“Caraballo está cumpliendo con varios de los compromisos asumidos en campaña”

Emilio Arredondo es Licenciado en Ciencia Política (Udelar), Diplomado en la Sorbona,
Docente de Facultad de Derecho y además fue Director de la Campaña que llevó a Guillermo Caraballo a la intendencia de Paysandú.
También fue Jefe de Prensa de la Secretaría de Comunicación de Presidencia entre marzo de 2012 y marzo de 2014.

En diálogo con 20Once respondió preguntas que le hicimos a un año de gestión de la actual administración.

-¿Cómo evalúa la gestión del intendente Guillermo Caraballo?

Siempre conviene, por honestidad intelectual, comenzar dejando claro la perspectiva desde la que responderé. En el ejercicio profesional de la Ciencia Política hay, al menos, dos tipos de prácticas. Una ciencia política que presume neutralidad y otra, a cara descubierta, puesta al servicio de un proyecto político. Mi perspectiva es la segunda. En particular, adhiero al proyecto de país que promueve el Frente Amplio. Además, conozco de cerca la trayectoria del Intendente Caraballo desde hace mucho tiempo, incluyendo la campaña electoral de 2015.

Yendo a la respuesta: el balance, a mi entender, es claramente favorable, aunque apenas se trata del 20% del trayecto. El primer gran desafío que tenía Caraballo era probar que a pesar de haber integrado un equipo de gobierno joven (él incluido), aún así logró un tránsito sin sobresaltos entre la anterior gestión y la actual. Eso siempre es una prueba importante, porque define pactos de confianza (sobre todo con quienes no lo votaron). La transición fue sin sobresaltos y así inició el quinquenio ampliando su crédito.

En segundo lugar, ya a esta altura Caraballo puede sostener que está cumpliendo con varios de los compromisos asumidos en la campaña. Viene asegurando lo típico del llamado “ABC” (alumbrado, calles y barrido, que como sabemos, es lo primero que se le pide a una Intendencia), impulsó muy eficazmente un Plan de obras viales, encaró con fuerza el problema de la movilidad urbana (y aunque eso implica cambios en los hábitos de la gente, que siempre son lentos, se notan ya señales de avance, como el creciente uso del casco), ha impulsado con decisión una política de realojo de barrios afectados por los desbordes del río, ha timoneado exitosamente circunstancias de emergencia por las inundaciones, (lo que siempre constituye una prueba de fuego, sobre todo si se dan a los cinco meses de haber asumido), sin contar una serie de proyectos cuya ejecución (sea por Presupuesto propio o por FDI) está prevista para los años venideros.

En tercer lugar, hay un firme propósito de recuperar credibilidad que las instituciones públicas departamentales habían venido perdiendo. Esto es un capital intangible, pero muy importante. Si la gente, por el motivo que fuere, no cree en sus instituciones y sus funcionarios (desde el Intendente a sus inspectores de tránsito) es muy difícil lograr cosas importantes.

En cuarto lugar, el gobierno de Caraballo viene tomando medidas para reubicar la imagen de Paysandú en el concierto nacional, y con eso, recuperar el peso político que alguna vez tuvo vuestro departamento. Esto, como lo anterior, también es importante ya que la imagen del Departamento es un factor de peso a la hora de direccionar recursos públicos o apostar a esfuerzos privados.

-¿Dónde ve las fortalezas y dónde a su criterio las debilidades?

En cuanto a las fortalezas, comienzo destacando que Caraballo muestra un liderazgo sólido y sobrio, tanto en materia de conducción de equipos como en iniciativas programáticas. Segundo, ha logrado mantener un control claro de la agenda local. Los permanentes -y naturales- esfuerzos que la oposición ha hecho por instalar sus asuntos e interpretaciones, no han fructificado. También es una fortaleza la solidez del equipo que ha conformado. En algún momento me pareció que el tiempo que se tomó para la formación de sus equipos durante la transición fue excesivo (y así se lo comenté al propio Intendente), pero debo admitir que tenía razón, fue un tiempo bien invertido. Armó un equipo solvente, con un promedio de edad de 44 años y con el correcto equilibrio entre lo técnico y lo político (y con equidad de género). Heterogéneo, como todo equipo, pero en general, es buen respaldo para su conducción.

