Escribe Darío Rodríguez

Tal vez, el cuidado de la “chacra” hace que se vea el jefe del Partido Nacional, más preocupado en la próxima campaña electoral, que en la nacional. Queda la sensación de “estoy pero no estoy”. No me pego demasiado.

El pasado jueves 10, en el marco de 13° aniversario de 200once (esta quijotada), se realizó en Sala Maestro Héctor Ferrari una mesa de debate e intercambio con los conocidos politólogos Adolfo Garcé, Daniel Chasquetti, Camila Zeballos y Ernesto Nieto del Instituto de Ciencias Políticas de la Facultad de Ciencias Sociales de la UdelaR. La actividad contó con el apoyo de la Sede Paysandú del Cenur Litoral Norte.

Frente a un público numeroso, incluyendo dirigentes políticos de todas las tiendas, el politólogo Ernesto Nieto, también de la consultora Ágora, se centró en los trabajos sobre la conformación de opinión pública en distintos Departamentos del país; entre ellas Paysandú.

En su intervención dejó algunos datos para la reflexión que reafirman algunos supuestos que venimos sosteniendo. Dejó sentado que “se iba a referir a elementos que tienen que ver con la campaña electoral, pero no específicamente con el voto, sino que van conformando la opinión pública”. Ësta es al decir de un profesor “la arena donde se cocina una elección. Me parece una buena metáfora”.

Nieto, con asiento en Salto, sostuvo que al inicio de su gestión el inquilino de Torre Ejecutiva, que viene sosteniendo a su delfín Álvaro Delgado, tenía una aprobación en Paysandú del 65%; al mes pasado había caído 15 puntos. Dijo por ejemplo que a Mujica le fue mejor.

Relató la evaluación que sobre el gobierno nacional tenían los sanduceros consultados ya que no se reeligen presidentes.  “Ahí no les va tan bien”, mencionó. “El descenso es mayor”; cae al 44%. Hay una diferencia de seis puntos entre la evaluación presidencial y la gubernamental. Diversos factores han logrado que la población escinda la actuación del presidente de la del gobierno que encabeza. Un fino trabajo comunicacional, cierto anestesiamiento de la gente, una suerte de pose, estudiada, y la desconcertante actuación de la inicial Fiscal del Caso Astesiano han ayudado al “facilitador”. De todas maneras, y esto parece una contradicción o tal vez alguna cuestión metodológica, los sanduceros creen que el país estaría mejor. Rápidamente, Nieto aclara que esto “no significa que sea asi”.

A continuación, remarcó que la opinión pública sanducera señala una seria de problemas: la inseguridad, la economía (empleo, tarifas, desempleo, “los que te hablan de precios altos, no poder llegar a fin de mes”) “aunque hay tres problemas más, fuertes, medidos, y hay que decirlos,” que asoman, a diferencia de lo planteado en área metropolitana.

Ellos son pobreza (más del 13%) –“durante el periodo del FA el tema casi había desaparecido como un tema importante, al igual que los primeros tres años de este gobierno estaba muy abajo”-, la droga (10%) “esto hace cinco años no se mencionaba” y otro asunto “que me llama poderosamente la atención es que casi un 9% dice que la corrupción política es un problema”.

Lo sucedido en Artigas y en Torre Ejecutiva exime cualquier comentario.  En Artigas, según la medición de Ágora, para el 40% el principal problema es la corrupción. “No sé por qué estás cosas no aparecen en las encuestas nacionales, a nosotros nos da en varios Departamentos que la corrupción política es un problema. Para el sistema político esto es un problema” manifestó. Cerro su intervención sosteniendo que las tres piedras en el zapato con la que terminó el FA su gestión, -“inseguridad, economía y desempleo, vuelven cinco años después”.

Hubiera sido de utilidad contar con más insumos a propósito de la corrupción política, aunque seguramente la percepción ciudadana combine lo nacional, con lo local; a la población local le llega de primera mano, casi sin intermediaciones lo de su entorno y por distintas vías. Lo glocal explicaría que en Departamentos del Litoral se vea la corrupción como un problema.

En la percepción local de corrupción hay mucho de entre casa. Si uno mira, “todo Madrid lo sabe” que, por ejemplo, desde el MIDES directores entregaban canastas, al margen de los protocolos, eso tiene un nombre. Por ello algún jerarca se nota preocupado por su carrera personal, no tanto por la gente vulnerable, con el hecho que se cumpla la resolución gubernamental de quitar 10 mil tarjetas TUS en todo el país. Paysandú tendrá sus recortes y tendrán que salir en campaña a dar la cara; lejos de las elecciones es fácil borrarse.

Si una gestión Departamental, mirando para un costado, de hecho, quiere habilitar, el emplazamiento de una fábrica violentando la ley de Ordenamiento Territorial, eso tiene un nombre. Si una mayoría gestiona un órgano colegiado como la Junta y, entre otras cosas, habilita el uso de vehículos oficiales con otros fines o se benefician correligionarios, eso tiene un nombre y un perjudicado: la creencia en el sistema democrático.

Cuando un gobierno Departamental, enancado en mayorías constitucionales, piensa como acto fundante, no escucha, no brinda información, no responde pedidos de informe solicitado, legítimamente por la oposición, daña la credibilidad en las Instituciones y genera muchas suspicacias.  O cuando no se asume un proyecto institucional (Paylana) de estricta responsabilidad de la IDP  que involucra a unas 3 mil personas y en algún momento un jerarca tiene el tupé de arengar a quienes reclaman el cumplimiento de un Decreto; también tiene nombre.

Muchas sesiones de la Junta Departamental son vergonzosas. Muchos dirigentes, ubicados en cargo de responsabilidad creen que no informar es lo correcto y que, de alguna manera, tienen comprado el lugar desde donde operan, por los menos, con discrecionalidad.

Ni que hablar los que la gente observó en Salto Grande y en CARU, correligionarios -que en algunos casos dan cátedra sobre buenas prácticas- entrar por las ventanas con buenos emolumentos, mientras 8.500 sanduceros están sin trabajo y otra porción se sumerge en las volquetas para buscar comer o aprovechar lo que otras tiran. Por estas cosas aparecen en los estudios científicos que en estas latitudes los problemas son la pobreza, el empleo y la corrupción política.

Uno podría pensar que las generaciones que se van incorporando a la política tradicional abandonen estas centenarias prácticas, pero algunos de los incorporados superan con creces a sus maestros; hasta son más creativos.

Quizá un despertar de la ciudadanía que no se ciña a meras tradiciones, que muchas veces no se pueden explicar, mayor potencia e involucramiento del movimiento popular, que hace sus esfuerzos, y oposiciones más compactas y potentes puedan tumbar una forma de hacer política donde la corrupción y el clientelismo pueril hacen estragos, perpetúan las injusticias y elencos. No hay otra forma de superar esto que confrontando tales practicas y mostrando otros procederes.

En pocos días se verá cuál será el comportamiento electoral de los sanduceros. Siempre quedan reservas morales en la ciudadanía.

 

 

 

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