Por Marita Coria
Sumergirse en la redes sociales, seguir “hilos”, enojarse, desenojarse, insultar, arrepentirse, alejarse, culpar. Es la antítesis de la televisión que apuesta a los grandes despliegues acordes con la jornada y costosas encuestadoras. Un acierto es el trabajo de TVCiudad con La Diaria y académicos de la Unidad de Percepción Ciudadana que a la hora de cierre del escrutinio, ya tenían la proyección más certera.
Releí algunos tramos del libro “Trolls SA. La industria del odio por internet” cuya autora es una docente de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires. Comenzó a estudiar el fenómeno de las redes y su impacto político. Dice claramante que no somos nosotros los que las manejamos sino que las redes nos manejan a nosotros.
Existieron siempre en la historia. Unos las ubican en la Revolución Francesa y otros afirman que vienen desde mucho antes como una estrategia de transmisión de noticias. La diferencia es que actualmente son globales, instantáneas, ingobernables e imprescindibles.
Paseíto por tuiter
En ese lugar, la votación del 27 provocó una mezcla rara de: resultados del referéndum, la piña que Will Smith le propinó a Chris Rock por su broma con la alopecia que padece la esposa del primero, pedidos de fotos de gatitos para “aliviar” la derrota y Florencia.
Juzgar a la señorita Florencia en su BMW de alta gama en los festejos por el NO y contraponer su imagen con la desilución por los resultados en beneficio de esa oligarquía que nunca pierde poder adquisitivo ni beneficios con los gobiernos neoliberales. Sin embargo, dos días despúés, un usuario bajó el tono y escribió algunos datos de la vida de Florencia y concluyó con que el problema con la joven “es del mononeuronal que se babea mirándola y a las 6 se tomó el 103 para trabajar 16 hs por 20 palos”.
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