Vinculado con la pregunta anterior, otra de sus fortalezas es que sostiene una propuesta programática que muestra equilibrio entre la indispensable atención a lo coyuntural con la previsión de lo estructural, de largo plazo. Se podrá discrepar con las prioridades y hasta con el rumbo, pero nadie puede decir que hay ausencia de rumbo. Finalmente, y referido a aspectos de su perfil personal, Caraballo no solamente sabe escuchar (lo que no es tan habitual entre los dirigentes políticos) sino que no permite que el poder le haga perder de vista su origen humilde (lo cual es indispensable para un dirigente de izquierda).

En cuanto a sus debilidades, destaco dos: una sobrexigencia de sus esfuerzos físicos, que a veces lo lleva a manejarse por sobre lo aconsejable (trabajando hasta la madrugada y durmiendo poco, por ejemplo), aún para una persona joven. El otro aspecto que me parece que debería aparecer más sólido es el aún insuficiente contacto cara a cara con los vecinos. Como atenuante se puede aducir –con razón- que este primer año es para sumergirse en la dinámica de las oficinas y ganar experiencia en la gestión cotidiana de gobierno. De todas maneras, aun cuando IdP como institución ha tenido un nivel de contacto fluído con la sociedad, aun cuando el propio Intendente ha dialogado mucho con múltiples organizaciones (como en el caso de la presentación del Plan de Obras, o del diálogo por el tránsito, por ejemplo), el contacto mano a mano con la gente no organizada, tanto de la ciudad como del interior del departamento, es una línea de trabajo que debe continuar profundizándose. Sé que ha comenzado a dar pasos en este sentido, pero esta es una tarea que conviene no descuidar.

-¿Cree que es necesario hacer cambios en nombres al año de la gestión?

Esa pregunta solo la puede responder el intendente. Supongo que como toda organización, a medida que avanza su desempeño, va mostrando puntos fuertes y otros a mejorar. En función de ello, siempre es recomendable ir evaluando. Es natural en cualquier organismo, sea público o privado. En lo personal, desconfío de los gobiernos que no renuevan elencos ya que o el líder tuvo una puntería sobrehumana al elegir –al inicio del quinquenio- a 40 o 50 personas para decenas de tareas que se cumplen a la perfección durante cinco años, o por el contrario, mantiene gente aunque su rendimiento no sea el óptimo.

Esto está dicho como criterio general. Para el caso de la IdP, solo el intendente sabrá responderle.

-¿Cómo ve el posicionamiento de la figura del intendente en la ciudadanía?

Para empezar, comienzo diciendo que no conozco ningún estudio que me dé confianza sobre el estado de la opinión pública y la evaluación del gobierno de Caraballo. Tal vez lo hay, pero yo no lo conozco. Sé que cada tanto aparecen algunas cifras, pero el nivel de confianza que me inspiran esos “estudios” es cercano a cero. Ahí hay un debe. Así que descartando sondeos cuantitativos serios (encuestas) que no conozco, me guío por impresiones que resultan de otras técnicas de indagación social, menos precisas pero que marcan tendencias.

Como sucede con todo gobierno, sabemos que hay opiniones de todo tipo. Están los muy a favor y los muy en contra. Para ellos, un año es suficiente para reforzar su opinión original. Pero por su parte, la enorme mayoría de la población está observando. En lo personal, no advierto ningún estado de opinión social que merezca preocupación. Por el contrario, sí veo intacta la confianza que Caraballo inspira a ciertos sectores de la población, incluso que no son de tradición frenteamplista. Deduzco que el saldo de la gestión es de favorable a muy favorable, pero sin que ello signifique ganar motivos para dormirse en los laureles.

-Comparativamente cómo evalúa la gestión de Andrés Lima en Salto ya que usted vive allí.

El punto de partida es diferente. Primero porque, a pesar de tratarse de sociedades muy parecidas en tantos aspectos, en su cultura política muestran algunos rasgos históricos diferentes. Ambos encontraron panoramas complicados, pero de diversas naturaleza. En el caso de Salto, Lima ha tenido que navegar con complicaciones que van desde las financieras hasta las emergencias sanitarias, con un deterioro mayor en materia de infraestructura, por ejemplo. En el caso de Paysandú, la herencia en materia de descrédito institucional o problemática en el mercado de trabajo fue más acentuada. Además, los estilos personales entre Caraballo y Lima son diferentes. Si bien ambos pertenecen al mismo partido, tienen –más o menos- la misma edad y ejercen la misma profesión, muestran estilos diferentes en la conducción de gobierno. Lima muestra un estilo con énfasis en administrar su legitimidad a través del contacto inmediato y personal con ciertos sectores de la sociedad. Caraballo, a su vez se muestra más orientado a asegurar esas cuotas de legitimidad a partir de lograr óptimos en los procesos de gestión institucional.