Por Horacio R. Brum
Los avisos a los navegantes son noticias sobre riesgos o peligros que regularmente emiten las autoridades marítimas y deben ser tenidos en cuenta por quienes están a cargo de los buques, para evitar que la navegación se complique o termine en un desastre. Con frecuencia también se emplean para corregir las cartas marinas, actualizándolas con hechos como un naufragio cuyos restos pueden representar un peligro para el curso de la nave.
Desde la otra orilla del Río de la Plata, donde hoy el buque de Argentina está conducido por un capitán que parece comportarse como el del Titanic, al desoír todos los consejos y advertencias para que haga correcciones al rumbo, llegan algunos avisos a los navegantes de la política uruguaya. Ignorar tales avisos bien podría hacer que los constructores del Titanic argentino lograsen movilizar todas las fuerzas de su astillero para convertir a Uruguay, por las elecciones de octubre, en un barco que siga la estela del que comanda un capitán desequilibrado por la otra costa del Plata.
No se necesita mucho periodismo de investigación para determinar que Javier Milei es algo más que la respuesta a la bronca de los argentinos por el desquicio del kirchnerismo. A su alrededor se mueven algunos de los empresarios más poderosos del país y el organizador del ascenso a la primera plana de la política del hoy Presidente parece ser Eduardo Elzstain, el dueño de shoppings como el Abasto, el Patio Bullrich y varios otros templos del consumismo. A la cabeza del grupo IRSA, Elzstain se especializa en adquirir propiedades inmobiliarias de alto valor, además de poseer grandes extensiones de tierras agrícolas en Brasil y controlar el Centro de Convenciones de Punta del Este. Anualmente reúne en su lujoso hotel Llao Llao, a orillas del lago Nahuel Huapi, a empresarios y personalidades afines a la derecha económica. Conocida informalmente como el Foro Llao Llao, esta reunión mantiene en alto las banderas del neoliberalismo, esperando que ellas vuelvan a flamear sobre los palacios del gobierno de toda América Latina.
Otra propiedad de Elzstain es el hotel Libertador de cinco estrellas, donde Milei se alojó y trabajó con su equipo durante la campaña para las elecciones presidenciales. La versión oficial es que el entonces candidato pagó la estadía con sus propios medios, pero la pregunta es cómo hizo para solventar un gasto de tres meses en habitaciones que cuestan entre 200 y 400 dólares por noche, con su sueldo de diputado nacional. Una respuesta posible es que, al poco tiempo de asumir el gobierno, Milei designó a un alto ejecutivo de IRSA como titular de la Agencia de Administración de Bienes del Estado, un organismo que se ocupa de la disposición y administración de las propiedades inmuebles del Estado en uso, concesionados o desafectados.
A mediados de abril, el presidente uruguayo fue uno de los conferencistas especiales del Foro Llao Llao y llegó a Bariloche en un vuelo privado, como invitado de siete de los “refugiados impositivos” argentinos, los grandes empresarios que aprovecharon las ventajas dadas por el gobierno de Lacalle Pou para fijar residencia en Uruguay y así practicar la elusión de los impuestos de su país. Entre los pasajeros se destacó Marcos Galperin, el creador y dueño de Mercado Libre, la megaempresa de ventas por Internet que en estos días está siendo demandada por un grupo de bancos argentinos, bajo la acusación de abuso de la posición dominante en el mercado. Galperin es el hombre más rico de Argentina, con un patrimonio calculado a mayo de 7.100 millones de dólares.
Una semana más tarde, el mismo ambiente y algunas de las mismas figuras rodearon en Buenos Aires al mandatario en la cena anual de la Fundación Libertad, una agrupación que trabaja para difundir las ideas vinculadas a la libertad del mercado. Lacalle Pou fue nuevamente uno de los conferencistas, en compañía del ex presidente derechista del gobierno español José María Aznar y como en Llao Llao, el cierre estuvo a cargo del presidente Milei. Cuando era candidato presidencial, el jefe del Ejecutivo uruguayo había estado en otras cenas de la Fundación.
