Por Horacio R. Brum

El cine policial y la crónica roja nos han acostumbrado a pensar en los sicópatas como asesinos en serie o de una crueldad inaudita, que ocultan sus tendencias criminales bajo una capa de normalidad anodina o de una personalidad encantadora. Por otra parte, las dictaduras militares nos demostraron que el vecino de al lado y buen abuelo o padre de familia puede ser un torturador brutal; en resumen, no hay que andar corriendo por las calles con un hacha en la mano para ser un sicópata, pero los manuales de enfermedades mentales enumeran algunos rasgos de los individuos que, si se dan en su mayoría, definen una personalidad sicopática. Veamos esos rasgos, en comparación con las expresiones de un personaje de la actualidad:

Cruel despreocupación por los sentimientos de los demás y falta de capacidad de empatía: “”Va a llegar un momento donde la gente se va a morir de hambre. De alguna manera va a decidir algo para no morirse. No necesito intervenir. Alguien lo va a resolver” (opinión sobre los efectos sociales de las medidas de ajuste económico).

Actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y despreocupación por las normas, reglas y obligaciones sociales: “Si yo tuviera que elegir entre el Estado y la mafia, me quedo con la mafia. Porque la mafia tiene códigos…sobre todas las cosas, la mafia compite” (opinión sobre el papel del Estado en la sociedad).

Incapacidad para mantener relaciones personales duraderas: “Esto, sumado a la compleja tarea que hoy enfrento…nos ha llevado a vivir separados, imposibilitando la relación de pareja que nos gustaría tener…” (la relación de referencia duró sólo unos meses y hay quienes creen que fue establecida sólo con fines electorales).

Muy baja tolerancia a la frustración o bajo umbral para descargas de agresividad, dando incluso lugar a un comportamiento violento: “¿Sabés qué, Larreta? Como el zurdo de m…. que sos…sorete. Te puedo aplastar aún en silla de ruedas…”. (Insultos y amenazas a un oponente en un debate político).

Incapacidad para sentir culpa y para aprender de la experiencia, en particular del castigo: “A mí me tocó que mis padres sean muy tóxicos. Todas esas palizas que yo recibía cuando era chico hacen que hoy no le tenga miedo a nada”,

Marcada predisposición a culpar a los demás o a ofrecer racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo: “”Cuando viene un honesto/a a terminar con la corrupción…los muy corruptos salen en manada a denunciar falta de sensibilidad social, cuando en rigor están defendiendo el quiosco/curro. Amorales, hipócritas, chorros y mentirosos”.

En esa lista también es posible incluir el egocentrismo: “Estoy en una liga diferente. Los políticos locales son liliputienses (…) Los políticos argentinos son insignificantes”; la facilidad para manipular a las personas, seducirlas o engañarlas; la impulsividad a la hora de comportarse y la capacidad de disimulo, como por ejemplo, cuando ese personaje responde a la entrevistadora de un medio internacional que la derogación de la ley sobre interrupción del embarazo “no fue parte de las promesas de campaña…Y no es algo que esté hoy en la agenda de la Argentina” y luego, en un acto con sus partidarios expresa: “Cuando se desclasifican los archivos de Nixon se encuentran que sugerían impulsar la agenda del aborto, para aquellos que se creen tan avanzados. Les aviso que es una agenda absolutamente asesina hecha por un par de salames que hicieron mal las cuentas”.

A estas alturas del listado, ya habrá adivinado el lector que las frases son del presidente argentino Javier Milei. Definir si el mandatario es un sicópata, un líder carismático o solamente un mediocre deslumbrado por el poder, es un tema para la discusión de los especialistas en salud mental, pero lo cierto es que muchas de sus acciones encienden luces de alerta. Milei proviene de una familia disfuncional, en la que sufrió una violencia verbal y física que, a juzgar por sus propias descripciones, deja huellas imborrables en una persona. Solamente era defendido por su hermana menor Karina, hoy secretaria general de la presidencia.

