La actual mayoría de la Junta Departamental, en manos del partido de Manuel Oribe, es prueba inequívoca que se debería revisar el mecanismo constitucional de mayoría automática. La estrategia desarrollada por dicha organización ha generado una parálisis del deliberativo, cuando no sesiones bochornosas, que desprestigian el accionar político partidario. Tiene sus variantes prácticas: cuando las normas requieren apoyo de la oposición, por ejemplo, enajenación del Corralón, se avienen a un diálogo con la oposición y la hacen participar de la puesta en escena y elogian a algunos de sus participantes. Luego vuelven a las viejas prácticas con operadores muy duchos y avezados en la faena.
La estrategia nacionalista parece meter en el barro a la oposición legislativa, con algunos de sus miembros que terminan siendo funcionales y escasamente orgánicos. Entrampado en estas circunstancias, las autoridades locales de la oposición tendrían que revisar el accionar, para no seguir “comiendo de la mano” y desmarcarse de actitudes que oscilan entre la provocación, el abuso, el ninguneo y el pragmatismo. Mientras esto discurre, en vía paralela, -angustiando a la gente-, el desempleo cabalga las llanuras, con todos los enormes impactos sociales consiguientes, y se presentan los jornales solidarios como la “gran política”. Concomitantemente se entregará la planta de portland.
Tal vez volver al diálogo con el vecino de todo el departamento y construir propuestas que alimenten la esperanza y no focalizar todo en la Junta Departamental, además de una cuestión saludable puede separar un poco los tantos en una época de descreimiento y de “son todos iguales”.