Escribe Darío Rodríguez
Cuando alguien lucía inconforme con algo, las abuelas solían decir no “te alcanza nada”. En realidad, lo señalaba con “munición” más gruesa.
El oficialismo va tirando algunas propuestas sin mayor trascendencia, y todo hace presumir que intentará, aún más, sacar al FA y su fórmula presidencial de su trille; de su meditada estrategia. Uno de los mecanismos, de los más osados, son trivializar la figura de Orsi y, con otros, sostener que estaba escondido y no dice nada. Es un recurso casi agotado. La decisión del gobierno de salir a defender el plebiscito planteado por el PIT-CNT, el posicionamiento del FA y el alto porcentaje de indecisos logran meter por la ventana de la campaña electoral, al borde de la Constitución, al mismísimo Luis Alberto
Alejandro Aparicio Lacalle Pou Brito del Pino; que hegemoniza la interna de su Partido. Este escenario, a la par que puede fortalecer la defensa de la regresiva reforma, eclipsa la figura del candidato presidencial de Partido Nacional, veterinario Álvaro
Delgado.
Plebiscito cambia ecuación
El plebiscito, dada su importancia, cuestiona y desacomoda las campañas de los candidatos. La oposición, aunque puede incomodarse, ya comienza a señalar que el presidente se mete en la campaña violando la Constitución. En sus apariciones se dedica a cuestionar a la oposición; casi obsesivamente.
Al respecto, conviene repasar la columna de Marcelo Pereira (Un desafío desde la impunidad) en la Diaria del 23 de setiembre. Cuando el episodio, ilegal, conocido y avalado por Luis Alberto Lacalle Pou, por el cual se pretendía determinar, bajo la batuta de Astesiano, si el dirigente sindical había comprado drogas en una boca; el presidente dijo tener “la conciencia tranquila” y estar dispuesto a “ir a la Justicia” si alguien lo denunciaba”. Pereira señala que “está muy olvidado de lo que le enseñaron cuando estudió abogacía en la Universidad Católica”. El periodista refiere al tipo de acusación que se puede realizar a un presidente, el funcionamiento del procedimiento y el requerimiento de mayorías especiales para separarlo del cargo. Ayer, como hoy, sonó a bravuconada, que notoriamente contrasta con el acuerdo con la entonces fiscal Gabriela Fossatti para dejar fuera las conversaciones que mantuvo con Astesiano. “Más bien parece que lo suyo fue un alarde con malicia, y esta impresión se confirma porque ayer, tres meses y medio después, volvió a utilizar el mismo recurso engañoso”, dice el columnista.
Al salir a defender la reforma de la seguridad social de su gobierno, el inquilino de Torre Ejecutiva incurre en la misma bravuconada y, al cuestionar a la oposición, se pone la borde la Constitución. La debilidad del candidato oficialista determina la
salida al ruedo, con todos sus riegos, del presidente. Pereira, cierra su interesante columna, manifestando que “engañar a la ciudadanía no viola expresamente ningún artículo de la Constitución ni constituye delito, pero es realmente muy feo”.