Sem. de Periodismo Interpretativo en Medios Escritos. Curso 2017

Entrevista a personalidad

Nan, María

Lola Moreira: “Los uruguayos tenemos ese algo especial que nunca nos rendimos”

 La campeona mundial de vela siempre lleva en su barco la inscripción ‘Garra charrúa’, no le puede faltar en cada viaje la biblia y es aficionada a la lectura.

 -Aunque parezca medio cliché, siento que cuando navego soy libre. Porque soy la que toma las decisiones y también es lindo porque en el barco lo que te mueve es el viento, estás constantemente en contacto con la naturaleza y tenés que de alguna forma jugar con ella, anticipar el giro del viento o prever cómo va a pegar la ola sobre tu barco- me cuenta Lola sobre su pasión, la vela, que llegó a su vida cuando tenía 9 años.

Dolores Moreira, mejor conocida por ‘Lola’ y como ‘Tortu’ por sus amigas, con tan solo 18 años ha visto pasar mucha agua por debajo de su barco. Y es que durante los últimos tres años su carrera ha venido en un ascenso constante: competencias internacionales, clasificación a los Juegos Olímpicos y Campeona Mundial Juvenil de Vela son sólo algunos de sus logros.

Como toda adolescente, Lola es enérgica, vivaz y elocuente. Su timidez y humildad no le permiten darse aires. Es muy madura para su edad en comparación con los chicos de su generación, se le nota en la forma de hablar, en las anécdotas y sobre todo en la independencia que conlleva su disciplina. Nació en Paysandú y dio sus primeros pasos como navegante en el río Uruguay, pero hace dos años que vive en Montevideo con una hermana mayor.

-¿Extrañas a tus padres?

-No, más o menos.

-¿Te gusta vivir sola con tu hermana?

Sí, pero creo que me acostumbré ya desde chica a los viajes y todo, entonces no extraño. Lo que si extraño mucho cuando me voy de viaje es Uruguay.

-¿Qué extrañas de Uruguay?

La gente, los lugares, es mi casa. Es totalmente contrario a lo que hago pero no me gusta viajar y estar de un lado para otro, me gusta estar en un lugar fijo. Cada vez que vengo a Uruguay me quedo quieta un buen rato. Odio estar moviéndome todo el rato, subirme a un avión, ir en carretera a tal lado, no me gusta.

-Es muy loco porque en el barco te movés todo el tiempo.

Los primeros vientos

La nostalgia la invade mientras comienza a recordar sus primeras experiencias sobre el agua. “Tenía nueve años, comencé en 2008”, me cuenta al mismo tiempo que le pide a la moza que le traiga un cappuchino y un tostado.

-Ahora rompí la dieta- dice Lola y nos empezamos a reír.

Casi como que de casualidad se metió en la vela, aunque su padre cuando era chico había navegado en algún momento. “Mi casa en Paysandú es frente al río entonces veía a los barquitos pasar por ahí y la intriga de saber como se navega siempre estuvo”, comenta. Lola explica que un día su primo vendía un barco de tipo optimist, su padre lo quiso ayudar y lo compró, con la finalidad de usarlo como auxiliar de su velero. “Y yo le dije ‘¿por qué no dejas que vaya al club, aprendo a navegar y lo uso para eso y no lo modificas?’ porque le iba a poner motor y esas cosas”. Y un fin de semana de prueba se convirtió en el comienzo de una gran carrera.

-Empecé en la escuelita de vela del Yatch Club Paysandú con el ‘Flaco’ Piedeferri como entrenador. Justo arranqué en verano, entonces los primeros meses fueron más para divertirme, aprender cómo amar el río, básicamente pasarla bien. Pero ta, después me fue gustando y me fui copando y obviamente fui pasando de categoría.

-¿De niña qué disfrutabas más del deporte?

-Pasábamos toda la tarde ahí y también había días que íbamos de mañana y de tarde, comíamos en el club. Lo que más me gustaba es que hice amigos en las clases y pasábamos toda la tarde divirtiéndonos y la parte de los juegos.

-¿Después te fue gustando cada vez más el río?

-Sí, me fue gustando el río y también en mi caso hice muchos deportes, pero la mayoría eran colectivos, como hockey, basquétbol, handbol, voley y tenis, pero en un momento hice hockey, tenis y vela a la misma vez y no me daban los tiempos.

