Graciela Ruth Paz
Al día siguiente al Consejo de Ministros abierto llevado a cabo en Playa Pascual, Ciudad del Plata, San José, son más las repercusiones por las preguntas que le hicieron dos niños al presidente que por los anuncios que expresaron nuestro mandatario y su gabinete. Este lunes, por ejemplo el ministro de Transporte y Obras Públicas habló sobre tres temas: las obras en ruta 7, el proyecto Ferrocarril Central y la rotonda que se construirá en ruta 1, en el acceso a Playa Pascual. Durante el Consejo, el Presidente Tabaré Vázquez señaló que el 90% de los compromisos asumidos para San José en instancias anteriores, se cumplieron o están en ejecución. Entre ellos hay varios que son responsabilidad del MTOP.
Sin embargo parece que el protagonismo y hasta los aplausos se los llevaron estos niños que más que preguntar, hicieron una afirmación cargada de ideología.
Una pregunta es un interrogante que se establece en el seno de una conversación entre dos personas. Una pregunta es una forma de lograr información sobre un tema en concreto, buscando la respuesta en el interlocutor. Desde un plano más profundo, las preguntas también pueden valorarse en función del tono en el que se realizan. Las preguntas que tienen ironía en su intención, es decir, que quieren decir algo más allá de lo que dicen en sí mismas son preguntas retóricas. Preguntas que llevan implícita una segunda intención y que dificulta la comunicación.
Desde un punto de vista gramatical, las preguntas retóricas son un recurso utilizado en el diálogo interpersonal. Con frecuencia, las preguntas retóricas no buscan una respuesta en sí misma sino que lo que busca el interlocutor es dejar ver su propio punto de vista ante el otro. Un punto de vista que probablemente puede esconder cierto enfado o cierto desencanto, situaciones en las que las personas recurren con una tendencia habitual a la ironía.
Preguntar al presidente si vive en una mansión es desconocer que él ha optado (en los dos mandatos) por vivir en su casa pudiendo haberlo hecho en la Residencia Presidencial de Suárez y Reyes en el Prado con todas las comodidades y servicios que seguramente no tiene a disposición en su domicilio. O es haberse salteado la historia de la renuncia a vivir en la Residencia del Prado también del ex mandatario Pepe Mujica pasando a vivir en su chacra de Rincón del Cerro ayudando a muchos, muchos compatriotas. En estos tiempos ¿qué significa “una mansión” para Franco, un escolar de 7 años que vive en una casa que “le gusta”?.
La segunda pregunta que ha cautivado a la prensa fue formulada por un alumno de colegio privado, Renzo, interpelando a Vázquez con “por qué la gente que no trabaja tiene más beneficios que la gente que trabaja”. Esta si no te la llevo. El Programa de Educación en Seguridad Social se desarrolla en Uruguay desde el año 2007. Este Programa incorpora ejes temáticos relativos a la Seguridad Social como materia obligatoria de estudio en los planes de educación de todos los centros públicos y privados del país, primaria y bachillerato (asignatura Educación Ciudadana) y UTU.
Se propone crear ciudadanía y concientizar a niños, adolescentes y jóvenes, quienes desde antes del nacimiento son sujetos de estos derechos y continuarán sustentando y siendo actores fundamentales de este sistema solidario. Pretende también llegar a la familia y al barrio, colaborando así en la difusión de esta información. A la fecha se han editado y distribuido gratuitamente a los alumnos tres manuales, un libro del alumno y un cuaderno interactivo.
O este niño se salteó sus deberes o el centro al que concurre no está impartiendo los temas de Seguridad Social. Pero dejémosle a ellos la carga de pensar que con trabajo se logra menos que sin él, que el esfuerzo no vale nada y que más vale entonces no hacer nada. Los valores del trabajo, de la responsabilidad, de la voluntad de superación y del pan que se gana con el sudor de la frente fueron los timoneles de nuestros abuelos y padres que hicieron de esta tierra una patria libre e igualitaria que abrió sus brazos a los inmigrantes que huían de la guerra y de la pobreza y trabajando salieron adelante.
Que un niño tenga esos prejuicios (o que se los programen para hacer saltar los aplausos para la tribuna) da en el mejor de los casos mucha pena. Y que hoy no se escuchen voces en contrario y que además algunos de los participantes oficialistas incluso sonrieran, habla muy pobremente de nuestra dignidad, de nuestra educación y de lo que debemos defender: el mundo es de los mejores, de los trabajadores más calificados, de los muy buenos estudiantes, de los que avanzan en su carreras, en sus metas, que se proponen no conformarse con “beneficios” sino con derechos ganados y conquistados en una escala siempre por más. Si este niño ya llegó a tener su formación en seguridad social debería saber que nuestro sistema de protección social es ejemplo en América Latina y hoy cubre las diversas contingencias de las personas desde que el test dio positivo hasta más allá del día que despedimos a nuestros seres queridos de la vida terrenal protegiendo a los que quedan si no lo hacen por sus propios medios.
Claro que si le soplaron la respuesta, mal puede atesorar el concepto que el trabajo nos hace dignos, pero que hay coyunturas como la del 2002 (nuestra fuerza política comienza a gobernar en el 2005) que nos forzaron a atender primero y de urgencia a los que habían sido desplazados del trabajo formal, a los miles de pobres bien pobres y que antes que nada hubo que censarlos y darles documento de identidad pues “no los teníamos”. Quienes no trabajan no tienen más beneficios, tienen ayudas monetarias y de apoyo técnico y la inclusión en decenas de diversos planes que comprenden educación no formal, vivienda, salud, cuidado de los pequeños y discapacitados. Con el propósito de revertir su situación de años de exclusión y marginalidad. Población aún vulnerable y con carencias que no se han podido ni evitar ni erradicar completamente. Poner en una misma balanza a todos es injusto y no se ajusta a la verdad.
Tal vez hubiera sido una linda oportunidad para preguntarle al Presidente o la Ministra María Julia Muñoz como sigue el Plan Ceibal, o si los liceales de Playa Pascual encuentran sin trasladarse toda la oferta educativa que hay en Montevideo, por ejemplo. O como pueden dar ideas para llevar a cabo en el próximo Polideportivo cuya construcción fue uno de los anuncios del gabinete. Pero no, mejor tener los niños voceros repetidores de lo que escuchan como crítica de día y noche.
Y aplaudir las preguntas “incómodas” al presidente es un acto de demagogia que oculta el verdadero propósito de estas simpatías escolares.
Me gustaría no haber prestado atención al jopo teñido de Renzo, pero no pude dejar de tener algunas asociaciones que van con la libre expresión de todos los uruguayos. En lo expreso y en lo simbólico.