¿Sirve para cumplir con un requisito ineludible de quienes tienen la responsabilidad de gestionar cultura? Visitando la 8va. Feria del Libro de Paysandú parecería que así fuera. Pero no. No es ese el objetivo. Así considerada sería como un evento deslavado, que otorga poca relevancia a la cultura del libro y la lectura y a escritores y escritoras. En tal sentido, la UNESCO declara que las ferias del libro son industrias culturales y creativas, son espacios concentradores que reúnen a compradores y vendedores, durante un lapso acotado (por ejemplo una o dos semanas cada año). La mayoría están abiertas al público en general. La potencialidad de cada espacio suele estar perfectamente identificada por los gestores culturales, quienes conocen la dinámica particular en la que se desenvuelve cada una. Es sabido que el sector cultural conjuga un amplio entramado de expresiones y manifestaciones artísticas -en este caso el libro como objeto cultural y escritores y escritoras- sin olvidar las editoriales que hacen posible que lectores y lectoras, puedan tener en sus manos ese tesoro que es “lo más caro al alma del poeta”. En las Ferias del Libro, la estrella, “la vedette” son la literatura y la edición, que solo se pueden disfrutar si quienes planifican, promocionan y difunden la feria, son capaces de tener todos estos factores presentes a la hora de hacerlo. Si esta Feria del Libro hubiese sido armada y gestionada en colectivo con los gestores culturales de Paysandú, seguramente hubiese sido mucho más exitosa. Pero no. Fue pensada en soledad. Y es respetable que el Director de cultura Sr. Eugenio Pozzolo, así lo haya decidido, porque tiene la potestad de hacerlo. Una pena que desaprovechó recursos humanos experientes y creativos en hacer de una Feria del Libro, un punto de encuentro entre los múltiples prestadores de productos editoriales que tiene nuestro país y la demanda de lectores competentes y exigentes que tiene Paysandú. De toda edad y de todos los gustos. Porque ese es el último objetivo de este evento cultural: promover el acercamiento de la población al libro y la lectura. Algo así como una “degustación de libros”, cuestión clave en la formación del hábito lector. Hábito necesario para el desarrollo de la persona en una democracia plena y más necesario aún para el desarrollo humano y comunitario de Paysandú. ¿O no queremos un Paysandú de pie? Porque para eso necesitamos dar brillo e incentivar este tipo de prácticas culturales, que deberían despertar imaginación, creatividad y pensamiento.
Habría mucho más para decir, como por ejemplo, que ante un espacio tan reducido como el que se usó, se podría haber anexado el Bibliobús fijo en la puerta de Casa de Cultura, como escenario novedoso de lectura. O también haber invitado a la Red de Biblioheladeras (por segunda vez dejada de lado) para animar a leer y por qué no regalar algunos libros a quienes no pudieron comprar. Hubiese sido una buena opción para equilibrar lo comercial con lo afectivo y emocional. ¡Es tan lindo regalar y que te regalen un libro! Pero no fue posible y respetamos decisiones de la política cultural departamental. Solo que de haberse pensado en una programación cultural y educativa seria, la Feria podría haber ofrecido al público: niños, jóvenes, adultos, ancianos… momentos de actividades de lectura dinámicas, diversas, originales, que despertaran el interés por leer. Una fiesta de la lectura, con muchos libros abiertos en manos de quienes lo quisieran. Porque en definitiva una Feria del Libro es como “un libro abierto”. Solo que esta vez no se abrió.
Escribe Maestra Mabel De Agostini
Edila Departamental FA.
Foto archivo 2022