Para 20Once, desde Tambores, Miguel A. Olivera Prietto *
El 12 de agosto pasado la Universidad de la República realizó un conversatorio con el pueblo de Tambores en la sede del Club Huracán, de la villa. El tema: proyecto Tambor, con producción de hidrógeno verde y metanol.
En los días anteriores al encuentro en la villa, en la Cátedra UNESCO de DDHH de la Universidad de la República, la Licenciada en Comunicación Mariana Achugar (coordinadora), se había interesado en el proyecto Tambor y la situación de los vecinos, por lo que organizó reuniones entre algunos de sus colegas y gente de Tambores que asomaban en los medios de prensa o a través de algunas organizaciones ambientales de la zona.
La reunión, entonces, surgió como respuesta de la academia a los comentarios de esos vecinos, que insistieron sobre la desinformación de la población y la ausencia del Estado conversando con los vecinos.
El encuentro se llamó “Tambores: Agua, Hidrógeno Verde y Derechos”, organizado, en definitiva, por el Instituto de Desarrollo Sostenible, Innovación e Inclusión Social (IDIIS), el Núcleo de Estudios Rurales (NER) del CENUR noreste Sede Tacuarembó de Udelar y el grupo de trabajo ambiente y derechos de la Cátedra UNESCO de DDHH de Udelar.
Temprano fue llegando gente desde Tacuarembó, Paysandú, Durazno y Montevideo, y algunos ediles de Tacuarembó, un diputado, pero lo que era importante fue que más de 80 vecinos de Tambores se hicieron también presentes. Hubo unas 170 personas que se sentaron en las gradas del Huracán para conversar con docentes y científicos. La apertura estuvo a cargo de las directoras del CENUR Noreste de Udelar Isabel Barreto y de la Sede Tacuarembó Ana María Casnati.
El cometido de la llegada de la Universidad se vio ampliamente cumplido, fue histórico, porque no solo se escucharon las ponencias de los académicos, sino también las inquietudes de los pobladores, entre ellos, estudiantes locales.
70% de la población de Tambores cree que el agua se verá afectada
Con todo dispuesto, los alumnos del Liceo Juan Dalto de Tambores abrieron el conversatorio. Fueron los estudiantes Sol da Silva, Sharon da Silva, Mauricio González y Marcos Coitinho apoyados por docentes y la dirección del liceo que informaron sobre los resultados de una encuesta realizada, a instancias de tanta desinformación. Dicha encuesta fue respondida por 90 personas de ambos sexos y el 30% dijo estar informado del proyecto y un 70% no, pero que le interesaba saber. Un 70% cree que la disponibilidad de agua para el consumo se verá afectada. Todos temen un aumento de la población, por la seguridad y la contaminación al medio ambiente. Hay mucha expectativa por puestos de trabajo, un 60% lo manifestó.
Luego le tocó a la Academia
Por el IDIIS, del CENUR noreste, Reto Bertoni aseguró que nadie tiene respuestas a las interrogantes sobre el hidrógeno verde. Comentó que en el mundo hay 1500 proyectos, que solo 200 muy pequeños estarían operando. Uno de los proyectos mencionados, que funciona en Alemania, tiene una potencia de 1,125 MW, el de Tambor tiene 150 MW, cien veces mayor. El proyecto Tambor es uno de los más grandes del planeta.
El metanol producido se exportaría a Alemania, y según Bertoni eso le permitiría al país cumplir con los compromisos asumidos en el Acuerdo de París (2015), respecto a la reducción emisiones de gases de efecto invernadero ya que Alemania es el cuarto país, en 196, en emisiones.
En la hoja de ruta del hidrógeno verde, creada por el gobierno, no se habla del agua subterránea como un recurso. Comentó Bertoni que en conversaciones con un científico éste le dijo que sería complicado certificar el hidrógeno del proyecto Tambor como “verde” porque estaría agotando una reserva estratégica a nivel mundial.