-Y tuviste que elegir…

-Claro, obviamente elegí la vela. Pero lo hice porque me gusta tener yo la responsabilidad de poder hacer los errores y las cosas buenas, me gusta asumir toda la culpa. Como que por un lado soy media egoísta porque me gusta asumir todo.

Cuando Lola habla de su primer entrenador no encuentra las palabras para describirlo y parece retrotraerse a sus primeras clases y regatas. Carlos Piedeferri fue su primer instructor de vela y el que le explicaba las cosas de una forma que le gustaba, “además le agarré un cariño, creo que todos le agarran cariño”.

-En mi caso me gusta aprender divirtiéndome. Me gusta que me presionen, pero hay algunos entrenadores que te putean y eso no me gusta. Desde un principio lo miraba y decía ‘es como mi abuelo’, me cuidó siempre- asegura.

Viento en popa

-Cuando me preguntan ‘¿qué pensás de los uruguayos y la vela?’, siempre les digo, creo que los uruguayos les damos la espalda al mar. Nuestra cultura es fútbol, pero Uruguay tiene mucha costa y la usamos para muy pocas cosas, más allá de la vela hay muchísimos deportes que se pueden hacer en el agua, sólo le damos bola al agua en el verano. En otros lugares, en Canadá por ejemplo, el agua se congela y ahí solo en verano le dan bola porque pueden navegar y hacer cosas, después se congela. Acá no, nunca pasa eso. En la vida de toda persona, y de todo deportista, hay momentos que son claves,  definitorios y que marcarán un antes y un después. Lola desde niña fue muy atlética, hizo muchos deportes al mismo tiempo y disfrutaba de estar siempre en actividad, “era una niña re inquieta y ahora soy re tranquila, antes estaba re loca”, comenta entre risas.

Fue en el año 2012 en una charla que dio Alejandro Foglia en Paysandú cuando Lola supo que quería dedicarse de lleno al deporte. “Él contó sus experiencias en los Juegos Olímpicos de Londres y empezó a mostrar videos y dije ‘wuau, yo quiero estar ahí, quiero llegar a hacer eso’ y ahí me puse la meta de llegar a unos Juegos Olímpicos y empecé a tomarme las cosas más en serio. Pero ni ahí me imaginaba ya clasificar para 2016, me veía recién clasificando para 2020”.

La vela es un deporte que requiere estar atento a muchas variables y se debe tener la capacidad de poder anticipar lo que pueda suceder. “Siempre tenés una opción, una salida. Aprendí a ser más perseverante, tranquila y saber esperar”.

-Ahora sos una persona que tiene los pies más en la tierra, o más en el agua en realidad..

-Sí, es verdad- reconoce Lola y nos largamos a reír.

-¿Considerás que hay un momento de tu carrera que marcó un antes y un después? ¿Pensaste alguna vez ‘nací para esto’?

-No sé si hubo un momento en el que dije eso, en realidad yo no me pongo a pensar ‘mira yo logré esto y aquello’. Mi entrenador me enseñó algo que es tomar cada competencia con la misma importancia porque cada una te prepara para la siguiente; siempre vas a tener algo nuevo, sea una competencia súper importante o súper fácil. Es un deporte en el que tenés que tomar tantas decisiones que siempre algún error vas a hacer, gana el que hace menos errores. Por ejemplo, gané la medalla de plata en los panamericanos y no dije ‘bueno ahora que soy medallista panamericana, que soy la número 2 de América, nadie me puede pasar por arriba’, no, nunca dije eso.

Descubrimos un enchufe al costado de la mesa y Lola aprovecha a cargar su teléfono celular. “No le tengo mucha fe a esto, pero por las dudas si muero tengo el privilegio de hacerlo siendo entrevistada”, me dice, a lo que le contesto “tengo la primicia”.

-¿Tenés alguna cosa que llevas siempre a cada competencia que vas y que no te puede faltar?

-Una de las cosas que llevo siempre es una biblia de bolsillo. Me gusta leer mucho la biblia, ya la voy leyendo varias veces y cuando estoy en el avión y a veces no puedo dormir, me pongo a leerla.

