Cierre de ciclo

*Por Juan Andrés Pardo

Resta poco menos de una semana para culminar el ciclo electoral 2024-2025, cuando el próximo domingo 11 de mayo en cada departamento del país, los ciudadanos definirán quienes serán sus respectivos intendentes y ediles. También se estará dirimiendo el tercer nivel de gobierno, siendo que se elegirán los alcaldes y concejales que estarán al frente de cada municipio. La encuesta más reciente, publicada por Ágora, le da una ventaja de 10 puntos al Partido Nacional sobre el Frente Amplio. Si efectivamente el triunfo del PN acontece, por primera vez -luego de instaladas las elecciones departamentales separadas de lo nacional- estaría dándose la reelección del intendente.

En este artículo, proponemos un análisis del panorama local poniendo a consideración diversos aspectos que creemos necesario deben integrarse a la hora de profundizar en el tema. En primer lugar, características particulares de la sociedad sanducera; en segundo lugar, datos y cifras que se desprenden de la evolución electoral en este departamento; y por último, la situación actual política y socioeconómica de Paysandú.

Progresistas y rebeldes en una sociedad marcada por el larrañaguismo

Con respecto a otros departamentos, Paysandú presenta una particularidad en cuanto a características de su sociedad. Producto de haber sido un departamento con fuerte desarrollo industrial durante décadas, podemos afirmar que Paysandú tiene una población mucho menos heterogénea y más progresista. Evidencia de ello han sido las decisiones que en diferentes momentos, ha tomado la ciudadanía a la hora de ir a las urnas.

Por ejemplo, en el plebiscito de 1980, Paysandú dio la nota por haber sido el departamento donde se dio el mayor rechazo a la reforma propuesta por la dictadura militar (65% votó en contra, mientras que 39% de la ciudadanía lo hizo a favor). También fue uno de los seis departamentos donde triunfó el voto verde en el referéndum de 1989[1], y donde en marzo de 2022 (junto con Canelones) fueron los únicos departamentos del interior, en los cuales, la ciudadanía se expresó mayoritariamente en contra de la ley de urgente consideración (52,9%) en el referéndum en el que se consultó por la derogación de 135 artículos de dicha LUC.

Paysandú tiene una sociedad más homogénea, con fuerte arraigo a la idea de “espíritu sanducero”, concepto creado por Adolfo Mac Ilriach, ciudadano de esta parte del país que allá por 1938 se refirió a una ciudad distinta a todas por contar con “una idiosincrasia de trabajo, vida sencilla y modesta tanto en el industrial como en el empleado, constituyendo todo ello un plano social reacio al sensualismo utilitario con que la vida moderna afecta el ambiente heterogéneo de otras ciudades”.

Seguramente tendrá que ver también con su historia de resistencia, ya que su capital fue sitiada en tres ocasiones. La primera de ellas, en 1811, cuando en el contexto de las primeras rebeliones orientales los portugueses invadieron y tomaron la ciudad; la segunda, durante la Guerra Grande, cuando Fructuoso Rivera azotó la ciudad (a los pocos meses recuperada por el gobierno del Cerrito). La tercera ocasión, cuando a fines de 1864 Venancio Flores y sus aliados argentinos y brasileños perpetraron el ataque que fue resistido durante 33 días por el ejército de Leandro Gómez. El episodio es recordado por la valentía de los defensores, quienes con muchos menos soldados, armamento y condiciones generales precarias lograron soportar más de un mes de asedio.

Años después, durante la historia reciente, la heroica vio reflejada su espíritu de lucha en la resistencia obrera durante la dictadura, siendo Paysandú la ciudad de todo el Uruguay donde la huelga general de 1973 duró 16 días (uno más que en otras ciudades).

Lo político partidario tampoco ha sido ajeno a esta cuestión. Desde 1989 hasta nuestros días, la pugna por el gobierno departamental ha sido disputada por la izquierda (FA) y por el ala progresista del PN, que tuvo durante décadas, en la figura de Jorge Larrañaga Fraga a su referente principal.

Y aquí vale detenerse porque justamente la figura de Jorge Larrañaga ha marcado fuertemente al sistema político local, siendo un liderazgo que logró sumar adhesiones más allá de su propio partido. Tampoco fue casual que haya sido el último intendente en lograr la reelección. La pregunta que uno podría hacerse aquí es si, tras el fallecimiento del caudillo nacionalista en 2021, su hijo (Jorge Larrañaga Vidal) podrá lograr continuar con su importante legado.

