Stephanie Martínez, integrante del grupo
Hoy cambiamos por completo el estilo musical y habitual aquí en «Radar Musical». Es que estas 14 jóvenes mujeres merecen sean conocidas y “reconocidas”. Hablamos con Stephanie Martínez, la sanducera que forma parte esta gran banda “kumbianchera” intgrada exclusivamente por mujeres.
Detallanos los nombres de las integrantes, de donde es cada una y qué rol ocupa:
- Jhoanna Duarte (Montevideo) – Voz • Mariana Escobar (Montevideo) – Voz • Maira Sepúlveda (Montevideo) – Voz • Florencia Núñez (San Carlos, Maldonado) – Voz • Julia Melo (Maldonado) – Guitarra eléctrica • Julieta Taramasso Romano (Montevideo) – Bajo • Gleisis Estrada (Nueva Gerona, Isla de la Juventud, Cuba) – Trompeta • Belén Algorta (Montevideo) – Trompeta • Maja Cabrera (Montevideo) – Saxo tenor • Chivi Moreira (Colonia) – Saxo tenor • Sofía Mattson (Buenos Aires, Argentina) – Trombón • Fernanda Bértola (Montevideo) – Congas, bongos y accesorios • Laura Ganz (Montevideo) – Pailas y accesorios • Agustina Martinez (Argentina, Buenos Aires) – Güiro/güira • Stephanie Martínez (Paysandú) – Teclado y coro.
–¿Cómo -y con quién/es- fue tu formación musical?
Tengo el recuerdo de muy chiquita en Paysandú, yendo a la casa de mi profesora Marta Luisi y tocando en su casa penumbrosa y muy antigua. Un par de años más tarde, con Teresa O\’Neill, y varios años más hasta recibirme del conservatorio con la querida Alba Rosa Paulo de Castañares. A mis 18 años me vine a Montevideo a estudiar profesorado de música en el IPA, y en el segundo año aquí preparé mi examen de admisión para la Escuela Universitaria de Música, estudiando posteriormente con la Maestra Elida Gencarelli. Siempre estudié piano clásico, pero poco a poco me fui volcando a la música popular y empecé a necesitar otras herramientas. Terminé formándome en el Conservatorio Sur, ahondando en el lenguaje popular y jazzístico, y también aprendiendo de varios músicos destacados: arreglos de instrumentos, ensamble y demás. Ahí estuve con Manuel Contreras, Nacho Labrada, Hernán Peyrú como tutores pianísticos, y Nacho Mateu, Nacho Algorta, Martín Ibarra como músicos que complementaron mi formación musical.
Hoy en día sigo haciendo cursos de formación, más que nada en arreglos y producción musical, que es “el palo” al que me voy volcando poco a poco.
–¿Cómo surgió la idea de formar la banda?
Un día, una música con la que habíamos compartido fechas y nos conocíamos “de la vuelta” – La Jhoa – me invitó a participar en una banda sólo de mujeres que tocaban cumbia. En ese momento era pandemia, tenía bastante tiempo libre y dije “¿por qué no?”. Cuando fui a ese ensayo ya estaban Lali, Julieta, Flor, Jhoa, Fer y Chivi. La cosa se puso buena y fue “cayendo más gente al baile”. Cuenta la leyenda que Mai y Jhoa un día se cruzaron y dijeron: “¿Vamos a hacer una banda de cumbia solo de mujeres?” frente a la necesidad de ocupar espacios donde habitualmente solo vemos grupos de varones. La banda fue tomando vuelo muy rápido y al regreso de la vida no-pandémica explotamos tocando mucho muy pronto. Creo que las condiciones favorecieron para que se gestara y haya tiempo y energía, que muchas veces en la vida “normal” estamos tan sobrepasados que no hubiera sido lo mismo.
-El ritmo que utilizan es básicamente cumbia pero con un “sabor” especial. ¿Cómo definirías el estilo que hacen?
Todas las “Kumbiarachas” traemos con nosotras nuestra impronta, nuestro camino andado, y eso aporta desde muchas aristas a la música que logramos. Tenemos un equipo de percusionistas que les encanta experimentar con varios géneros bailables y festivos, una guitarrista excepcional que como muchas nunca se vio tocando cumbia, pero que suma con toda la riqueza tímbrica y efectos desde su pedalera y buen gusto, la bajista viene tocando desde “la panza” de su mamá.
Prácticamente y aportando con todo su swing, una sección de vientos que festejamos mucho y que es fuerza pura, cuatro cantantes que despliegan una variedad de formas, color y estilos. Y por supuesto somos todas aprendices de estos géneros que tratamos con mucho respeto y responsabilidad, un género al que estudiamos pero también proponemos desde nuestro bagaje y creatividad.
–¿Cuál es el impacto que han logrado en el público cuando ven a tantas mujeres jóvenes haciendo música bailable pero que también supieron tocar en una sala -que no es precisamente para que el público baile- como lo es el majestuoso Teatro Solís de Montevideo?