Lola abre su mochila y se pone a buscar detenidamente algo para mostrarme, “además de la biblia llevo dos cosas más que nunca me faltan”, me dice y saca un cubito para la ansiedad y un llavero. “Este me lo regaló una amiga, es una tortuga, a mí me dicen ‘Tortu’ y desde que me lo dio siempre lo tengo conmigo. Son cosas boludas, pero el cubito de la ansiedad me re sirve antes de la regata porque me pongo súper nerviosa”.

-Me imagino que te debes poner ansiosa también.

-Me pongo insoportable antes de la regata, soy muy de tirarme abajo. De decir ‘me va a ir como el orto’, o ‘me van a romper el culo’. Mi entrenador siempre me está cagando a puteadas, diciéndome ‘no boluda, como vas a pensar así’. Me pasa en realidad con todo, también con los exámenes, soy de tirarme abajo previo al examen pero llega el momento de competir o el momento de la verdad y ahí dejo todo de lado.

-Te concentras y te olvidás.

 -Sí, sino estoy en el horno.

Adentro y fuera del agua

 Compatibilizar los entrenamientos con los estudios y la vida social y familiar es complicado para un atleta de alto nivel. La preparación previa a una regata o competencia es muy intensiva y requiere de largas jornadas de entrenamiento. A pesar de sus pocos años Lola se muestra muy responsable a la hora de encarar sus tareas cotidianas. “Todos los días entreno en el gimnasio y después en el agua entreno viernes, sábado y domingo sí o sí y a veces entre semana algún otro día. Cuando voy al club a entrenar hay días que llego a las diez de la mañana y me voy a las cinco de la tarde. Todo ese rato entrenando, está buenísimo”, comenta.

Actualmente se encuentra cursando las materias del liceo que tiene pendientes a través del programa ‘Uruguay Estudia’, que funciona con un sistema de tutorías y se le asigna al estudiante un profesor por materia. “Está bueno porque cuando vuelvo a Uruguay,  aprovecho y meto clases. Ahora volví de Holanda y di sociología y filosofía”.

-¿Afectó tu vida personal, las salidas con amigos y las reuniones familiares los entrenamientos? ¿Cómo logras organizarte?

-Cuando tenía 15 años ya me perdía muchas fiestas, de 15, cumpleaños, tiempo con familia y en 2015 ya me vine a vivir a Montevideo. Y también cuando me puse a estudiar de diferente forma, con tutor, ya todo mi ambiente cambió. En Paysandú sigo teniendo mis amigos que entienden todo lo que hago y por qué lo hago y también pude hacer amigos acá en Montevideo. Hay fines de semana que estoy acá en Uruguay y mis amigas me invitan a salir y no puedo, en un principio me re jodía pero ahora ta, no me molesta. Dos por tres salgo, pero no es mi cosa favorita.

En los pocos ratos que tiene libre Lola aprovecha a ver a su familia y amigos, le gusta ver películas y por sobre todo leer. “Me gusta leer de todo, cualquier libro que me des lo leo”, asegura.

-Leí por ahí que sos buena estudiante y que te gusta estudiar.

-Sí, aunque últimamente me está costando. Elegí humanístico porque me encanta leer y es todo letras.

-A largo plazo, en el futuro ¿qué te gustaría hacer? ¿Pensás en eso?

-Lo he pensado pero muy pocas veces. Lo que pasa es que justo ahora estoy con la mente en otras cosas. En un momento dije que me gustaría ser entrenadora o psicóloga deportiva.

La vela es un deporte individual y hasta puede resultar solitario. Lola es el fiel reflejo de su disciplina, es independiente, consistente y paciente. También los viajes que ha tenido que hacer por el mundo le han enseñado mucho y le han proporcionado una gran experiencia y madurez. “Viajar sola por el mundo y también la vela en si, porque en la regata yo voy sola en el barco, no puedo estar en contacto con nadie y son muchas variables las que entran en juego en el momento, entonces tenés que tomar muchas decisiones en pocos segundos. Creo que eso me enseñó mucho a madurar y también los viajes, es como un combo. Creo que soy más madura que la gente de mi edad”, considera.

Todo tiene un costo

En lo que tiene que ver con los costos de navegar, Lola cree que las personas suelen pensar que es un deporte elitista pero sin embargo es más fácil acceder de lo que se cree. “Solo tenés que ir a un club, hacerte socio o pagar las clases de vela y ellos te prestan barco. Es totalmente accesible, hay becas también que se les dan a los chicos o cualquier persona que quiera aprender a navegar, van a un club de vela, se acercan y pueden aprender fácil. Lo que si es caro es a nivel de alto rendimiento”, explica.