Es en la designación de ella para uno de los más altos cargos del gabinete, donde queda en evidencia la disposición del Presidente a atropellar normas y reglas, porque eliminó de un “decretazo” la prohibición creada durante el gobierno de Mauricio Macri de nombrar parientes en posiciones de ese tipo. Denominada por él “el Jefe”, Karina parece ser la única capaz de contener sus estallidos de ira -bien documentados por el periodismo-, al igual que Sandra Petovello, la ministra de Capital Humano actualmente envuelta en un escándalo de distribución de alimentos. La hermana también mantiene un control férreo sobre quienes pueden integrar el círculo íntimo del mandatario y ambos retroalimentan una desconfianza hacia los extraños, de características patológicas. Con frecuencia, Milei compara a Karina con el profeta Moisés (aunque él también se ha descrito como Moisés) y sostiene que él hace el papel de Aaron, un hermano de la figura bíblica que le ayudaba a divulgar la palabra divina.

Esos delirios mesiánicos podrían convertir al presidente argentino un peligro para la democracia en su país y para la estabilidad de la región, máxime cuando sigue teniendo entre sus conciudadanos una popularidad que supera el 50%. Ya hay más de un indicio de que Estados Unidos lo está usando para contener la supuesta influencia china en América Latina y apoya activamente el rearme argentino. En abril, Washington facilitó la compra a Dinamarca de 24 cazas F16, así como un crédito de 40 millones de dólares para modernización militar; en carpeta está la adquisición de submarinos y el ministerio de defensa elabora un plan para facilitar la movilización de los reservistas, además de cambios legales para permitir que las FFAA puedan realizar misiones de combate dentro del país, lo que hasta ahora está prohibido. Pese a la consigna presidencial de que “no hay plata”, la compra de los aviones costó 300 millones de dólares y se espera que vengan otras aeronaves para patrulla antisubmarina.

El respaldo incondicional del mandatario argentino a Israel abre otra vía para obtener material militar de última generación, desde aeronaves no tripuladas para el espionaje y el ataque hasta tanques y otros vehículos para el Ejército. El inquilino de la Casa Rosada también comulga con la idea de Estados Unidos y sus aliados de que en Ucrania se está defendiendo la civilización occidental frente a la agresión rusa. En ese contexto, hace unos días el presidente ucraniano dijo que su país y Argentina podrían establecer una cooperación para fabricar armas y municiones. Por otro lado, Milei pidió formalmente asociarse a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), actualmente empeñada en desgastar a Rusia por medio del conflicto ucraniano. Argentina puede así pasar a ser una cuña de las potencias occidentales en la región latinoamericana, la mayoría de cuyos gobiernos ha evitado involucrarse activamente en la lucha por la influencia mundial entre Washington, Moscú y Pekín.

Javier Milei se autoproclama el líder de la libertad, contra el socialismo y el comunismo, poniendo en estas categorías a todos quienes tienen visiones distintas de la sociedad. El triunfo en México de la candidata cercana al presidente López Obrador fue recibido con frialdad en Buenos Aires. Por estos lados, Milei percibe como su oponente principal al “comunista” Lula Da Silva y para su gusto, Lacalle Pou es un “tibio”. No sería extraño, entonces, que tratara de evitar el regreso del progresismo al gobierno en Uruguay, mediante la influencia de los poderes económicos que le rodean. Hay una trinidad de empresarios que podrían ayudarle en su intento: Eduardo Eurnekian, el dueño de nuestros principales aeropuertos; Eduardo Elsztain -probablemente el financista principal de la campaña electoral de Milei-, cabeza del grupo IRSA, con inversiones inmobiliarias importantes en Montevideo y Punta del Este, y Marcos Galperin, el creador de ese pulpo del comercio por Internet que es Mercado Libre, cuyo antikirchnerismo furibundo lo hizo radicarse en Uruguay. Si de comunicaciones se trata, El Observador también está en manos de cercanos al presidente argentino, como Gerardo Werthein, actual embajador en Estados Unidos, en tanto que Alejandro Fantino, columnista y entrevistador del medio y Luis Majul, que encabeza la radio FM bonaerense del grupo, son periodistas alineados con el jefe del Ejecutivo argentino.

En el aspecto interno, si el profeta-presidente logra arreglar la economía (lo cual por ahora parece difícil), le etapa siguiente de su gobierno es eliminar avances socio-culturales como el divorcio, el matrimonio igualitario y la ley del aborto, en un plan que esbozó su secretario de Culto en la cumbre ultraderechista de Madrid a la cual ambos asistieron: “Tenemos que recuperar los valores tradicionales que desde 1492 en adelante España le regaló al mundo, y que nosotros tenemos la obligación de sostener y de dar la lucha para recuperar esos valores que nunca se tuvieron que haber relegado”. Vale la pena apuntar que este personaje también es partidario de la pena de muerte…

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