Otro vértice del triángulo Milei-empresarios argentinos-Uruguay es Eduardo Eurnekian, cuya Corporación América tiene la concesión de Carrasco y otros aeropuertos uruguayos, incluido el de Paysandú. Eurnekian fue el empleador de Javier Milei, cuando éste no era más que un economista trabajólico; del candidato presidencial Milei, el empresario opinó que “Argentina no necesita otro dictador”, pero hoy no se pierde una de las conferencias-diatribas que el inquilino de la Casa Rosada pronuncia en los foros empresariales y los medios dicen que él lo tiene entre sus referentes. Los aeropuertos (en ambas márgenes del Plata) son apenas un sector de las operaciones de la Corporación, que también está en la minería, el agro, la industria vitivinícola, la construcción y el sector inmobiliario, así como en los servicios bancarios.
Toda esa fuerza del capital, animada por lo que sucede en Argentina, bien podría pretender lograr algo parecido en Uruguay y bloquear cualquier posibilidad del regreso al gobierno de las fuerzas progresistas. Aparte de los millones de dólares depositados en nuestros bancos, los argentinos de fortuna han constituido en el Este un verdadero enclave, con centro en Maldonado, y sus operaciones también se están extendiendo en Colonia. No en vano, en el Foro Llao Llao los empresarios preguntaron a Lacalle Pou si se construirá el puente Colonia-Buenos Aires, un proyecto que data de la era del menemismo.
Una parte de la fuerza que convirtió a Javier Milei en presidente provino de su manejo de las redes sociales, que hoy continúa empleando para alimentar los resentimientos y las desconfianzas contra la política tradicional, además de descalificar e insultar a quienes le critican. El empleo de esas cloacas de la información, donde reina la impunidad para desinformar, puede ser un arma poderosa para arruinar o levantar candidaturas. Por otra parte, a la Argentina mileísta se han acercado algunos expertos en la relación entre el uso de las tecnologías digitales y la opinión pública, como el ex analista de la CIA de origen cubano Martín Gurri, para quien Milei “propone una alternativa y por eso es el más interesante de todos los populistas”. Gurri escribió La rebelión del público, donde sostiene que la ciudadanía está harta de los políticos y de las instituciones manejadas por ellos. En un lenguaje encubierto por las explicaciones tecnológicas, esta obra recicla los viejos argumentos de la derecha para desprestigiar a la política.
Las operaciones de desprestigio de sectores o personas son comunes en la Argentina; a pesar de que actualmente tiene que negociar con los políticos, porque cuenta con pocas fuerzas en el Congreso, Milei ataca con frecuencia a “la casta” de los partidos y la presenta ante la opinión pública como obstruccionista de sus planes para el futuro del país. Otra operación de desprestigio se puso en marcha en estos días desde la Casa Rosada contra las organizaciones sociales y piqueteras. A partir de algunos hechos reales de corrupción, se arrojó un manto de sospechas sobre todas esas organizaciones, muchas de las cuales están sufriendo en su asistencia a los más pobres los recortes de fondos impuestos por el “no hay plata” presidencial.
Si se mantienen las tendencias de las encuestas, las elecciones presidenciales uruguayas serán muy reñidas. Por eso, no conviene ignorar la existencia de factores que hasta ahora no tuvieron gran peso en un país donde todavía los políticos y las instituciones republicanas gozan de la confianza de los ciudadanos: un grupo de empresarios acostumbrados a emplear su poderío económico para alterar a favor de sus intereses las reglas del juego democrático; un presidente en ejercicio y figura de la coalición gobernante uruguaya cercano a esos empresarios; un gobierno vecino con escasa vocación democrática, cuyos mensajes ya están siendo reproducidos en Uruguay (se fundó el Partido Libertario); un volumen considerable de inversiones extranjeras provenientes del país que gobierna un mandatario emocionalmente inestable y dado a poner su ideología sobre la diplomacia.
Algunos materiales para pensar a ese respecto los da el caso de la falsa denuncia de Romina Celeste Papasso y Paula Díaz contra el precandidato frenteamplista Yamandú Orsi. Las versiones periodísticas y el abogado de Orsi han dado cuenta de que Papasso estuvo dos veces en Buenos Aires, antes de la operación contra el político del Frente Amplio. Por el momento, nadie ha tirado de ese hilo, pero de hacerlo, no sería extraño que comenzara a desenredarse una madeja cuya otra punta está en la orilla occidental del Río de la Plata.