La disputa bipolar y un partido que ya no es opción

Como ya fue dicho, en el año 2000, se realizaron por primera vez en Uruguay las elecciones departamentales separadas de las nacionales. Hasta 1994, todo se elegía en una única instancia lo que generaba en ocasiones, un efecto arrastre de lo nacional a lo departamental. Es decir, el ciudadano no tenía libertad para poder elegir diferentes partidos en una y otra instancia, lo cual llevaba a que candidatos locales (del partido ganador en lo nacional) a ganar también en su departamento.

Separar las elecciones le dieron al ciudadano la posibilidad de poder votar una opción diferente en el plano local y en paralelo, las candidaturas locales lograron acceder a un mecanismo institucional que les posibilitó hacer valer sus liderazgos en su territorio.

Cabe destacar aquí una vez más a la figura de Jorge Larrañaga quien -como ya fue dicho- fue hasta el momento el único en lograr la reelección en 1994 (aún con el viejo sistema electoral) y siendo que a nivel nacional, el Partido Colorado obtuvo el triunfo en aquella ocasión.

En la gráfica siguiente se presentan los resultados en la instancia departamental desde 2000 a la fecha. Cómo se puede observar, la disputa y alternancia viene siendo entre el Partido Nacional y el Frente Amplio. El Partido Colorado se desplomó durante el ciclo 2004-2005 (cayendo del 18 al 6%) y si bien repuntó levemente en elecciones siguientes, no logró volver a alcanzar siquiera el 10% de los votos.

El sistema electoral que rige desde la reforma implementada en 1997, genera (al igual que en lo nacional) una competencia bipolar que con el correr de los años ha ido cambiando en “su formato”. Es decir, así como ocurre en Paysandú, en prácticamente los 19 departamentos del país[2], es el Frente Amplio el partido que disputa el poder frente al PN y el PC, que compite solamente con chances reales en Rivera.

Cuando hablamos de que la bipolaridad electoral ha ido “modificando su formato”, nos referimos al hecho de que, hasta el 2000 inclusive, en casi todos los departamentos la votación se distribuía de forma más pareja, con un PC promediando el 20%. Luego de ello comenzó a radicalizarse la disputa entre PN y FA y con el paso de los ciclos, esa bipolaridad ha ido variando en el sentido de la formalización de quienes disputan el poder con el FA.

Desde el PN y el PC se propusieron cambiar las reglas de juego para competir, a partir de la elección 2015 en Montevideo, cuando por primera vez se propuso una coalición formalizada a través del “Partido de la Concertación” y cinco años después -también en Montevideo- participando bajo el lema “Partido Independiente”.

En 2019, se creó la Coalición Republicana (llamada originalmente “Coalición Multicolor”) que en esta elección competirá bajo ese lema en Salto, Canelones y Montevideo. Es decir, los partidos que hoy son oposición (a nivel de gobierno nacional) han ido generando e instrumentando herramientas para institucionalizar el bloque que dispute al FA el poder.

Sin embargo, la bipolaridad que viene dándose desde varias elecciones atrás, se ha ido dando casi siempre sin formalizar ninguna herramienta, ya que las dirigencias blancas o coloradas en algunos departamentos han venido actuando en los hechos como una coalición electoral. Paysandú no ha sido ajeno a ese proceso, en especial en la elección pasada y la venidera, habiendo dirigentes colorados o del Partido Independiente que instan a votar al PN e incluso forman parte de listas nacionalistas (como el caso de Carlucho Moreno que apoya a Larrañaga, Ricardo Molinelli que forma parte de la plancha de Olivera o Aníbal Erramuspe (PI) siendo parte de la plancha de Gabriela Gómez.

Podemos sugerir también que, en la instancia departamental, los electores votan priorizando en la persona que creen con más potencial para ocupar el cargo de Intendente y por satisfacer demandas que tienen que ver con una gestión de cercanía, optando por los “buenos vecinos”, a decir del sociólogo Aldo Guerrini y la politóloga María Elena Laurnaga.

Mayo es otro partido

Atendiendo a la relevancia que cobran los liderazgos locales en la instancia del próximo domingo, cabe destacar la influencia que tienen en los cambios electorales que se dan dentro de un mismo ciclo, de octubre a mayo. A continuación se pueden observar números que evidencian este fenómeno.

Votación entre la elección nacional y la departamental

 

Ciclo Electoral PDU FA PN
1999-2000 -4,9 17
2004-2005 2,4 -2,2
2009-2010 -0,8 11,6
2014-2015 -3,7 8,8
2019-2020 0,9 12,7

Fuente: elaboración propia en base a datos de Corte Electoral

En lo que respecta a Paysandú, en líneas generales, el PN ha mejorado su desempeño en las urnas entre una y otra instancia. Con excepción de 2005 (primer triunfo del FA a nivel local), siempre ha logrado mejorar su votación en mayo obteniendo adhesiones que en algunos casos (2000, 2010 y 2020) han superado los 10 puntos.

