Escribe Darío Rodríguez

La colocación de la piedra fundamental, marcando la construcción de la nueva sede universitaria, fue un hito relevante para el Departamento. Legisladores, autoridades locales, nacionales y universitarias dijeron presente el pasado lunes.

La Universidad de la República, UdelaR, fue, hasta la era progresista, un fenómeno esencialmente montevideano. Salto y Paysandú, con instalaciones universitarias desde hacía unos 60 años, habían alcanzado cierto grado de progresión en sus funciones cardinales; siendo algo casi marginal.

La apuesta inicial universitaria, de descentralizar una Institución cogobernada y centenaria, tiene en el clima político y apoyo desde las comunidades un soporte sustancial.

Mitigar inequidad

La descentralización, por ejemplo, mitiga la inequidad que es geográfica y de clase. La misma fue decisión de una entidad cogobernada pero imposible en su implementación sin un gobierno nacional sensible que vea en la educación un factor de equidad y desarrollo social, productivo, humano. No se sabe cuan claro está en Paysandú cuando la descentralización, democratizante, dio un salto. Conviene recordarlo.

En el interior un porcentaje altísimo de ingresantes son primera generación de universitarios en su familia. Sin la descentralización, rodeada de otros apoyos, hubiera sido imposible para este sector de la sociedad acceder a ella.  Ingresan a la sede Paysandú unos 1500/1700 jóvenes por año; en su mayoría de los escalones más bajos. Un salto cualitativo relevante.

El impulso a tales políticas, tuvo su clímax presupuestal, durante el gobierno encabezado por José Mujica. Ello generó un piso, expectativa que no tuvo la continuidad necesaria y generó cierto estancamiento.

En tal contexto, las Intendencias son un socio relevante de la UdelaR. En el periodo pasado, la IDP, asignó, con acierto, la ex terminal de ómnibus para usufructo de UTU y de la UdelaR. Ello dio respiro a una situación locativa asfixiante y que conspiraba contra el proceso de enseñanza-aprendizaje. De hecho, algo no menor, se genera en la zona una nueva centralidad que incluye la Plaza de Deportes y centros de salud, como el Hospital Escuela.

La asociación mencionada, habilitó que la IDP cediera a la UdelaR, el corralón municipal que, fruto del desarrollo de la ciudad, su ubicación dejaba de ser la más adecuada.

Hay experiencias anteriores a la que se verifica en Paysandú.  Por ejemplo, la Intendencia de Montevideo, hace muchos años, demolió, fraccionó y entregó terrenos donde funcionaban los galpones municipales para que hoy existan decenas de cooperativas de vivienda en un sitio a escasas cuadra de la rambla a la altura del Barrio Sur-Palermo. Acordó con la UdelaR, la entrega del predio ubicado en Eduardo Acevedo y Canelones con destino a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. O la construcción de la Plaza Líber Seregni en antiguos galpones en un territorio consolidado de la capital del país a escasas cuadras de Tres Cruces y 18 de Julio. En Soriano, por ejemplo, se reclamó a la Intendencia la cesión del Corralón Municipal con destino a la cartera de tierra. En Colonia, la Intendencia, adquirirá con destino a la UdelaR un predio perteneciente a la ex textil Campomar.

Por estos días, todo se asocia, naturalmente a lo electoral, hasta en lo Departamental, pero conviene ganar en precisión.

La UdelaR, frente al actual gobierno que le negó recursos en la asignación quinquenal y durante las rendiciones de cuenta, reasignó recursos y se hará cargo de la devolución del préstamo internacional que avaló el gobierno. En síntesis, el grueso de la financiación de la sede Paysandú, estimada en unos 26 millones de dólares la solventa la UdelaR haciendo un enorme esfuerzo.

Mientras, con el actual marco, el jefe local del Partido Nacional e intendente Nicolás Olivera, intenta capitalizar el proceso de construcción del nuevo edificio universitario, -que su gestión tuvo que ver-, y de paso, busca instalar la idea de un gobierno nacional apoyando el desarrollo de la UdelaR en el interior. A la izquierda le ha costado “un perú” poner de relieve su decisiva intervención en la descentralización universitaria con toda sus ventajas y potencialidades (incluyendo la creación de la UTEC) y el proyecto en la Ex Textil Paylana; una forma de hacer ciudad incluyendo, no tirando gente a las periferias como implica el plan avanzar y otras soluciones.

El proceso que llega al levantamiento del edificio universitario, de unos 4 mil metros, más espacios refuncionalizados, tuvo suficiente respaldo político, con algunos desencuentros.

El desarrollo universitario en el interior, que moviliza millones de dólares al año, requiere una ciudad que tome nota de tal situación y adecue su infraestructura y servicios. ¿Seguirá siendo viable cerrar comercios céntricos al mediodía?

La actitud, del intendente de contribuir al desarrollo de la UdelaR en Paysandú, -incluso en su entusiasmo elogia el cogobierno-, es compartible.  Pese a que su partido niega a la UTEC el cogobierno y desecha la Universidad de la Educación por lo mismo. El cogobierno, por donde pasó y participó en actual candidato presidencial Álvaro Delgado, es un espacio de aprendizaje ciudadano.

El apoyo de la IDP a la UdelaR, por la legitimidad de la misma, es muy “vendible” a nivel nacional y habla de ciertas sensibilidades, no siempre presentes en situaciones que requieren de la misma. Ejemplos sobran. Ni se trata de una cosa o la otra.

Sesgo

La actual administración heredó, uno de los proyectos más significativos de los últimos años en la ciudad: el proyecto urbano en la ex textil Paylana. Por la sinergia institucional generada, por los aportes de recursos, la participación de la academia, de las organizaciones sociales y liderazgo de la IDP.

La misma, tras su asunción, ninguneó el proyecto y desconoció un decreto de la Junta Departamental que la hace responsable del mismo. A fuerza de reclamos de las cooperativas (que ya pagaron unas 32 mil UR a la Intendencia y esta no informa sobre el Fondo de Gestión Territorial) y sus organizaciones ha prestado algo de colaboración y algo ha realizado.

Claramente estamos en presencia de una ciudad universitaria (con unos 10 mil estudiantes) y cooperativa que requiere mejoras viales, (las calles céntricas están deterioradas como 18 de julio), nuevos servicios, infraestructura (el hogar universitario, más allá del sitio elegido es oportuno) y multiplicar actividades recreativas.

Un componente de tal adecuación lo debe aportar la Intendencia, que la actual gestión tomó saneada económicamente y con un fideicomiso de 25 millones de dólares que ejecuta a piacere.  Pero esto, con ser importante, es una parte.

Generar planes de desarrollo para el territorio teniendo presente la UdelaR y la experiencia autogestionaria de las cooperativas en el territorio amerita impulsar iniciativas y colocar recursos desde gobierno nacional; carente en este quinquenio. No en vano hay 8.500 desempleados, altísima informalidad y decenas de personas deambulando por las calles y/o revisando volquetas para comer lo que otros descartan.

El estado de la opinión pública sanducera parece señalar la importancia de nuevas formas de hacer política, más colaborativa, informando a la oposición y a la ciudadanía, con menos relato. Aunque se puede interpretar todo lo contario: está bien la discrecionalidad, no informar, obligar a ir a los estrados judiciales para que se entregue información y que la JD siga funcionando como hasta ahora.  Nunca se sabe, pero el rey puede quedar desnudo.

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