Tuvo una vida marcada por la lucha, y la búsqueda de justicia. Hace unos días conoció por primera vez a los militares acusados por la muerte de su esposo, Vladimir Roslik y espera que la justicia dé una sentencia sobre este caso y los militares sean detenidos.
La historia de Vladimir Roslik, es conocida, por ser considerado el último muerto de la dictadura. El médico de San Javier, fue sacado de su domicilio en la noche del 15 de abril de 1984 junto a otros habitantes de la localidad. Sin embargo, no resistió los castigos recibidos en el Batallón de Fray Bentos. Allí, el médico militar Eduardo Saiz firmó la autopsia y atribuyó la muerte «a causas naturales» sin embargo eso nunca fue aceptado por la familia de Roslik, en especial por Mary, su esposa.
Eso marcó para siempre su vida y desde ese momento se dedicó a golpear puertas para conocer la verdad, saber qué pasó con su esposo y que los implicados tengan un castigo por lo ocurrido.
Mary y Vladimir se conocieron en una consulta médica, “yo era una gurisota”, recuerda. Después de esa consulta, con el médico joven del pueblo, que había llegado hace poco de estudiar medicina en Rusia, fue que descubrieron que tenían muchas cosas en común y se enamoraron.
Hace una semana, Mary, pudo por primera vez estar cara a cara con los militares implicados en el caso. Si bien Fray Bentos no es la ciudad que más le guste, por todos los recuerdos que trae, tuvo que viajar para la audiencia. “Yo no iba a ir a la primera audiencia, yo odio Fray Bentos, no lo puedo ver. Pero me sentí muy acompañada, porque fue Valery (su hijo), el doctor Chargonia y el fiscal. No pase nervios, pensé que iba a pasar peor pero no”, contó. Esta fue la primera de cuatro audiencias.
Sobre lo que significó para ella tenerlos adelante, después de tantos años, dijo que “nada, hice como que eran una silla. No los identifiqué como personas, ni siquiera pensé. Si me sorprendió, el desastre que es el juzgado, nos metieron todos juntos, asesinos con las víctimas, éramos veinte y pico de personas, todos amontonados en una habitación chiquita. Da la casualidad que se sentó al lado mío Dardo Ivo Morales, militar responsable de tomar la declaración a Roslik y señalado como responsable de la muerte. Después, el abogado me cambió y eso no puede ser. Estábamos casi codo con codo con este hombre y yo no sabía quién era. Cuando la jueza pidió que nos identificáramos, ahí si me que me dio el ataque de caspa”.
Sobre la resolución de la jueza y de la justicia en general dijo que “los jueces están vendidos, tienen miedo o están amenazados. Porque es difícil encontrar una jueza que marque y pise fuerte. Siempre están a medias”. Zavalkin siente que ha luchado desde la muerte de Vladimir contra fuerzas y grupos de poder. También habló sobre el vínculo de los militares con los gobiernos. “Sea el gobierno que sea, los milicos siempre están infiltrados. Ellos siempre andan mezclados”, manifestó.
“Son unos viejitos, pero tienen que tener un castigo”, afirmó. “Pero esta es la primera vez que le vemos la cara”, agregó. De todas maneras, considera que “todos tienen que ir presos”. “Yo sentía que le debía esto a Vladimir. Hice de todo, porque yo me propuse que no se perdiera la memoria de Vladimir. Por eso hice la Fundación, el Caif, la policlínica, el hogar, estuve 32 años haciendo trabajo comunitario, pero en la parte judicial no podía hacer nada”, afirmó. “No la tuve fácil, ni yo ni los abogados, después agarramos los años de ley de caducidad, entonces hubo pila de años que no pudimos hacer nada. Se aclaró un poco el panorama en el 2018, con la creación de la Fiscalía de los delitos de lesa humanidad. Hemos dando tanta vuelta”, indicó.
Zavalkin destaca especialmente el trabajo del doctor Pablo Chargonia y del fiscal Ricardo Perciballe “haberlo encontrado nos cambió la vida y por eso el caso siguió adelante”
Asegura que San Javier vivió por años una persecución étnica por parte de los militares. “Era como un gallinero, venían a elegir la gente que iban a llevar”, afirmó. “Al principio andaban amedrentando, después empezaron a llevar gente”, agregó.
Además, habló de cómo le cambió su vida después de la muerte de Vladimir. “Nunca tuve tiempo de hacer el duelo, no lo pude hacer. Me tuve que mudar de San Javier, tenía una cesárea, el bebé chiquitito. Tuve que re hacer mi vida, aprender a manejar, y la vida me llevó. Además, he pasado de enfermedad en enfermedad, y según mi psiquiatra tengo un duelo patológico”, contó.
Zavalkin asegura que hubo muchos “daños colaterales” por la muerte de Roslik. “Mataron a los padres también, la mamá murió mientras Vladimir estaba en el Penal de Libertad y el padre a los pocos días de su muerte. Y después los sobrinos que llevaron, uno murió y otro está internado como un ente”, contó. Esos daños según explica no solo se dieron en la familia de Roslik sino también en la comunidad de San Javier, donde muchos hasta temían hablar en ruso.
Sobre las detenciones recuerda que, si bien no daban explicaciones a la hora de la detención, a Roslik lo acusaban de ser un “jefe de la KGB”, por haber estudiado medicina en Rusia. “Decían que él no fue a estudiar medicina, fue a estudiar para ser un agente de la KGB. Sin embargo, yo tengo todos los títulos acá, los rusos y la reválida que hizo en el hospital de Rivera”, contó. También recuerda que antes de que pasara todo, unos amigos los habían invitado a vivir en Venezuela, pero Vladimir no quería. “Yo estaba dispuesta, pero él dijo que no, porque había dejado a los padres tanto tiempo, quería disfrutarlos y darle un poco de comodidad, porque era gente muy humilde. Y por el tema de los padres no se quiso ir. Nunca pensamos que iba a pasar una cosa así”, afirmó.
Mary asegura que San Javier, ya no lo siente su lugar, y pese haber viajado años desde Paysandú todos los fines de semana ahora prefiere no ir y seguir con su vida desde otro lado.
Gentileza El Rionegrense