PAYSANDÚ DEPRIMIDO
Ayer tuve el gusto enorme de conversar con un vecino: con Juan. Juan es un cincuentón que anda por todo Paysandú vendiendo quesos. Por eso conoce la realidad de Paysandú y otras realidades porque también transita por otros departamentos. Justamente lo encontré en el 24 horas de la esquina. Cuando me vio me saludó atentamente y me dijo: -decime Mabel, ¿ustedes se dan cuenta que Paysandú está “deprimido”? En ese momento mi bolsa cayó al suelo, no sé bien por qué porque hasta ese momento no había comprado nada. Y no compré. Tengo que confesar que me sorprendió el uso de la palabra “deprimido” aplicado a Paysandú, porque ese adjetivo suele usarse más al referirnos a una persona. Y me sorprendió la imagen de un Paysandú deprimido y antes de hacer las compras preferí conversar con Juan. Sí, conversamos. Porque las buenas conversaciones mejoran nuestras ideas, opiniones, decisiones, memoria y emociones. Así que habiéndome casi olvidado de la compra lo invité a que él mismo “se hiciera cargo de su aseveración” y definiera la expresión de “Paysandú deprimido”. Creo que Juan también olvidó su venta, porque estábamos ya sentados afuera en el banco de la puerta, ante una herramienta simple y potente: una buena conversación. Le reiteré la pregunta: -¿Por qué ves un Paysandú deprimido?
-Mirá me dijo; en cuatro o cinco datos u hechos concretos te lo cuento:
• Falta de trabajo que crece día a día, la gente te pide por favor una changa para hacer.
• Diez personas que a diario golpean la puerta de casa pidiendo y ya no piden plata, piden “cualquier alimento para cocinar”. Lo mismo pasa en mi casa, contesté.
• Las volquetas que se han vuelto un reservorio de residuos que las personas revuelven. Pero no porque sí, sino buscando comida porque hay hambre.
• Los comercios de barrio con las estanterías vacías porque el asunto cambiario, los está matando a ellos y a nosotros que dependemos de sus compras. Porque a mí no me compran las multinacionales, mi cliente es el “boliche” de barrio.
• Gurises y no tan gurises en las esquinas esperando el golpe del balde para actuar, y ¡ojo! que ellos no tienen la culpa. Les tocó este Paysandú en este tiempo. Y sobre ellos represión dura, pero la inseguridad sigue. Habría que pensar en esto, porque los narcos de la Torre Ejecutiva, siguen impunes.
• Si vas para el suroeste, el río Uruguay castigando a los más necesitados, que cuidan como leones sus viviendas y se resignan a vivir en una carpa o a estar hacinados en un lugar cenando-por ejemplo- a las 5 de la tarde. No se sabe si es merienda o cena.
• Si miro desde otro aspecto, las calles desechas, la capa asfáltica no resiste ni 2 meses sana. Andá por Límite Este, por Avda. San Martín, por Boulevard Artigas llegando a Salto, por cualquier calle de barrio y no hay vehículo que aguante.
• Muchas obras sí, pero todas sin terminar. Balizas por todos lados tipo arbolitos de Navidad jajaja. Debe ser para dar trabajo porque mirá que se ven chalecos anaranjados “A ganar”.
• Aparte lo ves en la cara de la gente y conversando con el vecino: gente que está metida en créditos y vive amargada, venden hasta la ropa para tener un plato de comida.
Y siguió…pero se hacía tarde. Le dije que tenía razón, pero que algo bueno hace que Paysandú no se entregue y siga en lucha por no desplomarse del todo. Fue cuando me dijo ¡sí claro que sí! Lo mejor de Paysandú es su gente, su capacidad de reinventarse, de buscar el mango, la lucha de los trabajadores, la capacidad de darse ánimo entre sí, la solidaridad…Fíjate vos entre toda esta depresión ¡los grupos de carnaval ensayando! En mi barrio suenan y suenan… y uno sale con la familia, termo y mate y bue… te olvidás. Y al otro día arrancás. Es así Mabel, me dijo. Cuando se fue me gritó: ¡Ché Uds. que pueden luchar sigan, no aflojen! Juan me interpeló y me convocó a seguir pensando, sobre todo en la necesidad de seguir la lucha. Pero también me reivindicó aquello del poder de las palabras: una buena conversación es la fábrica más extraordinaria de conocimientos y de ideas, la herramienta más poderosa para transformarnos, llevar una vida más plena , ser mejores personas y continuar la lucha por una sociedad más justa. Estamos a tiempo, es el momento de salir a conversar con la gente.
Maestra Mabel De Agostini Pinna
Edila Departamental del FA

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