En el caso del FA, la adhesión entre una y otra instancia ha sido en menores números (siendo en 2005 cuando ganó más votos) pero mayormente ha perdido más electores en la instancia departamental, aún habiendo sido la primera fuerza política en octubre, desde 1999 a 2024.

Pues bien, si se tiene en cuenta el ciclo electoral que el domingo 11 estará culminando, cabe señalar que dentro del PN se encuentran dos liderazgos que reúnen buen caudal electoral (Olivera y Larrañaga Vidal). Atendiendo a los números de la elección interna, Olivera logró el 50% de los votos del partido mientras que Larrañaga, logró casi un 35% de las adhesiones. Mientras que en octubre, dentro del PN Olivera alcanzó el 56% (unos 16 mil votos) y además obtuvo la banca en el Senado y Larrañaga el 36,7% (11 mil sufragios).

A su vez, es importante recordar que, en el caso del PN, los candidatos que aspiran a lo nacional o departamental, comienzan a medir sus fuerzas en la interna. Ya que allí se definen los órganos deliberativos que luego eligen candidatos a la Intendencia. En el caso del FA, ello se resuelve a través de mecanismos internos de la propia coalición (elección en Plenario).

Por tanto, como ocurre también en otros departamentos, el PN cuenta con ventaja en este aspecto. Ya que los candidatos comienzan sus campañas varios meses antes que lo que suele hacerlo el FA.

El Frente Amplio cuenta con la figura del ex Intendente Guillermo Caraballo (VA), el ex Secretario de la IDP durante el periodo de Caraballo, Mario Díaz (independiente) y la emergente candidatura de Natalia Martínez (PCU).

En octubre, dentro del FA, el sector más votado fue el MPP con 13 mil votos (37%), lista que en esta ocasión apoya a Mario Díaz. La Vertiente Artiguista ocupó el segundo lugar con 4 mil votos (12%) y el Partido Comunista el tercer lugar con 8,6%, unos 3 mil votos. El MPP fue la lista que más se acercó a los votos de Olivera, aunque hubo una importante diferencia de 3500 votos.

¿Qué pasa con el interior departamental?

A partir de 2010, se eligen también en esta instancia, a quienes gestionarán en el tercer nivel de gobierno. Es decir, se crearon los municipios que, en el caso de Paysandú cuenta con siete y en esta elección se elegirán autoridades para dos más (Cerro Chato y El Eucalipto).

En lo que respecta a datos históricos, con excepción del triunfo de Jorge Giossa del Partido Colorado en Piedras Coloradas (2015), todos los municipios han sido gobernados por el Partido Nacional.

Los electores en Paysandú se dividen aproximadamente entre un 80% en la ciudad de Paysandú y un 20% en el interior. Allí, el PN se hace muy fuerte. Si tomamos en cuenta los números que arrojó la elección interna pasada, los votos al PN, en todos los casos superan la barrera del 50%. En casos como Piedras Coloradas y Tambores, llegan al 70%.

En lo que refiere al tercer nivel y con estos números, se evidencia también la existencia de liderazgos locales fuertes, que en definitiva son un factor de peso y relevancia a la hora de los resultados exitosos que ha venido teniendo el PN en la arena municipal.

Contexto actual departamental

Una de las grandes preocupaciones que tiene hoy Paysandú, es el desempleo, un tema por el cual las dirigencias de todos los partidos no han estado ajenos y que ha tenido notoria presencia en esta campaña.

Otro de los temas de los cuales se ha hablado bastante tiene que ver con las denuncias por pedidos de información o polémicas por eventuales situaciones relacionadas a la gestión de la Intendencia, particularmente en estos últimos días, a partir de las declaraciones realizadas por el ex-Secretario General de la gestión de Nancy Nuñez, Andrés Klein.

¿Cuánto pueden pesar estos temas en la decisión de los ciudadanos?

Es muy difícil saberlo. Pero sobre lo que sí se puede llegar a teorizar alguna respuesta es sobre el hecho de que, como ya se ha visto en ciclos electorales anteriores, existe una volatilidad muy importante de los ciudadanos, entre una y otra elección. Y dentro de ese voto volátil, se encuentran en gran medida ciudadanos que no definen su voto por cuestiones ideológicas y que tampoco participan activamente de la política.

De ello se puede deducir que, hay sectores de la sociedad que a la hora de elegir a quien votar, se vuelcan por quien perciben como la persona que cuenta con el perfil para hacer una gestión eficiente, indistintamente del partido al que representa ese candidato.

Por otro lado, en los últimos tiempos se han generado diversas denuncias ligadas a actos de corrupción o falta de transparencia en la gestión pública en todos los niveles, posiblemente hechos que desgastan a la ciudadanía y en particular a quienes forman parte del voto volátil, que en general son aquellos que se muestran desinteresados o descontentos con la clase política.

