Fernando Sollazo
Quien siempre anduvo en el básquetbol es difícil no se acuerde de Ivón Rama. Fue delegado de dos clubes de básquetbol que ya no existen, Ripley y Rodó. Pero a las selecciones de Paysandú las seguía a todos lados porque era un sanducero de ley y apasionado del baloncesto. En el año 1987 estaba retirado como delegado pero seguía este deporte de cerca y en el año 1987 se jugó el Campeonato Nacional de mayores en nuestra ciudad. Ivón cayó enfermo de gripe y asma y no podía ir a los partidos porque tenía que hacer reposo. Partido a partido lo escuchaba por la radio y las victorias de la blanca lo animaban. Comenzó a sentirse mejor y llegó la gran final por el título nacional ante Salto, el clásico rival. Al sentirse mejor no se aguantó, se levantó, se bañó, se abrigó bien porque hacía frío y se fue a ver la final al Estadio Cerrado Municipal 8 de junio. Vibró el partido con intensidad desde las tribunas y Paysandú se coronó campeón Nacional de la mano de Mario Viola que fue inmarcable para los salteños. Festejó y lloró por el triunfo y retornó a su hogar. Al otro día se vino la recaída y a 48 horas del título a pesar del esfuerzo de los médicos dejó de existir ante la tristeza de su familia que le había dicho no se levantará para ir al partido. En fin, es el destino, Ivón perdió su vida por el básquetbol, porque era un apasionado y vocacional. Nunca se imaginó lo que le podía pasar. Hoy quisimos recordar este hecho porque muy pocos lo saben y nosotros lo apreciábamos mucho ya que siendo niños lo conocimos como delegado. Desde el más allá Ivón con una sonrisa seguirá disfrutando de aquella noche memorable donde se vio con mayúsculas el verdadero espíritu de Paysandú.