Son notorias las restricciones presupuestales que tienen las políticas sociales, a lo que hay que agregarle la impronta que se le pone desde la oficina departamental de MIDES con el trío directriz. Vehículos con dificultades, oficina móvil puesta en funcionamiento meses después de haberla presentado con gran pompa y una campaña permanente de las jerarquías que, además, ofician de ediles; un combo que erosiona la gestión.
Encomendarse al señor
En múltiples barrios sanduceros, organizaciones de distinta naturaleza, vecinos sin aspavientos, suplen la ausencia del Estado y facilitan cosas imprescindibles a compatriotas que la pasan más que mal. En la pauperizada zona de la Parroquia San Ramón, los feligreses de la misma cumplen una importante labor social. Los sábados a la tarde reúnen a más de 100 gurises en torno a una merienda; tal vez lo único que vean ese día.
Los miembros parroquiales han visitado los entornos del CAIF Los Indiecitos, el Centro juvenil Estrella del Sur y la Escuela 95. Esas mismas personas, que participan del proyecto Don Bosco (se intenta reflotar dicha estructura y darle un uso social), han expresado a sus compañeros que esos lugares visitados, de contexto crítico, “la población es muy vulnerable, donde se destaca tristemente el hambre como el gran flagelo. Los niños y jóvenes son hijos de madres solteras muy jóvenes la mayoría de ellas, donde la violencia, las drogas y la falta de contención son la principal característica”. Sus expresiones reiteran que el hambre es lo “primordial a resolver”. Nadie podrá sostener la peregrina idea que “están haciendo política”. Recurso retórico que encubre desaprensión, falta de empatía y de recursos. Hay que vincular las problemáticas: mientras corre la tijera para los más pobres, cabalgan por las praderas infinidad de millonarias exenciones impositivas y regalías a multinacionales.
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