(Por Juan Andrés Pardo).- Muchas personas saben que yo soy un sanducero “adoptado” por esta bella ciudad, a la que quiero como propia y que vio nacer a mis dos pequeños que llevan nombres de valientes Defensores. 

Desde que llegué a estos pagos, siempre me ha llamado poderosamente la atención, el fuerte sentimiento de identidad y el amor por la ciudad que la gente por estos lares suele demostrar. Seguramente, muchos no son conscientes de ello. Pero eso es algo que se puede percibir y observar a grandes rasgos.

Más allá de conocer en mayor o menor grado la historia, la mayoría de los ciudadanos de esta parte del mundo, habla con orgullo de su ciudad heroica. No hay quien no recuerde el pasado industrial glorioso de Paysandú ni quienes, como lo señalaba Adolfo Mac Ilriach (cuando se cumplieron 75 años de la declaración de Paysandú como Ciudad) dejen de lado la idiosincrasia de sociedad homogénea que ese espíritu obrero y de resistencia ha forjado.

Hay quienes hablan de la existencia de un “gen sanducero”. Y algo de razón tienen. Porque la rica historia de esta ciudad genera un fuerte sentimiento y orgullo por lo local, que no sé si en otras ciudades llegue a ser tan potente como aquí. Una ciudad donde también su gente supo resistir por amplia mayoría a la dictadura, diciéndole NO, en el plebiscito de 1980.

Aquí existen un himno, una bandera y un escudo propio, símbolos del sanducerismo, permanentemente parte de los paisajes de esta ciudad. También en murales y muros, se ve reflejado ese sentimiento de orgullo por decir “somos de acá”. Porque aquí, durante el mes aniversario se realizan diversidad de actividades en recuerdo al 8 de junio de 1863, fecha en la que el Presidente Berro oficializó a Paysandú como ciudad.

Aquí tampoco hay acto de cierre escolar o liceal que omita parte de ese sentir. Por eso, permanentemente y a todo nivel, se realizan eventos en los cuales el río Uruguay, Artigas, Leandro Gómez, Sampayo y Los Iracundos, suelen ser los protagonistas.

¡Uf! Vaya que hay cosas lindas para decir de Paysandú. Donde no todo es perfecto, porque la perfección no existe. Porque también hay grises, con problemáticas de fondo que aún no han tenido solución. Porque también existen las mezquindades personalistas o político-partidarias, pero el día que ello quede de lado, esta ciudad volverá a brillar como supo hacerlo décadas atrás. 

En Paysandú se respira la historia, se respira un espíritu de lucha, resistencia y orgullo que hacen única y especial a la gente de este pago. Cuando todo lo que une a los sanduceros esté primero, no tengo duda alguna: Paysandú tendrá su mejor versión. 

Foto: Acto de cierre de Escuela de Arte N° 113, el pasado 20 de noviembre.

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