En ediciones anteriores dimos cuenta, más allá de los actores directamente involucrados, como se perpetúan prácticas clientelares aquí y en todo el país. El MIDES local, en esta administración, es pródigo en el desarrollo de una “manera de hacer política” que usa las necesidades de la gente más vulnerable y horada la confianza de la misma en la democracia. El propósito de seguir prendido, obvia el daño que se le infringe a una noble actividad como es, -o debería ser-, la política.
Como saben que la gente se acostumbró a estas formas de hacer, -de hecho las tolera o se participa-, los nuevos dirigentes del PN continúan con una práctica centenaria que les permite llega a ciertos lugares, sin mayores esfuerzos. Por otra parte, en el departamento, la prensa (hay excepciones) mira para otro lado y la sociedad, a lo sumo, critica por lo bajo, pero no hay una importante condena social acorde al abuso. En el fondo hay cierto desprecio por la gente más embromada.
Se siguen usando recursos del Estado para financiar carreras personales mientras, por ejemplo, políticas son un verdadero desastre; por lo escuálidas.
Los jefes del MIDES local financian parte de sus campañas electorales entregando canastas y pidiendo credenciales, sin que autoridades del Ministerio observen tal conducta. Tal vez sea por ignorancia y no por complicidad.
En mayo, a las entregadas en meses anteriores, se suman otras 50. El mecanismo es sencillo, mandan mensaje por WhatSapp con fotocopia de cédula (tenemos esa información) para que las funcionarias de oficina, a las que casi no van, entreguen la canasta.
El mensaje que se trasmite es pésimo: ¡no hay derechos, solo favores! que debemos devolver con el voto familiar. Viejas y miserables practicas desplegadas por quienes hacen gárgaras con la democracia.