Un repaso firme y detallado de los errores, aciertos y oportunidades perdidas en la administración de la intendencia. Tránsito, empleo, transparencia y obras públicas fueron los ejes de una charla que mezcla diagnóstico, autocrítica y propuestas del ex intendente Guillermo Caraballo
“Lo ordenamos, y no fue una cuestión de presupuesto, fue una cuestión de actitud”, afirma, con convicción, uno de los principales referentes departamentales al recordar las medidas de ordenamiento del tránsito tomadas en su gestión. Con un tono sereno pero directo, repasa cómo algunas decisiones impopulares tuvieron un alto costo político, pero también generaron soluciones duraderas en la vida cotidiana de la gente.
El testimonio, recogido en una conversación del periodista mano a mano con inspectores y actores sociales, revela el vacío operativo que hoy enfrentan: “Si no tenemos la policía para perseguir una moto que se salta una norma, es un viva la pepa”. Se hace evidente una preocupación constante por la seguridad vial y el abandono de medidas concretas que antes, asegura, estaban activas y daban resultados.
Entre anécdotas y ejemplos, Caraballo menciona casos emblemáticos, como la rotonda de Zorrilla y Salto, su polémico brocal, y la necesidad de repensar espacios como Salto y Bulevar Artigas. “¿Dónde cruza un peatón ahí?”, se pregunta con preocupación, sugiriendo la colocación de un semáforo y recordando que muchas decisiones técnicas no requieren grandes inversiones, sino voluntad.
Pero no todo es pasado. También hay propuestas claras para el futuro. En materia de transparencia, se reclama la creación de una unidad dedicada al acceso público a la información. “No puede ser que haya que ir a la justicia para obtener una respuesta de la intendencia”, denuncia.
El tema del empleo es otro punto neurálgico. Se propone reimpulsar el plan de jornales solidarios, con 2.000 cupos anuales divididos por semestre, orientados a brindar trabajo a quienes más lo necesitan. La idea es vincular a trabajadores con tareas en la intendencia y también en organizaciones sociales, con una inversión estimada de 5 millones de dólares. “No te piden una prestación, te piden una oportunidad”, remarca.
A esto se suma la necesidad de articular la demanda laboral con la oferta empresarial, mediante una unidad dentro del Departamento de Desarrollo que sirva como nexo, capacitación incluida.
En cuanto a las compras públicas, se enfatiza que las licitaciones no deberían centrarse solo en el precio. “Si una oferta genera más empleo local o usa materiales del departamento, eso debería pesar más”, sostiene. Ejemplos no faltan: desde mosaicos encargados fuera del departamento cuando podían producirse localmente, hasta la falta de planificación que impide a empresas locales participar por falta de tiempo o aviso.
Finalmente, el entrevistado lamenta el uso electoral de fondos y recursos. Menciona un millón de dólares destinado a jornales solidarios que estuvo inmovilizado casi toda la administración y se comenzó a usar apenas cuatro meses antes de las elecciones. “Eso es lo que critico. No que existan los jornales, sino el uso político del tiempo y los recursos”.
Con un cierre tajante, lanza una reflexión profunda: “Si el gobierno que gane sigue pensando que gobernar se trata solo de ladrillos y estructuras, y no de atender a la gente, habrá una disociación con la realidad social.”