El Teatro Solís fue nuestro primer hito como orquesta. Estábamos muy nuevitas dentro de la oferta musical, y se dio esta convocatoria de Mujeres y Disidencias de la música uruguaya, un núcleo que busca fomentar y visibilizar a las Mujeres y Disidencias y de esa forma equilibrar los escenarios. Así fue como logramos pisar el teatro. Aunque estábamos muy entusiasmadas por el Teatro Solís, es cierto que nos daba un poco de miedito el hecho de las butacas y la gente sentada. Pero desde sus inicios ya nos caracterizamos por tener una propuesta no solo musical sino integral, con una puesta en escena, visuales y luces que están increíbles. Además, para nuestros shows importantes siempre nos gusta sumar bailarines y elevar aún más la propuesta. Esa fue la primera vez que pusimos tanta cabeza en el espectáculo. La gente nos re acompañó y terminó bailando obviamente a pesar de las butacas. Además, lo más lindo del teatro es que también atrae gente que quizás no va a una fiesta de noche, de distintas edades y que gusta disfrutar de la cultura desde otro lugar. Eso también está bueno y siempre es bienvenido.
-Hay canciones de todos los estilos musicales que “no mueren nunca”, y en vuestro caso la clásica canción mexicana “La Cucaracha”. ¿Por qué crees que es una canción tan “eterna”?
La verdad nunca conocí la canción más allá de la melodía que todos conocemos de niños.
Cuando empezamos a tocarla me puse a investigar el porqué de la letra y demás y me sorprendió que una canción que para mí era infantil tuviera un mensaje más crudo. Yo creo que las desigualdades por el poder, el abuso de poder, son siempre realidades que vivimos en muchos espacios y de distintas formas. Uno lo puede llevar a lo más literal de la canción o trasladar al ámbito que más le represente. Esta mezcla de realidad y ficción que relata es arte puro.
Nosotras tomamos la versión de Lila Downs y nos la apropiamos. De hecho, de ahí salió el nombre Kumbiaracha. Una mezcla de Cumbia – Cucaracha – Guaracha, y por supuesto la “K”.
-En estos años han ido “escalando” en los lugares de los “toques”, aunque todavía tienen “en el debe” tocar en, por ejemplo, la «Semana de la Cerveza». ¿Cuál sería ese lugar que las haría llegar a un punto máximo?
Mover a tanta gente es todo un desafío, pero realmente queremos que nos conozcan en el interior. De hecho, ya hay algunos proyectos encaminados para que eso suceda, pero la verdad no es tan fácil solventar viajes y viáticos no solo de las 14 sino de nuestro equipo técnico. Por ahora, aunque “escalamos” muy rápido, el proyecto sigue siendo a base de inversiones y esfuerzo de todas. Por otro lado, este año nos propusimos como objetivo hacer un Teatro de Verano («Ramón Collazo» – Montevideo), que al final se terminó descartando porque las condiciones no estaban dadas. De todas formas, sigue estando la propuesta en la mesa para el futuro. Siempre aspiramos a desafíos, pero como dije antes nada está servido en bandeja. Hay mucha inversión, trabajo y esfuerzo para que cosas lindas sucedan.
Rubén Rada siempre dice que “el puente” para seguir subiendo por América Latina es que el artista guste en Argentina. ¿Cómo estuvo la presencia de las “Kumbiarachas” en Rosario -Santa Fe- y en Buenos Aires?
Este año volvimos por la revancha. Ya habíamos estado el año pasado también por Rosario y Buenos Aires, y tuvimos algunas experiencias de aprendizaje que nos dejaron con un gustito no del todo feliz, sobre todo por el formato baile y noche al que habíamos apostado. En mayo 2024 redoblando la apuesta y cambiando el formato, y quedamos re contentas con el recibimiento de la gente, el “cope” y el disfrute. Es gratificante no solo la experiencia de tocar en otro lugar, sino también el fortalecimiento del equipo en la gira.
.Antes era grabar discos y ahora básicamente la música se reproduce en “plataformas digitales” (tanto en audio solamente como también en videoclips). ¿Qué piensas de estos diferentes medios para la difusión?
Yo soy de una generación que nació descargando música pirata del “Ares” y mirando videos en la tele y YouTube. Realmente no romantizo con el disco porque no es parte de mi generación. De hecho, lo vivo con mucha más naturalidad y adaptabilidad. Lo único que tengo para decir es que es un tremendo esfuerzo energético y monetario producir, grabar y publicar material. Es inversión pura. Este es un mensaje para vos que estás leyendo del otro lado: apoyá la música nacional, compartí, escuchá, disfrutá, hay un gran laburo del otro lado que hay que darle para adelante.
-Un mensaje para los/as que quieren sumarse a esa “aventura” que es dedicarse por entero a la música…
Primero y principal, hacer música no es solo salir con un instrumento a conquistar el mundo. Hay muchas ramas quizás menos visibles, pero que son igual de gratificantes como la producción musical, composición, arreglos de instrumentos, dirección, y por supuesto salir con un instrumento o tu voz a conquistar el mundo. Es un camino de mucha dedicación, no solo creativa, interpretativa y de aprendizaje, sino también de descubrirse en otros rubros como la gestión, el marketing y las redes, que van a hacer que abarques muchos otros lugares que no te imaginás. Como mensaje principal quiero resaltar el trabajo colaborativo y cooperativo, como el que tenemos en Kumbiaracha. Es la forma de trabajar para que el tren no pare nunca.