Sobre mecanismos de regulación, dijo: “Está regulada la ruta con 112 radares, pero el tránsito del hidrógeno verde no tiene ningún radar. Y están haciendo cosas sin saber si están permitidas”
Tambores no está preparado para un cambio tan grande
Ana María Barbosa (IDIIS Sede Tacuarembó, Udelar) enfocó su exposición en los temas territoriales planteando las grandes dudas y algunas reflexiones respecto a la instalación de la planta química industrial en Tambores.
Entre las preguntas que podemos formularnos, es clave el “¿para qué?”. En este aspecto, deberíamos darnos como sociedad en general y como comunidad local en particular, cuáles son las mejoras que proyectos de este tipo producirán en la vida de las personas. Dijo que se producirá metanol, un alcohol combustible que se utiliza en aviones, barcos y autos de alta gama. Y volvió a preguntarse, ¿cuál es el progreso que le traerá a Tambores, un pueblo bastante rural?
Comentó que ya se hicieron tres perforaciones exploratorias de agua, autorizados por DINAGUA, pero no hay estudios sobre los impactos territoriales (ambientales, sociales, económicos). La encuesta del liceo muestra la preocupación de la gente.
¿Está preparada la comunidad de Tambores para estos impactos? Se refirió en términos de desarrollo territorial pensando en los actores locales: el sector privado, comercio, productores, jóvenes, trabajadores, adultos mayores, instituciones sociales de la comunidad. Una regla de oro en desarrollo es la participación de todos los actores. Este proyecto no surgió como una demanda de la comunidad de Tambores, sino que vino desde afuera y sorprendió. No hay participación ciudadana, los tamborenses son receptores pasivos de lo que va sucediendo.
Carlos Santos (FCS-Cátedra Unesco de Udelar) dijo que no se sabe mucho de este proyecto, “nosotros organizamos las dudas”. No es sencillo acceder a la información.
Los problemas que hay en el sur con el agua potable son producto de una sequía prolongada, pero también de una mala gestión de los recursos hídricos en el Uruguay. Mostró la Constitución y dijo que en su artículo 47 regula el uso del agua sin que afecte a generaciones futuras.
El agua subterránea no es renovable
Irene Balado (Facultad de Ingeniería, geóloga) dijo que el agua subterránea no es renovable y que su sistema de transmisión es tan lento que puede ser de días, años, décadas o siglos, en migrar distancias cortas, por lo que aseguró que su extracción puede generar la desaparición de ese recurso en la región.
El sobrebombeo y el exceso de pozos puede hacer bajar la napa freática, y desciende el nivel del agua subterránea, que no es renovable.
Carlos Santos dijo estar proponiendo hablar del agua como un ciclo hidrosocial, analizando cuál es el vínculo de esta región con el agua.
Rodolfo Franco (NER -Sede Tacuarembó) dijo que el uso que se le da al agua, sobre todo, es ganadero. Que hay pastizales naturales que cuidan las nacientes, pero en las sequías, estas regiones son las primeras que se quedan sin agua.
Dijo que el agua organiza la producción agropecuaria, y que se diseña un establecimiento en base al agua circundante. Con los eventos extremos, como las sequías, los campos y tajamares se secan y hay déficit de forraje y por supuesto, de agua y baja producción. Se plantea incertidumbres respecto a cuánto puede perjudicar este uso de los acuíferos a los productores y qué garantías hay para sostener la producción de alimentos.
Claudio Martínez (Facultad de Química y Cátedra Unesco), bioquímico, explicó el proceso químico y el de electrólisis, y comentó que el proyecto no parece ser para un desarrollo local. ¿Qué tan sustentable puede ser este proceso?, se preguntó.
Dijo que según estudios, solo el 15% del anhídrido carbónico en la atmósfera proviene de la quema de combustibles fósiles, rebatiendo en cierta forma el argumento del aporte a la descarbonización del hidrógeno, mediante la sustitución por estos combustibles “verdes”. Este estudio plantea que el CO2 no es el responsable del cambio climático. ¿No estaremos partiendo de un problema que es falaz?
Cree que se usará más agua que la que dice el proyecto presentado y planteó su preocupación sobre la peligrosidad del metanol y la posibilidad de filtraciones o fugas de hidrógeno y que no conoce plantas químicas que no contaminen.