Una buena gestión ¿cuánto pesa?

Según datos de la última encuesta de Ágora, la gestión de Nicolás Olivera cuenta con la aprobación del 50,8% de la ciudadanía, que además percibe al departamento en situación “avanzando” (49,2%).

Es cierto que las gestiones bien valoradas no siempre van de la mano con los resultados electorales. Pero en la contienda departamental tienen un peso muy relevante, porque el elector define por una gestión de cercanía y en este aspecto el famoso ABC (alumbrado, basura y calles) cobra fuerte relevancia. A manera de ejemplo, la reciente encuesta de Ágora para Maldonado, le da casi 60% de aprobación a la gestión del nacionalista Enrique Antía y un 55% de intención de voto al PN.

A manera de conclusión

Si nos basamos en los datos históricos y lo que marca la encuesta más reciente para Paysandú, existe alta probabilidad de que el próximo domingo, se esté rompiendo el maleficio de quienes van por la reelección. Por lo tanto, Nicolás Olivera se convertiría por segunda vez y de forma consecutiva en Intendente de Paysandú.

Desde su triunfo en 2020 hasta lo que va del ciclo electoral 2024-2025, ha habido una evolución ascendente en cuanto a su caudal electoral, consolidado por su gestión al frente de la comuna sanducera, la que a su vez cuenta con una alta aprobación de la ciudadanía.

Por otro lado, el emergente liderazgo de Jorge Larrañaga Vidal (que reúne más del 35% de las adhesiones dentro del PN) supone para el nacionalismo un respaldo en las urnas de gran relevancia, que a priori beneficia la posibilidad de reelección de Olivera.

En el caso del Frente Amplio, las tres candidaturas no parecen suficientes como para poder retener la votación de octubre y noviembre, instancias ambas donde el FA fue primera fuerza.

El triunfo en la elección nacional y el balotaje han sido factor motivador para que la militancia vea con mayor viabilidad el triunfo en la elección del domingo. Sin embargo, los nombres de Caraballo, Díaz y Martínez no suponen liderazgos fuertes ni los sectores a los que representan (en el caso de Caraballo y Martínez) han logrado el caudal suficiente en anteriores contiendas -incluso en este ciclo- como para lograr una eventual victoria. Por otro lado, la votación del sector más fuerte (MPP) posiblemente sea importante para consolidar a Díaz como el más votado en la interna, pero difícilmente pueda mantenerse respecto a octubre. Otro factor de análisis para integrar en este caso, sería profundizar en el papel que el FA ha tenido a nivel local en su rol de oposición. En principio, no parece haber existido un plan sistematizado para ejercer ese papel, ni desde su bancada en la Junta ni desde la fuerza política.

Por último, según consta en distintos artículos de prensa publicados entre diciembre y abril, desde la dirigencia del FA nacional se ha visualizado (entre otros departamentos) a Paysandú como uno de los lugares con posibilidad de competir por el triunfo. Sin embargo, llama la atención la ausencia de autoridades nacionales durante los primeros meses de gestión en el territorio. Difícilmente pueda medirse si la presencia o no, pueda incidir en algo en el electorado en lo departamental, pero habiendo sido Paysandú uno de los pocos departamentos donde el FA ganó en octubre y noviembre, resulta al menos un hecho llamativo independientemente de que, como ya fue dicho, en esta instancia pesan mayormente los liderazgos locales, y en el Partido Nacional hoy se encuentran los que concentran mayor atención del electorado, tanto a nivel de la ciudad como del interior departamental.

Qué se vota en las elecciones departamentales y municipales

Por un lado, se vota la integración de los gobiernos departamentales y, por el otro, la de los gobiernos municipales. Respecto a los departamentales, se elige a un intendente y a los 31 ediles que integrarán la Junta departamental (el intendente electo contará con mayoría automática). Esto, en los 19 departamentos del país. En cuanto a los municipios, se votará en cada uno de los 127 que existen (algunos se elegirán por primera vez en esta elección), a su alcalde y a sus concejales. Todos los elegidos estarán en el cargo durante cinco años, hasta la próxima asunción.

*Licenciado en Ciencia Política, egresado de la Facultad de Ciencias Sociales (UDELAR), en 2013.

[1] El Referéndum sobre la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, pretendía revocar la Ley N° 15.848 (popularmente conocida como «Ley de impunidad» o «Ley de caducidad»), aprobada por el Parlamento uruguayo en diciembre de 1986.

[2] En algunos casos, el FA no disputó el poder, como ha sido en algún momento Rivera (2020) donde fue el tercer partido más votado.