo, no son vinculantes.

En la jerga le llaman “el tribunal de cuentos” porque no tiene peso, no sanciona.

En cuanto al tema de fondo ¿El déficit existe o no? Si nos atenemos al debate, dialogo de sordos, no es la administración que debe decir si hay déficit o superávit; eso lo pauta un organismo externo. Por la razón del artillero, el auditado presenta la información para salir mejor parado. Nadie preguntó si, a los efectos de presentar la información requerida, no existe un protocolo o manual de contabilidad. Para quien haya osado seguir el fatigoso debate, con poca enjundia, repetitivo, pobre, con una presidencia poco ecuánime, tal vez se haya quedado embriagado o más confuso. Otra pregunta cantada era, si la intendencia dispone de recursos y esta equilibrada, cuál es la urgencia de pedir un préstamo para completar financiación del edificio de la UdelaR. La bancada oficialista admitió de alguna forma el déficit en declaraciones al diario local, “no es que no aceptamos, no compartimos dos de las observaciones del Tribunal de Cuentas”.

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