La siniestralidad en el tránsito sanducero, 15 muertos el año pasado según la Unidad Nacional de Seguridad Vial (UNASEV), parece no preocupar demasiado. Los accidentes, con toda la dificultad que genera a la persona y/o familia involucrada, tensa, entre otras cosas, los servicios de salud ya bastante complicados. La IDP que debería liderar políticas preventivas, de mitigación, de educación luce ausente. Un costosísimo y enorme debe.