Inaugurar un nuevo espacio en este medio de prensa, donde tener la oportunidad de compartir conocimientos y reflexiones respecto a tan importante temática es más que un increíble desafío, es un compromiso del que me siento muy responsable después de venir trabajando con familias desde hace 22 años, siendo docente, y por sobre todo siendo madre de 3 hijos. (Anaclara, Guillermo y Maida).
Con el anhelo de que este sea un aporte positivo a las familias que se sientan en sintonía con tales pretensiones de mi parte, pasaré ahora a exponer el primer contenido que va a ir abriendo camino a los que ojalá le sigan cada 30 días a través de este medio…
En la sociedad que vivimos los cambios se dan de manera paulatina pero en cortos períodos de tiempos, si pensamos en los orígenes de la historia que hace tanto nos vienen contando. Es necesario que los adultos estemos atentos para reconocer y actuar frente a tales cambios a medida que ocurren.
Los padres y otros adultos referentes para los hijos tenemos que adecuarnos a las nuevas características de una maternidad/paternidad que implica conversar con ellos desde muy chicos, sobre los múltiples temas que hasta hace unos años atrás no hacía falta pensar ni explicar porque estaban implícitos en la crianza pero que hoy ya no son obvios.
Y entre estas temáticas podemos empezar a nombrar el tema del sueño, la alimentación, las amistades, las pantallas, las adicciones, etc.
También tendremos que ocuparnos de temas como disciplina, hábitos, límites, mora, amor, cuidado del cuerpo, sexualidad, toma de decisiones y evaluación de riesgos.
Debemos de estar atentos, para que no caigan en conductas de riesgo, protegerlos y mostrarles como no quemar etapas para que disfruten de cada una de ellas.
A la sociedad de consumo le conviene el permanente cambio y no la permanencia, y en cada cambio hay lamentablemente nuevas compras que caen en desuso rápidamente, que implican peligros latentes, estereotipos dañinos, mensajes inapropiados y valores superficiales y pasajeros que no acompañan en general el deseo de nosotros los padres/madres de que nuestros hijos crezcan sanos y relativamente felices.
El largo período de dependencia del cachorro humano nos diferencia de otros mamíferos, lo que le da tiempo de aprender y lo vuelve más inteligente. Los animales pasan un corto período de indefensión muy cerca de su madre y en ese lapso aprenden de ella lo que necesitan para sobrevivir. Nuestros “cachorros” en cambio, se quedan muchos años con nosotros. Al ser tan largo ese período, resulta probable que modalidades ajenas inadecuadas, inoportunas o incorrectas se integren en ese espacio de crianza que vamos construyendo con la experiencia única e individual que otorgamos a cada uno de nuestros hijos.
No alcanza con quererlos y cuidarlos, alimentarlos y mimarlos, también tenemos que brindarles las capacidades para evaluar todo lo que viene de afuera del hogar de modo que, cuando no estemos ahí para orientarlos, puedan resolver y elegir con criterios saludables de autoprotección.
Hasta la próxima…
Fabiana Pezzatti
Madre. Docente de Educación Especial.
Directora de Centro Araí para personas con Autismo y otras Alteraciones del Desarrollo.