Proyecto de alto impacto ambiental
Mariana Achugar (FIC – Cátedra Unesco) comentó que todo lo dicho se relaciona con el derecho a vivir en un ambiente sano es un derecho humano. Son derechos que están reconocidos a nivel nacional e internacional, pero ¿qué herramientas existen para garantizarlos?, como es el caso de Tambores.
Esos derechos están garantizados por acuerdos internacionales, así como por el artículo 47 de la constitución de la República. Es el Estado uruguayo quien debe garantizar estos derechos, así como mejorar y preservar el ambiente.
Daniela Guerra (FIC – Cátedra Unesco) explicó que todo está relacionado con los derechos humanos. Uruguay firmó el Acuerdo de Escazú, que reúne estos derechos y sus garantías, que entró en vigencia el año pasado. Parte de tres pilares fundamentales: el derecho al acceso a la información, a la participación y el acceso a la justicia.
Achugar explicó que después que se presentó el proyecto Tambor en el Ministerio de Ambiente e Intendencia de Tacuarembó, el Ministerio lo categorizó C por los riesgos de impacto ambiental, lo que obliga a que se realicen estudios al respecto. Esa categorización se hizo el 30 de noviembre de 2022, pero recién se conoció la noticia en julio del 2023, gracias a la periodista Mariana Abreu. ¿Por qué no circuló esa información?
Los vecinos
Un vecino dijo que hay expectativa para arrendar un terreno, alquilar una casa, para que los jóvenes se queden en Tambores. Toda la parte técnica la escuchamos, pero la expectativa es cuántas fuentes de trabajo habrá. ¿Qué beneficio traerá esto para Tambores?
Otro vecino habló de los impactos sociales que provocaría la llegada de 1.900 trabajadores durante dos años, en una población de 1.500 habitantes. Que hay experiencias en Paso de los Toros y Fray Bentos sobre excesos de consumo de alcohol y drogas, inseguridad, explotación sexual y otros factores que podrían ocurrir en la villa, que cambiaría la tranquilidad de la gente a cambio de nada, pues ni siquiera los locales podrían trabajar en la planta.
Un abogado de Tacuarembó dijo que no existen instancias para que la gente de un lugar pudiera decir que no quiere un proyecto de esa naturaleza en su territorio, que las audiencias públicas son excusas para seguir adelante con los proyectos empresariales. También que hay un marco jurídico que puede ser utilizado para revertir emprendimientos extractivos de esa naturaleza, pero que no se utilizan debidamente.
No nos suelten la mano
Hubo una conversación franca entre dos sectores de la sociedad bien disímiles, que rindió sus frutos. Docentes y científicos de UDELAR en un club de villa Tambores, rodeados de gente de pueblo, quizás haya sido uno de los pasos más trascendentes que se ha dado para que los vecinos puedan recibir información fidedigna, sin compromisos.
Hubo un vecino, Mauricio Caro, que al final, agradeciendo a las visitas, les dijo, “no nos suelten la mano”.
Casi como respuesta y a manera de despedida, la directora del CENUR noreste, Isabel Barreto, emocionada se comprometió a volver a Tambores y seguir aportando información a los pobladores. Quizás uno de los derechos que estos pueblos han perdido, como el de estar informados sobre qué sucederá con su vida, esta vez la Academia pueda cumplir con ese propósito.
Repercusiones
Hubo cierto malestar entre los únicos interesados en que se instale la empresa en Tambores, porque quizás piensen que si la gente común se informa podrían estar en contra de sus propios intereses. Hablo de algunos hacendados que ya tienen contrato con la empresa Belasay (representante de Enertrag alemana).
Desde la UDELAR se evaluó la actividad como muy buena y como un primer paso para seguir trabajando con la comunidad de Tambores cumpliendo con la función de extensión universitaria.
* Aclaración: salió una nota muy similar en Semanario Brecha de Montevideo, “Conversando con Villa Tambores”, el 12 de agosto, también de mi autoría.