Nos queremos libres e iguales: todos los días y en todos los ámbitos

Escribe Lic. Magdalena González

El movimiento feminista tiene como fin visibilizar y luchar contra la violencia de género, buscando la igualdad entre los géneros. Para poder lograr la igualdad, es necesario que nosotras como mujeres tomemos el poder que tenemos y que a lo largo de la historia se nos ha ocultado y silenciado. Principalmente, visibilizar los femicidios que siguen ocurriendo, matándonos solo por el hecho de ser mujeres. Así como también, el maltrato, la violencia, el abuso y el acoso que sufrimos en las calles, en los trabajos, en todos los ámbitos, siempre somos miradas diferentes. Se nos colocó por años en este lugar de que la mujer es más débil, que hay cosas que no podemos hacer, limitando nuestras posibilidades.

Hoy, la lucha sigue viva, en pos de romper con los mitos, creencias y con todos los tipos de violencia de género que siguen existiendo. Pertenecemos a una comunidad atravesada por la vulnerabilidad en la que nos deja esta sociedad patriarcal y capitalista, oprimiendo y controlando nuestros cuerpos desde los principios de la historia. Aniquilando memorias, recuerdos y saberes, en nombre del poder, en nombre del género predominante: el masculino. Estamos hartas de esta realidad, por eso resistimos, por las que estamos vivas y por las que no pueden luchar. Se vuelve de suma importancia, reconocer la brecha existente entre un género y otro, que a pesar de los movimientos actuales, persiste.

Es necesaria la revolución feminista para tomar consciencia, porque cada vez somos más mujeres que podemos, que tomamos el poder de nuestra vida y elegimos liberarnos de conductas, normas, de estereotipos y reglas que nos dicen lo que tenemos que hacer. Son años de explotación de nuestros cuerpos, de consumo de nuestra sexualidad, llevándonos a un lugar de objeto, usurpando nuestra intimidad. Sigamos en movimiento, para poder salir de ese ciclo de violencia infinita en el que nos han colocado por miles de años de existencia; aunque sea un cuestionamiento y deconstrucción de todos los días y de cada hecho en particular, que nos tramita a una constante reelaboración de situaciones ¿Cuántas veces tuvimos que callar nuestra palabra para darle razón a la de un varón? ¿Cuántas veces nos retaron por hacer cosas que no eran de una “señorita”?

Es hora de seguir demostrando que las mujeres sí podemos, podemos mucho más que estar realizando tareas domésticas y de cuidado, podemos adentrarnos en el arte y en la cultura, podemos participar de la ciencia y de la política, hacer valer nuestra palabra y nuestro poder. Es momento de que seamos escuchadas y que podamos sacar nuestra voz.

Hoy luchamos por todas las mujeres del mundo, contemplando y reconociendo sus palabras, sintiéndonos orgullosa por sus logros. Nos reconozco y nos abrazo por el hecho de poder salir de esos lugares donde fuimos violentadas. Nos invito a cuidarnos y a quedarnos donde nuestra voz es escuchada, donde nos tratan con respeto, y donde un “no” es suficiente para dejar en claro nuestras decisiones

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