La fábrica curtidora Paycueros enfrenta una profunda crisis al tener 150 trabajadores en el seguro de paro y posibles despidos. La situación laboral en la curtiembre atraviesa un momento crítico. Según declaraciones de Antonio Ferreira, dirigente sindical del sector, la empresa ya ha enviado a más de 50 trabajadores al seguro de paro desde setiembre pasado, y se estima que en los próximos días se sumarán cerca de 90 más. A mediados de abril, el número total podría ascender a unos 150 empleados en esa situación.
El problema, según argumenta la empresa, radica en la caída de ventas y la falta de mercado, en parte debido al aumento del envío de ganado en pie al exterior, lo que reduce la disponibilidad de cueros para procesar en Uruguay. Esta justificación ha sido sostenida durante meses, sin que se haya planteado una solución estructural.
Ferreira explicó que el sindicato buscó alternativas para evitar que más compañeros ingresaran al seguro de paro, como adelantar licencias a partir de enero. Sin embargo, agotadas esas licencias, la empresa confirmó que la situación no ha mejorado y que, además, no renovará la prórroga del seguro de paro para los primeros 50 trabajadores enviados en septiembre. Esto podría significar despidos efectivos a partir del 9 de abril.
La curtiembre, que supo emplear entre 600 y 700 personas, podría terminar operando con apenas unas 200. Además, la actividad de procesamiento de cuero ha caído de dos millones de pies a solo 400 mil, una baja drástica que pone en evidencia el deterioro del sector.
Ferreira destacó que, paradójicamente, Paycueros continúa realizando fuertes inversiones en infraestructura: remodelación de plantas, renovación de maquinaria, y apertura de una planta de terminación en Vietnam por 20 millones de dólares. Esto, según los trabajadores, desmiente cualquier argumento de crisis económica estructural por parte de la empresa.
El sindicato también señala que la calidad del cuero uruguayo es ampliamente valorada por la empresa, a tal punto que sigue apostando a la producción local a pesar de los costos. De hecho, Uruguay sigue siendo el proveedor preferido, por encima de países como Paraguay, cuyo cuero es considerado de inferior calidad.
Desde el gremio, se sostiene que la empresa está utilizando la excusa de la caída en ventas para aplicar medidas que podrían interpretarse como una persecución sindical. Ferreira advierte que si no se llega a una solución en las reuniones previstas con el Ministerio de Trabajo —una el pasado viernes con Juan Castillo y otra el lunes a las 11 de la mañana, se iniciará un conflicto sindical abierto.
Entre las propuestas del sindicato están la extensión del seguro de paro, acuerdos para jubilaciones anticipadas y retiros voluntarios. Sin embargo, la empresa se ha mostrado reticente y afirma que decidirá unilateralmente qué trabajadores se quedan y cuáles no, lo que el sindicato considera una señal de persecución directa.
Ferreira enfatizó que hasta ahora no se ha tomado ninguna medida de paro, pese a la gravedad de la situación. Sin embargo, si se concretan los 50 despidos previstos para los próximos días, «no hay manera de evitar un conflicto».

El gremio reafirma su postura: «No queremos ni un solo despido». En un contexto donde el desempleo es una preocupación creciente, los trabajadores exigen políticas de Estado que obliguen a las empresas multinacionales a mantener fuentes laborales en el país. «Si el problema es de ventas, hay salida», insiste Ferreira. «Pero si el problema es un ataque al sindicato, entonces lo que buscan es desarticular la organización de los trabajadores».
Paysandú: ¿una ciudad sin rumbo o en búsqueda de su nuevo destino?
En un nuevo encuentro radial cargado de sinceridad y preocupación por el futuro del departamento, trabajadores y referentes sociales debatieron sobre una pregunta clave que atraviesa transversalmente a Paysandú: ¿hacia dónde va esta ciudad tras la caída de su era industrial?
Durante el intercambio, que se dio fuera de micrófono y luego fue traído al aire de CW 35, se planteó con claridad: «Después de lo que fue su actividad como ciudad industrial, Paysandú no logró nunca la reconversión». Es una reflexión que, aunque personal, fue compartida y profundizada por todos los presentes.
Julio Logiuratto, abogado defensor de trabajadores, junto a otros representantes, coincidió en un diagnóstico preocupante: Paysandú perdió su rumbo tras el ocaso de sus grandes fábricas y jamás recuperó un proyecto colectivo de desarrollo sostenible. “Hubo mil proyectos faraónicos”, expresó uno de los participantes, “pero la gente necesita soluciones para el día a día”.
La falta de oportunidades ha empujado a muchos sanduceros a abandonar su tierra natal. «Hubo una época en la que los ómnibus de Copay se iban llenos hacia Montevideo o el exterior», recordaron. La emigración, sumada a la fragmentación social y política, pinta un escenario de parálisis estructural.
Los trabajadores apuntaron con crudeza a la falta de políticas de largo plazo. Las iniciativas actuales son vistas como paliativos temporales: “un edificio que dura un año, una changa de dos meses… pero después, siempre lo mismo”. Hablaron también de la necesidad de educación cooperativa, de capacitación real para emprender, y de cómo los avances tecnológicos están desplazando mano de obra sin ofrecer alternativas claras.
“Hoy hay máquinas que apilan cuero. En los supermercados y estaciones de servicio, te pesás, te cobrás… todo lo hacés vos. Y esa tecnología no paga impuestos ni aporta al BPS”, denunciaron. Además, señalaron que mientras se pierden empleos, las políticas públicas parecen no estar protegiendo a quienes quedan fuera del sistema.
Se mencionó el hidrógeno verde como una posible apuesta, pero también se matizó: “Va a generar trabajo en la etapa de construcción de la planta, después será mínima la demanda de mano de obra”. Otra solución de corto plazo más.
La conversación concluyó con una reflexión poderosa: la mayoría de los trabajadores mayores están sin preparación para el mundo que viene, mientras los jóvenes enfrentan un panorama de incertidumbre total. “Nosotros ya estamos jugados. Pero preocupa lo que viene para los hijos”.