Cuando competís afuera me imagino que debe ser caro, los costos de los viajes, el traslado del barco o el alquiler de uno

La verdad que si, eso sí te sale caro. Nosotros intentamos buscar las cosas más baratas. Los otros países lo que hacen es tener un barco en su país y otro en Europa y si tienen un campeonato en Japón lo ponen en un container y lo envían. Nosotros no podemos hacer eso, no tenemos los recursos.

-¿Cómo haces en ese caso? ¿Alquilas barco?

En mi caso, en Japón o en donde sea tengo que alquilar barco porque no puedo tener uno allá. Si tuviera uno en Europa tengo primero que comprar el barco, buscar un lugar donde dejarlo, pagar un alquiler para dejarlo, conseguir un auto y un trailer para trasladarlo.

-¿Cuánto cuesta un barco del tipo que navegas vos?

Mi barco vale más o menos unos siete mil dólares.

Lola recibe soporte económico del Estado y tiene sponsors que la ayudan a cubrir sus gastos. La Secretaría de Deportes, la Fundación Deporte Uruguay, el Comité Olímpico, el Ministerio de Defensa y diferentes clubes del Uruguay como el Club Paysandú o el Yatch Club Uruguayo la apoyan. “Apoyo hay pero no llegamos a cubrir todo el presupuesto”, recalca, el cual a fin de año se va a unos 120 mil dólares aproximadamente, y con el que llega a cubrir la mitad de los gastos, por lo que la diferencia queda a su cargo.

“Por suerte la cosa cambió, porque en un principio no recibía apoyo de ningún lado. El Estado me ayuda con lo que puede porque obviamente tiene que tener un equilibrio con todos los deportistas. También lo hace el Comité Olímpico que ahora me entregó una beca que se llama Solidaridad Olímpica que es algo que me va a ayudar muchísimo y también me becaron en el Ministerio de Defensa. En el programa de la Armada son todos deportistas y es una ayuda más, cada granito ayuda”, asegura.

De Uruguay para todo el mundo

-Siempre en cualquier barco que uso para competir, en la parte de atrás le escribo ‘garra charrúa’ y todo el mundo me pregunta qué significa y yo les explico que es un sentimiento que tenemos los uruguayos de no rendirnos nunca, de sacar siempre un último esfuerzo y dar todo por nuestra bandera. Me encanta representar a Uruguay y escribo eso para no olvidarme de siempre dar y dejar todo.

Cuando habla de Uruguay Lola se emociona y no puede parar de contar distintas experiencias que vivió en el exterior y que le recuerdan lo importante que es el país para ella. “Me acuerdo que un día estaba con una amiga de Italia y le digo ‘¿cuánto te apuesto que no sabés donde está Uruguay?’ y me dice ‘¿cuánto te apuesto que si?’ y al final me dijo que estaba en África. Mucha gente piensa que Uruguay está en África”.

En el ambiente de la vela no sabían mucho de Uruguay hasta hace un tiempo, sin embargo, Lola se fue haciendo más conocida y con sus logros deportivos cosechó un  gran reconocimiento internacional que le permitió posicionar al país. Al principio cuenta que la trataban como una ‘sudaca’, “no me daban importancia, me pasaban por arriba, no les importaba nada. Pero con el tiempo como que me fui haciendo un nombre en este deporte y hoy en día tengo muchas amigas y los europeos que eran los que antes me hacían eso ahora me invitan a entrenar con ellos”.

La famosa ‘garra charrúa’

 -El otro día estaba en el mundial y viene un entrenador canadiense y me invita a entrenar con ellos y me dice: ‘hay algo que admiro mucho en vos y en una chica de Hungría, pero principalmente en vos, todo el mundo navegando es muy frío pero vos tenés algo que aunque vayas en el puesto 15, siempre vas intentando mejorar puesto por puesto y siempre aspirando a más. Hay personas que con un 15 ya se conforman, vos estás tercera y querés llegar primera. Eso es algo que yo quiero tener en mis navegantes’ y me gustaría mucho que entrenes con nosotros así les contagias un poco de ese sentimiento’.

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