Hay caprichos y caprichos. Algunos imperdonables
Mayo, mes de tantos hechos importantes en la historia de nuestro Uruguay. Pero hoy quiero referirme al 26 de mayo, fecha que celebramos como “Día del libro” a nivel nacional. Y no es un capricho, porque la celebración está sustentada en un hecho histórico de gran trascendencia en la vida del país. El 26 de mayo de 1816, se fundó la primera biblioteca pública del Uruguay- que luego se constituyera en Biblioteca Nacional- instalada en aquel entonces en los altos del Fuerte de Montevideo. Nuestro Prócer José Gervasio Artigas desde Purificación, se sumó al pedido del Presbítero Dámaso Larrañaga, gestor de este nacimiento de conocimiento, faro de luz y educación para la gente de aquel momento. Años donde no había instituciones públicas ni privadas para instruir a quienes en definitiva eran sus aliados en la defensa de nuestra libertad. Y el 30 de mayo expresó ante los soldados su tan magistral frase “Sean los
orientales tan ilustrados como valientes”. Santo y seña de su ejército a partir
de entonces. Fue en 1816. Han pasado 207 años de esa celebración. Deberíamos pensar que en más de 2 siglos, el amor al saber, al libro, a la cultura de la lectura, debería
ser un bastión de todo gobierno nacional o departamental que siga por la senda de la “ilustración” de su pueblo. Porque es un mandato de José Artigas. Más hoy, sabiendo que en el surgir de una “transformación educativa” que sugiere el aprendizaje por competencias y una de la generales es la comunicación. Y para comunicar tenemos que tener palabras, muchas palabras. Y saber que la mayor puerta de entrada de nuevas palabras, se da solo para quienes tienen acceso al libro y a la lectura. A la lectura como
derecho de todos y todas. Los esfuerzos denodados de la escuela pública e instituciones privadas no alcanza, si al egresar de ellas, los niños y las niñas y los jóvenes no encuentran dónde continuar leyendo, donde seguir encontrándose con sí mismos y con el mundo, para el desarrollo pleno de sus subjetividades. Para constituirse en ciudadanos críticos y libres, para tomar decisiones y defender puntos de vista personales. Para comprenderse mejor y ser más comprendidos en sus comunidades de vida. Y en el mundo. Donde quienes gestionan la cultura de la lectura no lo han entendido así y siguen haciendo de ella- de la lectura- un privilegio para aquellos que pueden llegar a una biblioteca o tienen libros en su casa, pero se “olvidan de rascar donde pica” – allí en las periferias- donde el libro no existe y donde es más
necesario que en cualquier otro contexto, generan profundas inequidades. Porque para esa población se hace muy difícil acceder al libro. Y la exclusión se vuelve muy notoria.
Y aquí viene lo del título… lo de que en este sentido hay caprichos y caprichos.
Algunos son imperdonables. Se me podrá tildar a mí de ser caprichosa en perseguir que la lectura llegue a los barrios y comunidades del interior y que llegue de la mano del libro. La lectura como actividad de pensamiento, como protagonista. Y a través de
mediadores que presten su voz para aquellos que por malas políticas culturales, han perdido el hábito de leer. Resultado de gobiernos que se olvidan de la lectura como derecho. Entonces sí acepto se me tilde de terca y porfiada. Yo agregaría perseverante.
Y en este sentido y lo voy a decir cada vez que pueda: es un capricho imperdonable del Sr. Director de Cultura de Paysandú haber decidido privar a niños, niñas, jóvenes y adultos de la posibilidad de leer. Porque la mejor herramienta de que dispone que es el “bibliobús” lleno de libros y de recursos para salir a llevar cultura a las periferias, por un capricho imperdonable sigue sin moverse en el corralón, deteriorándose cada día un poco más. Y acá también hago responsable al Sr. Intendente Departamental Dr. Nicolás
Olivera. Porque las pobres excusas que ha dado el Sr. Director Eugenio Pozzolo han sido: fragilidad, escasa autonomía -porque recordemos que es eléctrico-, no tener chofer, pero sobre todo falta de recursos económicos para la compra de baterías. A ver ¿tan poco le importa la cultura a este ejecutivo que pudo pagar algo así como U$U 1.500.000 a OMA por un plano en papel y no tiene “chirolas” frente a esta suma, para poner en marcha el Bibliobús? Lamentable. Y además porque tampoco es ese el motivo: porque se pidió como Biblioteca fija para el parquizado del Hospital de Paysandú y tampoco sirvió la propuesta. ¡Cuánta mezquindad! Por eso reitero –frente a un nuevo 26 de mayo- hay caprichos imperdonables. Y este es uno realmente. Capricho que no es ajeno al gobierno nacional donde la cultura es “la Cenicienta” porque a veces leer se torna peligroso. Y donde hay un Plan Nacional de Lectura que se sostiene por la capacidad técnica y humana de quien lo gestiona, pero no por los recursos asignados por el MEC. Así es. ¡Ay Artigas…si volvieras! Ya no sería aquella la frase del 1816, la a pronunciar. Deberías pensar en otra, quizá, que recuerde que gestionar la cultura es un
acto político (no partidario) y que ese acto tiene por principio la igualdad de oportunidades para todos y todas, en contraposición a gestiones que son productoras de desigualdades. Propias del Partido Nacional. Ojalá para el 26 de mayo del 2024, los caprichosos se den cuenta que la cultura es todo, que es transversal a todo o de lo contrario el todo se vuelve nada. Y que se construye con políticas de Estado socialmente concertadas que partan de procesos efectivos de participación. Y que un gobierno que no apueste a la misma, está condenado a la ignorancia de su gente, con la peligrosidad de perder nuestras raíces, que significa debilitar nuestra identidad individual y colectiva.
Maestra Mabel De Agostini Pinna
Edila Departamental FA